Oro parece, plata no es

B.

Al margen de la incoherencia y contradicción que supone la estafa de proclamar un discurso cuyos parágrafos y acápites el primero que no los cumple es quien lo pronuncia, que del casoplón de la pareja fantástica Montero & Iglesias hablamos, ya lo habrán adivinado, o de la absoluta impostura política -antipolítica, más bien- y contrafuero que supone consultar a las bases de un partido o movimiento político sobre un capricho personal como es la compra de una casa del copón, o sea, una suerte de blanqueo de una decisión a todas luces impropia de quien se reclama «antisistema», «anticasta» -esto ya menos- y, por supuesto, de «izquierdas». Teníamos entendido que a la militancia se la consulta sobre lo acertado o no de una determinada línea política seguida en según qué coyunturas, especialmente en partidos filorojillos.

Al margen de esto, decimos, se ha colado de matute y dado por bueno un mantra que se ha oído todo el rato, a saber:la cantinela de que cada cual, cada hijo de vecino, puede hacer con su dinero lo que le dé la gana, siempre -se pone como condición teológico-ética- que se haya ganado honradamente… En otras palabras, a nadie le debe importar en qué se gasta uno sus cuartos, o en qué hipotecas se mete, salvo cuando el sujeto agente se mete en carajales e incoherencias públicas de quien predica trigo pero no da un gramo mirando, además, por lo suyo, por lo personal. O critica a unos y luego hace lo que critica al minuto siguiente. Y esto no, mire usted: ¡hay que ser coherente!

Lo que no parece importar es el origen del dinero que permite los lujos, como si el vicio privado fuera una virtud pública que mueve y promueve la circulación del dinero activando la economía al decir del cachondo Mandeville. Es el colmo de la liberalidad y el laissez faire que no pregunta por el origen de las fortunas siempre que se hayan ganado honradamente y, sobre todo, no se critiquen, incoherentemente, las fortunas ajenas de las que tampoco haremos preguntas sobre su origen olvidando el dicho de Balzac que decía que «detrás de toda gran fortuna hay un crimen».

En un país donde existe la pobreza, los desahucios, pensiones misérrimas, etc. y donde la mayoría es asalariada que jamás podrá soñar -bastante si le llega el salario a fin de mes mientras echa la quiniela- con casoplones -ni falta que hace- ni yates, cual pequeñoburgués, se pretende que se dé por hecho que la honradez no tiene que ver con la abultada cuenta corriente de quienes, encima, se lo llevan a paraísos fiscales y lavan dinero negro. No es propio de un marxista hablar de «ricos» y «pobres» -más en la onda de un socialcristianismo-, sino de explotados y explotadores y por eso nos interesa saber el origen de las fortunas de estos últimos que jamás de los jamases serán honradas sino robadas.

Y luego dicen que el pescado es caro… O que los diputados españoles cobran poco.Encima cachondeo.

Buenas tardes.

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