Ha muerto en Brasil una de las cobayas humanas que participaba en las pruebas de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus. Aunque el fallecimiento fue anunciado ayer por la Agencia Brasileña de Vigilancia Sanitaria (1), se produjo el día 15 de este mes.
La víctima es Joao Pedro Rodrigues Feitosa, un médico de 28 años que trabajaba en las unidades de cuidados intensivos de dos hospitales de Rio de Janeiro. Acabó sus estudios el año pasado en la Universidad Federal de dicha ciudad, que participa en la elaboración de su propia vacuna.
La cotización de las acciones de la empresa farmacéutica ha caído a su nivel más bajo desde el mes de abril.
En agosto la Unión Europea compró 300 millones de dosis de dicha vacuna, a pesar de que aún no ha superado los ensayos clínicos. El gobierno del PSOE y Podemos también tenía comprometidas 31 millones de dosis con AstraZeneca, a la que pagó más de 50 millones de euros.
La empresa británica había obtenido inmunidad de la Unión Europea por cualquier muerte, enfermedad o efecto secundario que la vacuna pudiera producir en la población.
AstraZeneca participa en la Operación Velocidad Punta (Warp Speed) que ha puesto en marcha el gobierno de Trump, del que ha percibido importantes cantidades de dinero para la fabricación de la vacuna.
Paralelamente a las subvenciones, la empresa es objeto de una investigación del Ministerio de Justicia estadounidense por corrupción de funcionarios de salud en Irak.
Los ensayos habían quedado suspendidos desde setiembre ya que otras dos cobayas presentaron importantes efectos secundarios. Una de ellas fue una británica que desarrolló mielitis transversa, una inflamación poco común de la médula espinal causada por infecciones virales.
El New York Times informó de otra cobaya de la vacuna que contrajo la misma enfermedad.
Actualmente hay 18.000 personas que participan en cuatro ensayos en todo el mundo con la misma vacuna: dos en Gran Bretaña, uno en Brasil y otro en Sudáfrica. Una de ellas es el español Joan Pons Laplana, quien reconoció que la vacuna “no impide el contagio del virus, sino que previene el desarrollo de síntomas graves de la enfermedad”.
En Estados Unidos la FDA prohibió a la farmacéutica reanudar las pruebas por razones de seguridad y justamente ayer se anunció que estaban a punto de autorizarlo cuando les ha llegado este nuevo traspiés (2).
Además de AstraZeneca, en Brasil también se experimentan las vacunas de otras empresas, como Johnson & Johnson y el consorcio formado por BioNTech (Alemania) y Wyeth/Pfizer (Estados Unidos), así como la fabricada por la empresa china Sinovac.
La farmacéutica AstraZeneca se fundó en 1913 en Suecia con el nombre de Astra AB. Se enriqueció al introducir la penicilina en Suecia en 1948 con lo que logró grandes beneficios que financiaron su expansión.
En los noventa, con la explosión de las empresas farmacéuticas, Astra AB empezó a buscar socios para seguir creciendo. En 1998 se fusionó con Zeneca Group, una empresa británica del sector químico.
Zeneca nació de una división de Imperial Chemical Industries (ICI), fundada en 1926 en Gran Bretaña. Durante gran parte del siglo pasado, ICI se encargó de fabricar plásticos, polímeros, material electrónico, químicos, fragancias y fármacos.
En 1993 la empresa se escindió para que Zeneca se especializara en el negocio farmacéutico. En pocos años adquirió otras empresas más pequeñas que la llevaron, finalmente, a anunciar su fusión con Astra AB en 1998.
Luego el monopolio se asoció a especuladores financieros internacionales y empresas de capital riesgo, entre los que destaca el conocido fondo buitre BlackRock.
No obstante, para edulcorar el verdadero objetivo económico de la empresa, ha asociado el nombre de su vacuna a la Universidad de Oxford.
(1) https://oglobo.globo.com/sociedade/voluntario-brasileiro-para-vacina-de-oxford-morre-laboratorio-nao-informa-se-ele-recebeu-imunizante-24704301
(2) https://www.elcomercio.com/tendencias/ensayo-vacuna-astrazeneca-covid19-eeuu.html
Más información:
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