Las negociaciones ‘de paz‘ están favoreciendo a los yihadistas

El ministro ruso Serguei Lvrov
El Grupo Internacional de Apoyo a Siria, llamado Giss, que son los 17 países involucrados primero en la agresión y luego en la “resolución” de la guerra, se reunió ayer en Viena para acelerar la transición en Damasco.

Durante la conferencia de prensa posterior, el ministro ruso de Asuntos Exteriores Serguei Lavrov definió bastante bien tanto la posición rusa como el rumbo general de las negociaciones. Según el ministro, Moscú “no apoya al régimen sirio de Bashar Al-Assad sino que combate al terrorismo”.

Para Lavrov se trata de “eficacia” porque sobre el terreno, Rusia no encuentra mejores fuerzas para esa lucha que el ejército regular y sus aliados.

El alto el fuego no ha mejorado la perspectiva rusa sobre la guerra. No hay más que leer la prensa internacional para apercibirse de que los imperialistas han vuelto a poner a Rusia a la defensiva, obligando a sus diplomáticos a tener que dar explicaciones por su apoyo al gobierno de Damasco.

Pero, ¿por qué tienen que ser ellos los que den explicaciones y no los imperialistas que han desatado la guerra?

El caso es que, una vez que al problema le han dado un giro de 180 grados, todo vuelve a aparecer al revés: ayer no se habló en Viena sobre la manera más rápida de acabar con las agresiones del Califato Islámico y el Frente Al-Nosra sino de acabar lo más rápidamente posible con el gobierno de Damasco o, dicho en otras palabras, de “acelerar la transición política”.

Este planteamiento se pone encima de la mesa cuando en los campos de batalla continúan los choques y, al mismo tiempo que charlaban en Viena, los yihadistas tomaban un hospital en Deir Ez-Zor.

No se habló para nada de aplastar a las organizaciones yihadistas, por lo que si en Damasco se emprende una transición política en medio de la guerra, el chantaje está servido y algunos van a poder jugar con dos barajas, la de la legalidad y la de la ilegalidad, como ya está ocurriendo, de hecho.

En Viena los negociadores han ratificado la fecha de 1 de agosto para crear un ente de transición, pero no han puesto fecha para aplastar al Califato Islámico y al Frente Al-Nosra.

Es más, a partir de un determinado momento, tras la captura de Palmira, el avance del ejército regular se ha frenado de manera ostensible, y no sólo se han atascado en Alepo sino que en la misma Palmira, las fuerzas del Califato Islámico vuelven a estrechar el cerco sobre sus posiciones.

La conclusión es obvia: hasta la fecha las negociaciones están perjudicando militarmente al ejército regular.

La premura de los imperialistas y sus secuaces tiene por objeto crear una falsa impresión para el futuro, absolutamente intolerable: la de situar al gobierno de Al-Assad como máximo responsable de la guerra. Todo indica que la “paz” sólo llegará a Siria con la caída del gobierno actual que, a fin de cuentas, eran los planes de los imperialistas (y de Arabia saudí y Turquía) desde el comienzo.

Se puede decir eso mismo de otra manera, para que nadie se llame a engaño: el replanteamiento de la guerra de Siria en las negociaciones de paz significa que a los imperialistas el famoso terrorismo les sigue importando un bledo y que su objetivo no es otro que acabar con Bashar Al-Assad. ¿Debemos sorprendernos por ello?

Todo lo expuesto no significa que en Damasco la situación pueda continuar como si nada hubiera ocurrido y que el gobierno actual no deba hacer concesiones políticas y económicas. No se trata de eso, sino de a quién debe hacer esas concesiones.

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