Los refugiados pagan dinero en Libia para ser internados en centros de reclusión

Libia es el ejemplo más vivo de los crímenes de la OTAN y la ONU, un país humillado, destruido y reducido a la guerra y la esclavitud desde hace 8 años. Los canallas que acabaron con Libia, políticos significados del imperialismo todos ellos, merecerían un castigo muy ejemplar

Para los refugiados africanos la situación no puede ser más insostenible. Algunos de ellos se ven obligados a pagar dinero por su internamiento, según el (Acnur) Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Los refugiados viven peor en las calles que en los centros de internamiento. “A veces se sienten mejor protegidos en los centros de internamiento que en el exterior. Porque fuera de esos centros, algunos son blanco de los traficantes de seres humanos, son secuestrados y sometidos a extorsión y tortura. Así que algunas personas no se sienten seguras en muchos centros urbanos de Libia. Algunos prefieren ser detenidos, incluso si las condiciones no son buenas en estos centros de detención, otros tratan de sobornar para que entren en el centro de detención con la esperanza de que el Acnur los reubique”, explica Vincent Cochetel, portavoz del Acnur en el Mediterráneo.

El Acnur vigila a más de 5.000 detenidos en 19 centros de internamiento oficiales, algunos de ellos controlados por grupos armados. Eso les sirve de excusa: no podemos atender a todos; carecemos de recursos… Quizá si hubiera menos parásitos viviendo de sus presupuestos, a los refugiados les llegaría una pequeña parte del dinero que recaudan con sus campañas lacrimógenas por la televisión.

Para paliar el déficit, al Acnur se le ha ocurrido una soución más barata: atender a los refugiados en sus países de origen. No obstante, hay un problema: si viven en su país de origen ya no son refugiados y entonces el Acnur no pinta nada.

Por lo tanto, el Acnur no hace nada porque esa es su misión, la nada, salvo nutrir a una legión de burócratas y vagos que viven del cuento en todo el mundo.

“Nuestros programas carecen de recursos, alrededor de un 35 por ciento en esos países. Sin embargo, si pudiéramos satisfacer sus necesidades, principalmente en los ámbitos de la educación, la formación profesional y la colocación en estos países, estas personas, muchos de estos refugiados, no tendrían ganas de ir a Libia y tratar de tener un futuro mejor, principalmente a través de Libia”, dice Cochetel.

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