Cumbre en la Casa Blanca para poner fin a la pandemia de manera oficial

Biden ha invitado a la Casa Blanca a numerosos dirigentes de países extranjeros, ONG y cabecillas de la sanidad mundial a una reunión que se celebrará la próxima para preparar el fin oficial de la pandemia, pero no de las vacunas, porque el mundo debe convivir con el coronavirus para siempre.

El Presidente de Estados Unidos quiere pasar a la historia de esa manera porque sólo él y las vacunas son capaces de derrotar al virus. El plan supone que, una vez vacunados los primeros, los del furgón de cola empiecen a comprar vacunas y se las inoculen a su población. Si no tienen dinero para comparlas, hay instituciones que prestan fondos y, en última instancia, instituciones caritativas que lo harán gratis.

“Nos felicitamos por hacer lo mínimo y por hacer más que cualquier otro país, pero eso no es una buena marca”, dijo Matthew Rose, responsable de política estadounidense del Proyecto de Acceso Mundial a la Salud. “Si todo el mundo falla, entonces todos fallamos juntos. Sólo somos la cabeza de las personas que están fallando”, añadió (1).

La Casa Blanca es sólo el motor; el cierre de una pandemia mundial debe parecer un acto mundial, aunque la OMS quede al margen. El acto oficial será una cumbre (naturalmente virtual para guardar la distancia de seguridad) para apretar las tuercas de la hegemonía. El mundo tiene que reconocer indiscutiblemente a Estados Unidos como su ombligo también en materia de salud pública.

Veamos cómo lo resume el Washington Post:

“Los objetivos se compartieron con los dirigentes mundiales de la salud antes de una cumbre virtual que convocará la Casa Blanca la semana que viene, situando el evento como una oportunidad para establecer objetivos mundiales para acabar con la pandemia. Los objetivos, que se basan en metas similares establecidas por la Organización Mundial de la Salud y otros expertos en salud mundial, incluyen el suministro de miles de millones de dólares en tests, oxígeno y otros suministros a los países en desarrollo, y la creación de un sistema de financiación para pagar la respuesta sanitaria mundial para el próximo año.

“Así que antes de hablar con los dirigentes políticos, la agenda ha sido fijada por los nuevos centros de poder que son los organismos sanitarios no nacionales. Al fin y al cabo, la salud de todos depende de la salud mundial. Se habla de miles de millones, lo que permite olvidar la unidad.

“Durante la cumbre, el Presidente Biden hará un llamamiento a los jefes de Estado, jefes de gobierno y organizaciones internacionales, dirigentes empresariales, organizaciones filantrópicas y dirigentes no gubernamentales para que se unan y se comprometan a acabar con la pandemia del VIH, según una copia de una de las invitaciones revisada por The Post.

“Los participantes identificarán acciones concretas y establecerán los ambiciosos objetivos necesarios para alcanzar esta meta y preparar al mundo para las futuras amenazas a la seguridad sanitaria” (2).

Saldremos de ésta con un remarcado énfasis en la unidad mundial. El futuro seguirá lleno de “amenazas pandémicas”, pero la sanidad no la determinarán los organismos públicos de cada país, sino que vendrán establecidos por instituciones internacionales. Es algo que ya hemos conocido con el coronavirus, pero en lo sucesivo a nadie le pueden quedar dudas.

Cuando el rebaño mundial se reúne necesita un pastor que las guíe, o sea, Estados Unidos. “Defensores, legisladores y dirigentes de la sanidad mundial han presionado a Biden para que asuma un papel más importante en la lucha mundial contra el coronavirus”. No es que Estados Unidos lo pretenda, sino que el mundo solicita que encabece esta “cruzada” por la salud.

“La pieza que falta es dirección y la responsabilidad”, dijo Krishna Udayakumar, director del Instituto de Sanidad Mundial Duke, que había instado a la Casa Blanca a organizar la cumbre. “Si la respuesta mundial al covid sigue sin rumbo y fragmentada, sin palancas reales de responsabilidad, todos los compromisos bienintencionados en todo el mundo tendrán poco impacto”, añadió.

Cuando Biden diga que la pandemia ha acabado, el programa de vacunas Covax seguirá su curso por el Tercer Mundo y con él, seguirá el flujo del dinero, de los préstamos y de la caridad. A partir de ese momento ya no habrá un problema de salud, si es que alguna vez ha habido alguno, sino un problema de mercados. ¿Qué vacunas entrarán dentro de Covax y qué vacunas quedarán fuera?, ¿financiarán los bancos internacionales las vacunas cubanas, por poner un ejemplo?, ¿financiarán a los gobiernos que no quieran vacunar a su población?

Naturalmente, son preguntas retóricas, de las que ya sabemos las respuestas.

(1) https://www.washingtonpost.com/politics/2021/09/09/health-202-biden-is-poised-propose-global-vaccination-summit/
(2) https://www.washingtonpost.com/health/2021/09/13/biden-covid-global-leaders/

comentario

  1. En el 2019 todos sabíamos que íbamos a morir, pero había cierta incertidumbre sobre la forma en la que lo haríamos.
    Sin embargo, en el 2021, el panorama se ha reducido asombrosamente:
    – A los vacunados les van a meter jeringazos hasta que el veneno les rebose por donde les metieron el hisopo;
    – Los no vacunados nos vamos a morir igualmente… pero de puro asco y hastío.
    Siempre hay que ver el lado bueno: en este caso, es que todavía nos dejan elegir algo.
    ¿Quién dijo que hemos perdido la libertad?

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