Teléfono Rojo: volamos hacia Catalunya

B.

Y es que la fraseología que se emplea en los titulares de los «mass mierda» o de desinformación y propaganda, son de tenor, si no militar, casi. El referéndum, anunciado pero nonato todavía, sobre la libre determinación del pueblo catalán -el «derecho a decidir» le llaman ahora rebajando la carga política- es intitulado de «desafío», «reto», «órdago» y, los más descarados, de «golpe de Estado». Que sepamos en este país se dio un golpe de Estado el 18 de julio del 36 y un autogolpe de Estado el 23-F. Términos paramilitares que rehusa una fascista emboscada como Victoria Prego -la del «a por ellos» en referencia a los «terroristas» de ETA, como si fuera una batida de animales o una caza de conejos- que dice que «no puede haber empate entre Cataluña y España, sino victoria de esta última dado lo que se juega». No le falta perspectiva, pues, objetivamente, si Catalunya se va, el Reino de España se medio desmorona. Estos fachas saben lo que se dicen. Y por eso critican a Rajoy, porque les parece «blando» y un «tibio». O sea, por no sacar los tanques, o, cuando menos, suspender la autonomía aplicando el artículo 155 de la Constitución que viene a ser la declaración del estado de excepción camuflado (aunque la Carta Magna, que se dice, también contemplan los estados de sitio y alarma, no dieron puntada sin hilo los «padres de la patria»). Pero Mariano, el taimado Rajoy, no caerá en esa trampa saducea que le tienden los pérfidos catalanes que, masocas ellos, lo que quieren es ver a los tanques de la Brunete española por la Diagonal barcelonesa -como desfilaron las hordas fascistas en la guerra civil «liberando» la ciudad condal- para que la prensa internacional pueda ver cómo son «oprimidos» por los gobiernos españoles. Y es que lo suyo es «hacerse las víctimas». Les puteas y se quejan, ¡descarao! Como decía Gila, si no tienen sentido del humor, ¡que se vayan a otro pueblo!

Para demostrar que no se muerde este anzuelo envenenado, el Gobierno está dispuesto a permitir ese referéndum. Lo dejo aquí porque hasta mi propia ironía me harta.

Bona tarda.

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