Berlusconi: cuando la mafia llegó al poder en Italia

En los países mediterráneos siempre se cumple el dicho “De mortuis nihil nisi bonum”: de los muertos no se debe hablar mal porque un muerto no puede defenderse. Pero los medios de comunicación, dentro y fuera de España, han tenido otros motivos para no hablar mal de Berlusconi tras su fallecimiento. Era un magnate, una personificación del capital, y no sólo en las grandes cadenas de comunicación de su propiedad, como Mediaset, o sea, Telecinco, Cuatro, FDF, Energy, Divinity, Be Mad…

Un “emprendedor” como él arrastra el aura del “hombre que se ha hecho a sí mismo”, el triunfador, una figura cercana al “trepa”, el arribista que siempre esconde quiénes son los que le han hecho tal y como es.

A principios de los años sesenta Berlusconi no era más que un agente inmobiliario, de donde pasó a la construcción, es decir, al ladrillo, en una época de emigración y urbanismo. Para acoger a los obreros del sur, las ciudades del norte de Italia necesitaban nuevos barrios, edificios, obras y carreteras, que a su vez siempre necesitan buenos contactos políticos en ayuntamientos y ministerios para “mover los papeles”.

Pero antes que nada un “emprendedor” necesita dinero, capital y respaldo económico, que Berlusconi logró de un oscuro fondo financiero con sede en Suiza. Fue la Cosa Nostra la que puso el dinero para que el magnate fundara Fininvest, una de las diez principales empresas privadas de Italia. Las empresas de Berlusconi (Mediolanum, Mediaset, el club de fútbol A.C.Milan, la mayor editorial italiana Mondadori y una red de periódicos) lavaban los enormes beneficios del narcotráfico.

Hace bien poco los tribunales italianos lo admitieron, pero al revés: “Fininvest ha financiado a la mafia” (*). El intermediario entre ambas partes era el senador Marcello Dell’Utri, cofundador de Forza Italia y condenado en 2014 por “un delito de complicidad externa en asociación mafiosa”.

El pacto entre la Cosa Nostra y Berlusconi se firmó en 1974 con ocasión de una reunión en Milán entre el magnate, Dell’Utri, el entonces padrino de la mafia de Palermo, Stefano Bontate, y el mafioso Francesco di Carlo. Según los tribunales italianos, permaneció en vigor hasta 1992, poco antes de llegar a la Presidencia de la República.

La amalgama política y financiera estaba sellada por La Logia P2 (a la que pertenecía Berlusconi) y su escaparate electoral, la Democracia Cristiana.

A principios de los años ochenta, con la privatización de la televisión, los padrinos de Berlusconi lo llevaron hacia el sector audiovisual. Compró Telemilano, que se convertiría en el embrión de una televisión comercial, dirigida primero por Fininvest y luego por Mediaset.

Los mafiosos y los bancos hicieron a Berlusconi y quien dirigía a ambos (mafiosos y banqueros) era Michele Sindona, es decir, la mafia. Además de sus vínculos con la Cosa Nostra, Sindona tenía vínculos con el banco vaticano, luego llamado IOR (Instituto para las Obras de Religión).

Sin embargo, Berlusconi era mucho más descarado que sus apologistas y nunca renegó de sus vínculos con notorios miembros de la mafia, entre ellos con Bontate, ni con el gángster Vittorio Mangano, a quien el juez Paolo Borsellino describió como “una de las cabezas de puente de la mafia”.

En la segunda guerra de la mafia, los “corleonesi” derrotaron a los “palermitani” y Salvatore “Toto” Riina se puso al frente de la organización. Pero los recién llegados mantuvieron el acuerdo sellado en 1974 con Berlusconi. El padrino en persona cultivó las relaciones con Fininvest a través de Bettino Craxi, es decir, del partido socialista.

En 1991 Berlusconi y Dell’Utri estaban interesados en comprar la zona antigua de Palermo y fue Riina quien preparó el contrato, dos años antes de ser detenido.

Al año siguiente Berlusconi se convirtió en el Presidente de Italia y la mafia había conseguido su objetivo. Para un gángster no puede haber mayor satisfacción que llegar a lo más alto, a la cúspide de un país.

(*) http://www.lindipendente.online/2021/10/21/la-corte-di-cassazione-conferma-fininvest-ha-finanziato-la-mafia/

comentario

  1. Una amiga mía, Italiana de Venecia, hija de joyeros, me dijo hace muchos años que en tiempos de Musolini, los fascistas erradicaron la mafia, porque eran monopolistas de estado y no toleraban otra forma de organización que no fuese la de su estado. Según me dijo, fueron los EEUU los que, después de 1945 implantaron la mafia a partir de la mafia italo-estadounidense.

    No me cabe la más mínima duda de que los fascistas italianos eran monopolistas de estado. Tampoco de que el estado burgués italiano, militarmente derrotado y ocupado, tuvo que asumir una posición de sumisión, igual que Francia en 1941, y tragar con todo lo que se le impuso.

    Lo interesante aquí es estudiar qué papel juegan el lumpen-proletariado, y las organizaciones del crimen organizado que operan en países dominados por EEUU, porque hay un patrón que se repite.
    Aquí postulo unas tesis:
    1-como potencia dominante, a EEUU le interesa que fluya cuanto más capital de Italia a la metrópolis, y eso es lo que lleva a imponer esas políticas de tolerancia ante estas organizaciones, que cumplen varias funciones dentro de la economía capitalista.
    En pimer lugar, existen actividades económicas precapitalistas ( usura, prostitución, contrabando ) que sobreviven de manera secundaria en el seno de la economía capitalista. Al quedar controladas por organizaciones criminales, se concentra el capital facilitando la reinversión, y drenando el dinero, por así decirlo, entendido como un elemento que circula permanentemente.
    En segundo lugar, estas organizaciones, contribuyen a realizar la «acumulación primigenia» expulsando a gente de zonas rurales fértiles donde se podría vivir bien, para arrojarlos en manos de compradores de su fuerza de trabajo. Quien conozca a Hondureños probablemente haya oído el comentario de: » quiero traerme a mis hijos, el otro día mataron a tal o cual vecino mío y no quiero que les pase nada » o : » a mi vecino le iba bien, estaba prosperando mucho, y le mataron y le quemaron la casa».
    En tercer lugar, el mantenimiento de estas organizaciones parasitarias, es una carga para la economía nacional, suponiendo una desventaja competitiva en la producción frente a competidores de la metrópolis, o, como diría el economista Gonzalo Bernardos, se evita que esa economía esté «dopada».
    En cuarto lugar, existen ventajas políticas obvias para el ocupante. Se debilita al estado ocupado, y de remate se dispone de una fuerza auxiliar capaz de realizar trabajos sucios por encargo.
    Las atrocidades las cometen ISIS, maras, nazis ucranianos, etc. Los marines mantienen el orden.
    Misma opinión me merecen que los ecologistas burgueses, las feministas burguesas, las logias masonas o Alberto Garzón: creen estar «utilizando» al estado burgués, algo que al estado burgués les da igual porque están haciendo exáctamente lo que se espera de ellos y de forma eficiente, porque ni siquiera tienen conciencia de lo que están haciendo ni de para quién.
    En mi opinión, éste es el punto débil de tu artículo, porque da la impresión de que la mafia se apodera de un estado burgués que tiene carácter de clase. A la juventud les esperan tiempos muy difíciles, este sistema se está desmoronando y con la pandemia el estado burgués sólo ha enseñado una mínima parte de lo que es capaz de hacernos. Van a necesitar algo más duro que este artículo.

    Respecto a los masones cabría destacar lo siguiente:
    En el siglo XIX el mariscal Ney y Wellington pertenecían a la masonería. El ingenuo de Ney, pensaba durante su juicio posterior a Waterloo, que la hermandad masona iba a pesar más que los intereses burgueses defendidos por estados nacionales. Por ello le solicitó a Wellington que le salvase de la pena de muerte, pero era una amenaza para los intereses del Imperio británico y terminó fusilado igualmente.
    Ya en Roma se da una organización muy similar, que era la del culto de Mitra, en el cual se reunían los notables para comerciar con favores, y de paso ponerse hasta el culo de comer, beber y follar. El hecho de que fuese exclusivamente masculina, demuestra que eran varones quienes controlaban dichos favores, como corresponde a un mundo primitivo y violento donde la dominación social se impone por la fuerza. Eso explica el hecho de que fuese una religión elitista, mientras que se desarrollaba en paralelo una religión de esclavos, que fue el cristianismo.
    En nuestro caso, el equivalente autóctono es el Opus Dei, que concilia el poder ser católico con comerciar con favores con otros ricos.

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