Gustavo Durán, dirigente del primer servicio republicano de espionaje en Madrid

Juan Manuel Olarieta

Gustavo Durán Martínez (1906-1969) nació en Barcelona, hijo del coronel de artillería retirado José Durán Labad. En 1921 inició sus estudios musicales en el Conservatorio de Madrid, adonde se había trasladado a vivir su familia. Siendo todavía muy joven, frecuentó los ambientes culturales de la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Dalí, Buñuel y García Lorca, entre otros.

Entre 1928 y 1934 residió en París, donde se dio a conocer como compositor y pianista en la compañía de Antonia Mercé, «La Argentina».

Poco antes de la guerra se unió al Quinto Regimiento de Milicias donde en dos meses obtuvo el grado de comandante por su arrojo y aptitudes de mando. Sus acciones en los primeros meses de la guerra las relató Malraux en su novela «La esperanza», escondidas bajo el nombre de uno de sus protagonistas: «Manuel».

Participó el frente de su brigada en importantes batallas (Jarama, Segovia, Guadalajara, Brunete) y, al tiempo, en el Congreso de Intelectuales Antifascistas. Ilya Ehrenburg escribió entonces a la prensa soviética que Durán era un ejemplo del intelectual en armas.

En 1937 dirigió en Madrid el Servicio de Información Militar de la República durante un mes, aunque luego Indalecio Prieto, ministro de la Guerra lo sustituyó, pasando a dirigir el XX Cuerpo del Ejército Popular republicano, donde alcanzó el grado de coronel.

Al final de la guerra huyó a Inglaterra desde Denia a bordo del crucero británico Galatea, en el que también viajaba otro coronel, el traidor Segismundo Casado, dirigente del golpe de Estado de marzo de 1939 dirigido contra la República en Madrid y colaborador del espionaje británico.

En Inglaterra Durán quiso enrolarse en el ejército británico para ir de nuevo al frente, lo que no consiguió. A mediados de agosto de 1939 conoció a su esposa, Bonte Crompton, hermana de Belinda Crompton, a su vez casada con Michael Straight. Una tercera hermana, Catherine, fue pareja del escritor británico Graham Green, vinculado a los servicios de inteligencia.

Además de amigos, Durán y Straight eran cuñados. Straight era el único agente norteamericano del grupo de intelectuales vinculados a la red de inteligencia soviética de la Universidad de Cambridge de la que formaban parte Philby, Burgess, Blunt y Maclean.

Gracias a su matrimonio Durán obtuvo el permiso de residencia en Estados Unidos y en diciembre de 1942 la nacionalidad de aquel país, incorporándose en Washington al Departamento de Estado. Su primer destino fue la embajada estadounidense en La Habana que dirigía Spruille Braden.

En la capital caribeña Durán mantuvo una relación muy estrecha con Hemingway, quien le nombró en la conocida novela «Por quién doblan las campanas». Hemingway era amigo íntimo del embajador Braden y, aunque tenía animadversion hacia el FBI, al que equiparaba a la Gestapo, se prestó a trabajar en la Isla como colaborador de los servicios de espionaje para penetrar los círculos nazis y falangistas que entonces infestaban La Habana. Para ello Hemingway pidió ayuda a Durán, creando una red de 26 antifascistas, en su mayor parte republicanos españoles exiliados.

Cuando en 1945 trasladaron al embajador Braden a Buenos Aires, Durán le acompañó a su nuevo destino. En Argentina la situación política era muy tensa en aquel momento. Perón celebraba sus primeras elecciones y Durán redactó el informe donde el departamento de Estado le acusaba de nazi, proponiendo abrir contra él un tribunal parecido al de Nuremberg. Influido por el informe de Durán, el Partido Comunista de la Argentina se posicionó erróneamente contra el peronismo.

A Perón se lo sirvieron en bandeja. Pudo decir que todo era una conspiración urdida por la embajada imperialista con la complicidad de los comunistas, es decir, que la campaña procedía del exterior, de las grandes potencias del momento. Entonces los peronistas acuñaron el lema «Braden o Perón» y respondieron al documento de Washington mencionando expresamente a Durán: «¿Qué razones, sin embargo, han inducido al Partido Comunista de la Argentina a entregarse al imperialismo yanqui?», preguntaba Perón, para agregar: «El Partido Comunista ha pactado con el imperialismo yanqui por intervención del Sr. Braden, ante quien el Sr. Gustavo Durán, su agregado civil en la Embajada de los Estados Unidos y secretario privado antes, durante y después de esa época, ha intercedido más de una vez. La participación del Sr. Durán en la alianza entre el Partido Comunista de la Argentina y el imperialismo yanqui no puede ser objeto de grandes dudas».

Durán se pudo mantener en el Departamento de Estado hasta que la guerra fría cambió las reglas del juego. Desde 1938 el espionaje británico sabía que Durán era un estrecho colaborador del gobierno republicano en la guerra civil española, lo que le valía ser considerado como «
comunista». Pero hasta entonces otras necesidades más perentorias pusieron en cuarentena esa circunstancia, que salió a relucir más tarde, durante la caza de brujas del senador McCarthy, con carácter retroactivo.

En 1938 Galíndez estaba en Madrid al servicio de Irujo como funcionario del Ministerio de Justicia. Al menos desde el siguiente año hay confirmación de que era un confidente (agente DR-10) de la inteligencia militar de Estados Unidos, y posteriormente (como agente Rojas), del FBI. A través de Galíndez el FBI conoció el trabajo de Durán al frente del Servicio de Información Militar, que Walter Krivitski y quizá también Orlov, confirmaron al desertar de la URSS.

Además, Durán fue también denunciado por Indalecio Prieto, su anterior jefe, en un informe dirigido al pleno de la dirección del PSOE reunido en Barcelona en agosto de 1938 que luego se publicó como folleto. En dicho informe Prieto explicaba los motivos de su dimisión al frente del Ministerio de la Guerra, acusando a los comunistas, entre los que mencionaba a Durán, de copar los cargos de responsabilidad en las unidades militares y, en particular, del Servicio de Información Militar, una versión que ha hecho fortuna, como todas las que culpan a los comunistas.

El 28 de diciembre de 1943, desde la embajada estadounidense en la República Dominicana, Edgard J. Ruff confirmó las vinculaciones de Durán con los comunistas y, por consiguiente, con la inteligencia soviética. La fuente de Ruff no era otra que Galíndez, entonces consejero de Trujillo en la República Dominicana.

El FBI transmitió aquellas sospechas al senador McCarthy, que el 28 de marzo de 1946 abrió una causa contra Edward K. Barsky, dirigente de la red de apoyo a los antifascistas refugiados en Estados Unidos. En la investigación aparecía el nombre de Durán como militante comunista, comandante del Ejército Popular de la República y responsable de aquella red solidaria.

El senador McCarthy, y la política exterior de Estados Unidos, empezaba a caminar por la misma senda que el franquismo. En 1946 el espionaje franquista elaboró otro informe, donde Durán figuraba con el apodo de «El Porcelana». El 9 de abril el diario falangista «Arriba» publicó el informe con la apariencia de un artículo periodístico denunciando a Duran como agente del espionaje soviético.

A su vez aquel informe sirvió de base a otro de 4 de junio del coronel Wendall Johnson, agregado militar de la embajada estadounidense en Madrid.

En 1950 Durán volvió a ser investigado y tuvo que comparecer ante la comisión del senador McCarthy, quien concedía una importante tan grande a Durán que durante una cena en Nevada le dio a conocer entre los primeros cuatro agentes soviéticos: John Service, Gustavo Durán, Mary Jane Kenney y el Dr. Harlow Sharpley (Washington Post, 13 de febrero de 1950).

Acosado, Durán tuvo que dejar el Departamento de Estado y trasladar su residencia a Nueva York, donde comenzó a trabajar en la ONU. Luego vivió en Chile unos años encabezando una delegación de la Cepal. En 1960 pasó un año al frente de la misión civil de la ONU en el Congo cuando el avión en el que viajaba Hammarskjold, el secretario general de la ONU, fue saboteado.

Murió en Creta, Grecia, el 25 de marzo de 1969, donde fue enterrado.

Siguiendo a Prieto, una historiografía fabricada «ad hoc» considera que los comunistas (y sólo los comunistas) procedieron a una penetración sobrepticia en los cargos de responsabilidad de la República, aunque sólo fuera durante un mes, como es el caso de Durán. En la II República, con excepción de los comunistas, cualquiera tenía derecho a servir en la función pública.

Naturalmente, esa estúpida historiografía también considera que por encima, por debajo y al costado del PCE estaba la URSS de Stalin, máxime cuando se hace referencia a algo tan emblemático como el Servicio de Información Militar, como también es el caso de Durán.

Esa misma historiografía considera, finalmente, que quienes no se oponen a los comunistas, como es el caso de Durán, son comunistas igualmente. Es la teoría fascista de la «comisión por omisión»: no basta con no ser comunista sino que hay que oponerse a él de manera activa y militante.

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