Nicaragua: un caso de Guerra No Convencional dirigida por el imperialismo

Mientras más noticias leemos sobre Nicaragua más nos acercamos a la metodología de la Guerra No Convencional, o lo que es lo mismo, el método para derrocar gobiernos en la postmodernidad y también para ganar dinero en aquellos casos donde la derecha, como sucede en Nicaragua, no pasa de ser un grupo de dinosaurios incapaces de articular una agenda política atractiva.

Los golpes blandos se pueden ubicar coyunturalmente en la emergencia de una nueva cosmovisión política, fruto de la casi completa digitalización de la información, de la unión indiferenciada y a crítica de la información, la comunicación y la propaganda en una esfera ciclópica (según Ignacio Ramonet), donde es difícil diferenciar cuál es cuál. Nuevas condiciones que han generado un nuevo metabolismo social, como resultado de una larga cadena de mediaciones políticas, sociales y culturales.

En este panorama político el golpe blando se ejecuta a través de una unión concatenada de poderes políticos fácticos y capitales transnacionales, laboratorios de guerra, organizaciones como la USAID y la NED, que funcionan como el brazo financiero de la CIA. Y su contraparte interna, como son los partidos de derecha, las oligarquías locales y ONG financiadas desde afuera por la USAID y la NED, grupos dirigidos tácticamente por los laboratorios de guerra y la CIA, en complicidad con los partidos de derecha, en algunos casos la jerarquía católica y las oligarquías nacionales.

El golpe suave en sí, es un catálogo de acciones políticas para generar una nueva organización del poder dentro de una lógica y un tipo de democracia a la justa medida del imperio, una democracia de las élites donde el pueblo y su autodeterminación tienen un peso nulo. Una serie de tácticas sin ética-política, de carácter manipulatorio con instrumentos económicos de desestabilización, culturales de carácter mediático, para-políticos (al margen de la política formal), paramilitares (fuera de los cauces legales del monopolio de la fuerza y la constitución).

Todas estas acciones y sus estrategias se ubican en un contexto donde la inteligencia electrónica en el ámbito de la ciberpolítica, vienen utilizados como instrumentos para instalar Asonadas Mediáticas, colocando artificialmente temas sensibles para las mayorías de las poblaciones en el horizonte mediático, para orientar la percepción de esas mayorías hacia el caos y preparar el terreno para derrocar un gobierno. En el caso de Nicaragua las reformas al INSS fueron un mero pretexto para impulsar el objetivo que siempre ha perseguido la derecha de retomar el poder, lo cual no han logrado hacer a través de las vías democráticas electorales que tanto promueven en sus discursos desde la sociedad civil.

Estas asonadas mediáticas vienen acompañadas por asonadas violentas en las calles. Sus estrategias empalman lo virtual (medios, redes sociales) con lo presencial (movimientos de calle), siendo el principal objetivo el derrocamiento de un gobierno.

El Golpe Suave ideado por Gene Sharp en su libro “De la Dictadura a la Democracia”, propone un serie de fases de violencia política y para-política en ascenso que la derecha en Nicaragua ha venido implementando como un estudiante de excelencia académica.

Una primera fase de ablandamiento psicológico manipulando ejes mediáticos sobre temas sensibles para la población como la libertad de expresión, la transparencia electoral, denuncias sobre corrupción. Todo esto con el objetivo de exacerbar el descontento y las normales contradicciones y fracturas internas dentro de cada sociedad.

En Nicaragua el 73.4 por ciento de la población maneja internet desde la telefonía móvil, de estos, casi el 90 por ciento de los usuarios se conecta para acceder a redes sociales, en particular a Facebook y Whatsapp. Siguiendo estas estadísticas se comprende que no es casual que al calor de 45 días los perfiles que han liderado la manipulación mediática, en particular la cuenta SOS Nicaragua haya generado más de 150 millones de mensajes, la inmensa mayoría de estos manipulado, con una similitud espantosa a las guarimbas venezolanas.

El patrón es común, maximizar el número de fallecidos, enlistarlos a todos como su fueran “jóvenes que se manifiestan pacíficamente”, responsabilizar al gobierno de cada acto y demonizar a Daniel Ortega como responsable absoluto de todo cuanto acontece. El final es previsible, exigir una sola cosa: “que se vayan los Ortega-Murillo”.

Simplemente estamos ante una guerra psicológica en la cual se viralizan casi todos los mensajes de la derecha y la legitimidad de un video subido en redes sociales, muchas veces ilegible, ha desplazado cualquier intento de investigación para aplicar justicia. Ante esta avalancha mediática muchos han reaccionado envueltos en una especie de hipnosis y muy poco han importado los logros sociales alcanzados en tres mandatos presidenciales, la estabilidad y seguridad que vivía el país. Quedó en el olvido los años de extrema pobreza, agudizados durante los gobiernos neoliberales, que ubicaron a Nicaragua como segundo país más pobre de América Latina.

Una segunda fase en los Golpes Suaves, dando continuidad a la anterior, es la deslegitimación del gobierno, con el objetivo de desmontar la confianza general de la población fracturando la unidad entre ética y política, a través de acusaciones públicas de totalitarismo, abuso de autoridad de instituciones como la policía y el ejército, aprovechando siempre el descontento popular de base que puede existir en la población.

Una tercera fase viene caracterizada por el “calentamiento de calle”, fomentando conflictos abiertos y movimientos de calle, con demandas políticas que en un primer momento son  reivindicaciones sectoriales y de manera ágil se convierten en reivindicaciones universales.

En el caso de Nicaragua es sorprendente ver como por primera vez se han agrupado dinosaurios de la vida política del país, ubicados en la famosa sociedad civil, con los jóvenes que lideraron en un primer momento las manifestaciones para demandar la derogación de las reformas al INSS. Estos dinosaurios, que nunca han  tenido espacio en la dinámica interna por su desgaste como figura y porque no tienen agenda, intentan acudir ante las cámaras para repetir una y otra vez que “representan a todo el pueblo nicaraguense” en su demanda por un cambio de gobierno inmediato.

Tal vez deban aprender un poco más de matemática porque están desconociendo, como mínimo, a más del 30 por ciento de la población comprometida con la pañoleta roja y negra y leal al comandante Ortega, que claman por la paz, pero no dudarían ni un instante si tuvieran que salir también a las calles para defenderla. En la última encuesta de CID Gallup, empresa costarricense de sondeo de opinión con presencia en Nicaragua, se registran cifras similares, pero la derecha tiene la verdad absoluta, o al menos intenta mostrarse así a través de las redes sociales.

La espontaneidad del movimiento “auto convocado” es cuestionable cuando a todas luces la Coalición Universitaria y de la Sociedad Civil, desde un primer momento cohesionaron  agendas para intentar aglutinar todo tipo de descontentos y resentimientos, en nombre del pueblo. Su propósito, coordinar la violencia y acrecentar la confrontación en las calles, intentando mostrar una imagen de caos generalizado y poca capacidad de actuación del gobierno local, con el respaldo de una plataforma mediática golpista, para saltar a la siguiente fase donde aparecen las armas ante la necesidad de una “auto protección de los estudiantes”.

Lo que más sorprende es que todo esto pase en tan solo 45 días, a pesar de los sobrados ejemplos que ha dado el gobierno para dialogar, encontrar una salida negociada e investigar los hechos violentos en el país. Es más que claro, la derecha nunca ha tenido esta intención sobre la mesa, el único horizonte es la frase del mes “que se vayan”.

La cuarta fase combina diferentes formas de lucha, acciones armadas justificadas en argumentos como la autodefensa ante la represión que estos grupos generan y a su vez mediáticamente acusan al gobierno que pretenden derrocar. El objetivo es crear un clima de ingobernabilidad a través de una campaña de rumores, falsas acusaciones y denuncias sin pruebas, con el objetivo final de desmoralizar las fuerzas leales al gobierno en el poder y crear fracturas internas dentro de las fuerzas militares y policiales.

La quinta y última fase, promueve la fractura institucional con tomas y quemas de instituciones y puntos sensibles de la economía y de atención al público, acompañada de presión y bloqueo general de la movilidad, creación de zonas liberadas y organización de una resistencia urbana hasta generar la renuncia del presidente y la intervención internacional, apelando al Derecho Internacional Humanitario. Si no se llega al objetivo en esta ultima fase, paralelamente se preparan las condiciones para una guerra civil prolongada.

Con lo que no contaron los operadores del Golpe de Estado contra el Gobierno de Nicaragua, quienes por cierto se encuentran en Washington cabildeando para que en la 48 sesión ordinaria de la Asamblea General de la OEA se discutiera la situación de inestabilidad política y social en Nicaragua, fue con la negativa de Luis Almagro y el reconocimiento regional al camino democrático del gobierno nicaraguense y las muestras de voluntad emitidas por el presidente para solucionar la crisis política, de conjunto con el pueblo y todos los sectores de la sociedad.

Luego de una votación para incluir el tema de Nicaragua en la agenda del organismo, el resultado fue desfavorable para los golpistas. No alcanzaron el mínimo de 18 votos requeridos para imponer el tema de su amañada “democratización” a través de un claro golpe de Estado en Nicaragua. La Comunidad Internacional respalda el camino del diálogo y una solución de la crisis a través de mecanismos pacíficos.

En recientes declaraciones de Luis Almagro, el propio controversial Secretario General de la OEA, destaca que “hay factores antidemocráticos que están operando en Nicaragua y hay mentiras también operando y nosotros hemos denunciado esas mentiras porque, en una misión que tuvimos en Managua en días pasados, al comenzar una reunión nos dijeron: ‘si ustedes quieren una solución constitucional para Nicaragua, entonces son cómplices de Ortega’”.

“Estamos diciéndole al gobierno: tiene que entrar la CIDH para investigar las violaciones a los derechos humanos y los asesinatos de manifestantes. Y el gobierno autoriza eso, no hubo ninguna táctica dilatoria ni hubo mala fe en la negociación, se cumplió, además. Les decimos: hay que crear un grupo independiente de expertos para investigar los asesinatos”. Se cumple también. Tampoco hubo maniobras dilatorias.

Simplemente se le cayó la careta a la derecha golpista y poco a poco se irán desplomando también los focos de tensión que han intentado mantener en Managua y otras ciudades aledañas para atemorizar a la población local y generar el caos. En palabras del Comandante Daniel Ortega Saavedra: “Ya sabemos lo que viene después de las batallas que llevan a las victorias, cuando son revolucionarias. Viene la contrarrevolución, ese es un principio que está instalado a lo largo de la historia de la humanidad, y toda contrarrevolución luego tiene su revolución”.

Estas guerras no convencionales no siempre han concluido en el derrocamiento de un gobierno. El caso de Nicaragua será uno de estos ejemplos, esto creo que no le ha quedado claro aun a la derecha golpista.

https://zonafrank.wordpress.com/2018/06/05/la-guerra-no-convencional-el-caso-de-nicaragua-de-excelencia-academica/

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