Semejanzas y diferencias entre el fascismo clásico y nuestros fachas folclóricos

Darío Herchhoren

Cuando comparamos a los fascismos clásicos con los nuevos fachas de toda la vida, alcanzamos a ver que realmente los nuestros son unos personajes inefables, que son peligrosos, pero que no dejan de ser unos auténticos payasos, y que ni siquiera llegan a ser fascistas en el sentido en que el fascismo se conoció en Italia y luego en Alemania.

El fascismo como doctrina aparece en un libro sobre la superioridad de la raza aria, a mediados del siglo XIX en Francia, y es obra de José de Gobineau, un marqués francés, que habla de razas superiores e inferiores, y donde pone de resalto la superioridad de la raza aria.

He aquí el primer error de Gobineau, que considera a los arios una raza. Sobre la tierra hay raza blanca, negra, amarilla y cobriza, y no hay más. Los arios son un pueblo originario de la India, que luego ocupa partes del norte de Europa, dando origen a la nación alemana, a la sueca, a la noruega y a la danesa.

Si consultamos al antropólogo norteamericano Raimond Ferst, en su libro Razas Humanas, nos dice que las razas humanas en tiempos de los faraones de Egipto, estaban tan mezcladas como lo están hoy. Raimond Ferst, escribió su libro en el siglo XX, y hay una edición actualizada del mismo publicada por la editorial Eudeba de Buenos Aires, de los años setenta del pasado siglo.

Siguiendo su pensamiento, debemos llegar a la conclusión de que en realidad hablar de razas en estos tiempos es un anacronismo, y que lo correcto sería hablar de pueblos que habitan la tierra.

Pero, el objeto de esta entrada, es señalar algunas de las características del fascismo en sus diversas versiones; y por eso es de señalar como una característica fundamental la intervención del estado en la economía, y sobre todo poner de manifiesta que tanto en Italia como en Alemania donde el fascismo dispuso de todo el poder, su aparición se produce cuando el movimiento obrero está en plena efervescencia, y muy cerca de tomar el poder. En Italia las revueltas obreras en el norte, y sobre todo en Milán, Génova y Turín, donde las empresas están en situación de quiebra, y presagian un mal final, es donde el fascismo, recurre a la fuerza para aterrorizar a la población y promete orden, y sobre todo trabajo a los miles de desempleados que pululan por las ciudades poniendo en peligro el orden establecido.

Las fuerzas de izquierda como el partido socialista y el partido comunista encabezaban la lucha de los trabajadores en paro, por mantener activas las fábricas, tomándolas físicamente y haciéndolas funcionar sin sus patrones. Empresas como Ansaldo, Fiat, Olivetti, Pirelli que eran los motores de la economía italiana estaban exhaustas como consecuencia de la guerra mundial de 1914 1918, y la monarquía junto a los patronos, llaman en su auxilio a los fascistas, que con Mussolini al frente llegan a Roma, y son bendecidos por el rey Victor Manuel Saboya, quien nombra primer ministro a Mussolini.

Este inmediatamente pone en marcha su programa que consiste en inyectar enormes sumas de dinero en las empresas quebradas, prohibir las huelgas y el «lock out» patronal, bajar los salarios y acabar con los partidos políticos salvo el partido fascista. Todo ello con una feroz represión de las disidencias, para lo cual crea la OVRA, policía política que servirá de modelo a Hitler para crear la Gestapo.

Aquí es cuando la burguesía recibe a Mussolini como salvador, pero éste le impone como condición sine qua non, que la economía estará fuertemente intervenida por el estado, y nombra veedores en todas las grandes empresas, y se instaura una economía planificada. El estado se pone al servicio del gran capital; y es más; se produce una alianza del gran capital con el estado, en contra de la clase obrera, que es sometida y humillada.

En Alemania pasa exactamente lo mismo. Empresas como AEG, IG Farben, Pelikan, Telefunken, Bayer, Schering, Krupp, Schindler, que estaban pasando grandes dificultades, reciben el apoyo cuantioso del estado, y a cambio de ello deben acatar las instrucciones y órdenes que el estado nazi les impone.

La economía se planifica; no hay parados, y los salarios se bajan. No hay huelgas ni conflictos, y para garantizar esa situación de paz, está el partido nazi y la Gestapo.

Pero, ¿qué pasó en España?. España al declararse la guerra civil entre 1936 y 1939, era un país enormemente atrasado, con una parte importante de la población analfabeta, con un muy escaso desarrollo industrial, y luego de la guerra civil, destrozado y arrasado. Era una situación muy distinta a la de Italia y Alemania, que eran paises desarrollados. El fascismo español, dedica sus esfuerzos a la exportación de materias primas con muy poco valor agregado, a la producción de alimentos y gracias a su clima a promover el turismo barato y de baja calidad. Los fascistas españoles copian el saludo fascista (saludo romano), copian el águila imperial de Mussolini y crean el águila de San Juan; y en los desfiles militares del 18 de julio, día de la victoria fascista en la guerra civil, muestran un poderío militar iservible, que solo sirve para reprimir al propio pueblo español; se prohiben las huelgas y no hay partidos políticos. Solo existe el Movimiento Nacional, que es la falange española.

Al momento actual en Italia las ideas fascistas están siendo derrotadas; y en Alemania hay un cordón sanitario que impide que los nazis vuelvan a tener algún poder, aunque este sea municipal.

En España, el Partido Popular, continuador ideológico de la falange, se declara liberal en lo económico, y niega al estado cualquier intervención en la economía. El antiguo modelo ya está en desuso.

Pero al Partido Popular le ha salido un hijo díscolo; y ha parido a Vox, una formación abiertamente fascista, sin tapujos, pero que también en lo económico adhiere al liberalismo; es decir que el viejo fascismo se ha convertido en el nuevo partido de fachas, ya ni siquiera fascistas. El fascismo siempre tuvo como divisa la defensa del interés de la industria nacional y del trabajo nacional; pero estos fachas quieren seguir en la Otan, en la UE; y hablan de la oferta y la demanda como único fiel de la balanza que debe presidir la economía. ¿En qué quedaron las viejas ideas de protección del estado nacional, de la producción nacional, del trabajo nacional? Era todo un bulo. El fascismo nunca protegió la economía nacional, ni el trabajo nacional, ni la industria nacional. Lo único que hizo fue defender los intereses de la gran burguesía. Han descendido a la categoría de fachas en vez de fascistas.

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