Los vínculos de los fascistas con los yihadistas (y con la policía)

El fascista francés Claude Hermant
Un rasgo de los fascistas es que alardean de nacionalismo, de que los autóctonos están primero y luego todos los demás. Son xenófobos, no les gustan los que no son “de aquí”, sobre todo si la religión no coincide con la dominante (islam) o si la piel es de otro color, siendo especialmente negativo el negro.

Nada nos puede resultar más extraño que las conexiones de un fascista con un negro, que además es islamista, como Amedi Coulibaly, implicado en el asesinato de un policía en enero de 2015, es decir, durante la paranoia francesa que siguió a los atentados contra la revista satírica Charlie Hebdo.

Ocurrió hace dos años y ya no es noticia. Nadie se acuerda se aquello, pero antes de cometer el asesinato Coulibaly se entrevistó en 2009 con el Presidente francés, que en aquella época era, Sarkozy, como ya informamos aquí.

Desde hace dos años en Francia siguen saliendo los trapos sucios de aquellos y otros atentados, a cada cual más curioso. El último pone de manifiesto los vínculos de los fascistas con los yihadistas y asegura que quien vendió las armas a Coulibaly fue Claude Hermant que, además de fascista era confidente de la policía.

Durante años la policía francesa le ha estado encubriendo y protegiendo porque era una manera de protegerse a sí misma, es decir, la policía es, junto al yihadismo y el fascismo, la tercera pata del banco o, dicho de otra manera, los atentados islamistas en Francia también son “de falsa bandera”, como se dice ahora.

La información arranca de Lille, la ciudad francesa cuya gendarmería conoció desde el primer minuto que quien había entregado las armas a Coulibaly era un confidente suyo,Hermant, miembro de los grupos fascistas de aquella localidad, a pesar de lo cual no informó de ello al juez hasta el mes de junio.

Aunque se trataba del asesinato de un policía, tanto la brigada criminal como la subdirección antiterrorista ocultaron a los jueces que Hermant era su confidente en un informe elaborado el 20 de enero de 2015, cuando Hermant fue detenido. Se limitaron a calificarle como “una figura de la extrema derecha identitaria”, omitiendo todos los demás datos que tenían sobre él.

El fascista de Lille era propietario de la armería Seth-Outdoor y vendió las armas a un intermediario llamado Samir que, a su vez, se las vendió al yihadista “con motivo de operaciones de infiltración por cuenta de la gendarmería”, según ha reconocido al juez, por lo que su papel era el de intermediario. Quien entregó las armas con las que se cometió el crimen fueron los propios gendarmes.

La policía no sólo oculta información de un crimen de la máxima relevancia, oculta a su informador y, además, también oculta a Samir, el intermediario, a quien no detiene hasta cuatro meses después, de tal manera que hasta el mes de junio los jueces no determinan el vínculo que va de Hermant a Coulibaly y, por lo tanto, el origen del arma con el que se cometió el asesinato del policía francés.

Sin embargo, el juez de Lille que tiene la trama delante de sus ojos, o bien es idiota (lo cual no se debe descartar tratándose de un juez) o mira para otro lado (que es lo más probable) porque califica de “casual” la detención del fascista armero, cuando toda la prensa había establecido su vínculo con los atentados de París.

Hermant era conocido por los antifascistas de Lille desde hacía muchos años porque había sido paracaidista en el ejército, mercenario a sueldo de Croacia durante la Guerra contra Yugoeslavia, vigilante de seguridad, guardaespaldas del Frente Nacional y un matón profesional con el que se habían enfrentado muchas veces. La policía le seguía los pasos muy de cerca y abrió un atestado para investigarle ocho meses antes de los atentados de París. “¿Por qué no hicieron nada para impedirlos?”, ha preguntado su propio abogado.

Aunque ya nadie se acuerda de estas “cosillas”, conviene recordar lo que Hermant contó al diario Libération hace muchos años, el 6 de junio de 2001, porque a algunos les sonará al viejo Gladio de la OTAN y la Guerra Fría: los matones del Frente Nacional, los más criminales entre los fascistas, fueron formados por miembros de la inteligencia para “organizar la desestabilización de ciertos barrios o de ciudades desfavorables a las ideas del Frente [Nacional][…] Infiltrar. Contactar con las bandas. Incitar a la violencia o la rebelión […] En un barrio, si quemais un coche, en una hora tendréis, nueve de cada diez veces, a otros quince ardiendo […] Haciendo avanzar la inseguridad hacéis progresar al electorado del Frente [Nacional] (*).

Como ven, lo que ocurre hoy, tanto en la Europa civilizada como en el Tercer Mundo salvaje, es el programa que los fascistas anunciaron hace muchos años, antes incluso de los atentados a las Torres Gemelas o las Primaveras Árabes. Es un programa en el que participan los yihadistas, los fascistas y… la gendarmería. No hace falta irse a Siria para comprender el origen de todos estos horrendos crímenes que tanto escandalizan a los farsantes de los medios de comunicación.

(*) http://www.liberation.fr/societe/2001/06/06/confessions-d-un-fantome_367082

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