Los imperialistas bombardean sus instalaciones en Siria para borrar las huellas del crimen

La aviación estadounidense está llevando a cabo devastadores ataques aéreos sobre lo que hasta ahora han sido sus propias bases militares en el nordeste de Siria. Dos F-16 estadounidenses atacaron la base que tenían en Kobane (Ain Al-Arab), coincidiendo con la llegada de los primeros contingentes del ejército sirio a la ciudad. Justo antes, el Pentágono había evacuado su arsenal de la base de Tall Arqam en Ras Al-Ain y de otros dos bases militares estadounidenses en Tall Abyad y Ras Al-Ain.

Tras ocho años de crímenes cometidos bajo las falsas identidades de Al-Qaeda, Frente Al-Nosra, Ahrar Al-Shaam o el Califato Islámico, invenciones de los servicios secretos estadounidenses, de la OTAN y otros, las potencias occidentales están borrando sus huellas del escenario del crimen.

Hasta ahora Estados Unidos tenía 19 bases (26 según algunas fuentes) en Siria, principalmente en el nordeste y el este del país, en las zonas operativas del Califato Islámico.

Trump dice que quiere repatriar a los 6.000 a 7.000 soldados estadounidenses en Siria a Irak, Kuwait y Jordania, lo que obviamente no se podría hacer sin borrar la vergonzosa evidencia.

El 16 de octubre Francia hizo lo propio: quemó la fábrica de Lafarge en Jalabiyeh (en la frontera turca, al norte de Alepo), antes de que el ejército sirio tomara posesión de ella.

La fábrica suministró unos 6 millones de toneladas de cemento a lo largo de la guerra a los yihadistas del Califato Islámico y el Frente Al-Nosra que, además de subvencionales, les permitieron construir fortificaciones y túneles subterráneos.

El objetivo de los imperialistas era iniciar en Siria una guerra de posiciones que se eternizara, de la la manera descrita por Abu Mussab en su libro “La gestión de la barbarie”.

Luego la fábrica se convirtió en la base de las fuerzas especiales noruegas y francesas, que le prendieron fuego antes de huir.

Así desaparecen los rastros de una operación secreta de primer orden. En 2016 Zaman Al-Wasl publicó correos electrónicos de ejecutivos de Lafarge en los que se afirmaba que la multinacional tenía vínculos con el Califato Islámico. El escándalo llevó a Francia, cuyos vínculos con los yihadistas salieron a la luz, a abrir una investigación a petición de trabajadores sirios que se consideraron perjudicados.

El diario Le Monde ha reconocido que la multinacional francesa estuvo ligada a la CIA en diversas operaciones, incluido el transporte de armas durante la guerra contra Irak. También estuvo vinculada a la Secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, que fue directora de la empresa, con la DGSE, el espionaje exterior francés, durante la guerra contra Siria y la construcción de infraestructuras yihadistas en Siria.

Si la destrucción de la fábrica de Lafarge permite destruir las pruebas de la culpabilidad de Francia en una de las guerras más devastadoras y mortales del nuevo siglo, ¿qué pasa con los yihadistas franceses que los kurdos siguen reteniendo, pero que pronto caerán en manos del ejército sirio?

Mientras que Estados Unidos ha evacuado a sus propios yihadistas a Irak y Gran Bretaña planea hacer lo mismo, Francia no se da por enterada. Es posible que tengan orden de asesinarlos  sobre el terreno para seguir eliminando pruebas.

Más información:
— ¿Mantuvo el espionaje francés a la multinacional Lafarge en Siria para financiar a los yihadistas?
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— Lafarge trabajaba en Siria para los servicios secretos de Francia
— La multinacional Lafarge-Holcim confiesa que financió al terrorismo en Siria
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