Así falsificaron las cuentas de la deuda griega

En los años noventa el Tratado de Maastricht, del que ya nadie habla, impuso a los países europeos lo que entonces se calificó como “criterios de convergencia” para poder entrar en el euro, una serie de indicadores económicos uniformes, entre ellos el porcentaje de deuda, que se fijó en un máximo del 60 por ciento del PIB y el déficit público, que no podía superar el 3 por ciento.

En 1999 a Grecia le falsearon la contabilidad para poder entrar en el euro. En Bruselas todos lo saben y todos lo admiten porque creyeron que se trataba de un truco pasajero. Por su milenaria historia, Grecia era un país simbólico de la misma Europa, e incluso de eso que llaman “Occidente”, y no podía quedar fuera de la moneda única.

El engaño se conocía desde mucho tiempo atrás. En un informe de 2004 Eurostat ya denunció la “falsificación generalizada de los datos sobre el déficit y la deuda por parte de las autoridades griegas”(1). Con el desplome económico generalizado de 2007, el asunto dejó de ser un truco y se convirtió en una crisis interna e internacional. Actualmente el porcentaje de deuda de Grecia sobre el PIB es del 13 por ciento.

En un ejercicio de hipocresía, la Comisión Europea se rasgó las vestiduras y reconoció que había “descubierto” un fraude. Pero para entonces no sólo había un fraude sino dos. A la deuda griega se le sumó la deuda municipal de Italia cuando el Tribunal de Cuentas de aquel país advirtió de que durante décadas los contratos financieros de los ayuntamientos habían ocultado una parte de la deuda y, por lo tanto, los desequilibrios fiscales de las cuentas públicas.

Ambos fraudes situaron en el centro del huracán al italiano Mario Draghi, actual presidente del Banco Central Europeo. En el caso de Grecia, Draghi había sido vicepresidente para Europa del banco de negocios estadounidense Goldman Sachs. En el caso de los ayuntamientos italianos Dragi fue presidente del Banco central italiano entre 2006 y 2011. Pero en la década de los noventa ocupó el cargo de director general del Tesoro italiano, período durante el que se fraguó la ocultación del agujero municipal.

Dragi no sólo fue un gestor de Goldman Sachs sino también socio y, por lo tanto, beneficiario de los chanchullos financieros de la multinacional. Por falsear los números el banco estadounidense se llevó un botín de 600 millones de euros. No es de extrañar que cuando en 2011 Draghi presentó sus credenciales ante el Parlamento europeo tuviera que dar explicaciones de su gestión al frente de Goldman Sachs. Naturalmente que dijo que nunca supo nada del ocultamiento de la deuda griega.

Además de rasgar las vestiduras farisaicas de Bruselas, el fraude rasgó las de la propia Grecia. En 2009 el nuevo gobierno griego del “socialista” Yorgos Papandreu dijo “escandalizarse” por los trucos contables utilizados por Goldman Sachs para ocultar la deuda. Ese tipo de “escándalos” siempre funcionan de la misma manera manera: eran trucos propios del gobierno anterior, en los que los “socialistas” no tenían ninguna responsabilidad. Sin embargo, los gobiernos “socialistas” de Costas Simitis también utilizaron exactamente los mismos trucos (2).

Para tapar un fraude, Papandreu cometió otro: puso al frente de la Agencia de Deuda Pública griega a Petros Christodoulou que también había sido un lacayo de Goldman Sachs y, por lo tanto, conocía sus trucos contables a la perfección.

Pero el banco estadounidense no era sólo un asesor ajeno al gobierno griego sino el intermediario oficial de las emisiones de deuda del país heleno. La mayor parte de ella se emitía en moneda extranjera, sobre todo yenes y dólares, con lo que la fluctuación de divisas alteraba el coste real de las emisiones.

La deuda griega no es más que una estafa preparada por Goldman Sachs con la complicidad de la Unión Europea y la oligarquía financiera griega. Ahora pregúntense Ustedes cómo es posible que toda esta gentuza no esté en la cárcel. La respuesta es que no se pueden condenar ellos mismos, porque en Bruselas no hay nadie limpio. Los manejos de Draghi hubieran sido imposibles sin una tupida red de complicidades en el seno de las instituciones europeas, del poder político y del capital financiero. Donde hay un fraude hay un ocultamiento, un silencio y en 2010 Jean Claude Trichet, entonces presidente del Banco Central Europeo, se negó a entregar los documentos requeridos para conocer la verdadera dimensión de la deuda griega.

Durante dos años, el Banco Central Europeo y los grupos de presión pusieron en marcha a sus contactos para proteger a Draghi y no permitir que se llevaran a cabo auditorías en torno de las irregularidades cometidas en Grecia. Las comisiones del Parlamento europeo designadas para investigar la estafa chocaron sistemáticamente contra las redes de intereses que protegían un euro edificado sobre una cadena de mentiras. Merkel en persona respaldó a Draghi. La canciller alemana destacó que los planes del especulador sobre solvencia y estabilidad económica “coincidían con las de Alemania”.

Pues si es así, ahora que no se lamente -ni ella ni nadie- ni eche las culpas a Grecia.


(1) Eurostat confirma que Grecia redujo su déficit con derivados de Goldman Sachs, http://cincodias.com/cincodias/2011/05/13/mercados/1305380839_850215.html
(2) How Goldman Sachs Helped Greece to Mask its True Debt, http://www.spiegel.de/international/europe/greek-debt-crisis-how-goldman-sachs-helped-greece-to-mask-its-true-debt-a-676634.html

comentarios

  1. ¡Un referéndum! ¿pero donde se ha visto? Es que esos griegos no se han enterado que la democracia moderna consiste en aceptar sin rechistar lo que dicen el FMI y el Banco Mundial. Por cierto si querían no pagar sus deudas bien podrían haber montado un banco en España, que aquí somos tan generosos que regalamos cientos de miles de millones a los mismos banqueros que nos han llevado a la ruina y luego se nos olvida cobrar la deuda. diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2015/01/democracia-que-se-dejen-de-enganos.html

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