Las grandes potencias planean la creación de un cártel anti-OPEP

Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea han iniciado las conversaciones preliminares para crear una organización de países importadores de petróleo, ha anunciado la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen.

Las conversaciones, que calificó como “muy activas”, tratan de formar un cártel de consumidores de petróleo entre Washington y sus aliados occidentales. 

Este es uno de los principales objetivos de un viaje a Europa de varios funcionarios del Tesoro estadounidense este mes. La intención es recuperar cierto control sobre la evolución de los precios mundiales. Se supone que el G7, que celebrará una cumbre en Alemania a finales de mes, proporcionará el marco para este acuerdo de compra de petróleo, aunque todavía no está claro cuáles podrían ser exactamente los términos de la intervención en el mercado.

El mes pasado, durante una visita a Estados Unidos, el Presidente del gobierno italiano, Mario Draghi, ya utilizó el término “cártel de compradores” para persuadir a la OPEP de que aumente la producción.

Las conversaciones determinarían que el nuevo organismo contrataría las compras a granel y luego asignaría los volúmenes a cada estado consumidor.

Hace casi 50 años se creó la Agencia Internacional de la Energía (AIE) para defender los intereses petroleros de los paises capitalistas más poderosos. Sin embargo, nunca se ha hablado de contratos colectivos, y sus miembros habrían tenido que acordar un mecanismo conjunto para recurrir a sus reservas estratégicas.

Europa se planteó la puesta en común de la demanda en 2014, tras el Golpe de Estado en Ucrania. Entonces la AIE dijo que la Unión Europea no debería pensar en un cártel de compradores, sino en construir un verdadero mercado único europeo de la energía y trabajar para desconectarse gradualmente de los suministros rusos. Esta última recomendación quedó en papel mojado hasta este año.

Una organización de países importadores de petróleo sigue teniendo grandes obstáculos. En primer lugar, los europeos se enfrentarán a un dilema político, ya que Bruselas se vería obligada a situar su seguridad energética por encima de su doctrina fundamental de la libre competencia, ya que atacar los cárteles de cualquier tipo forma parte de la construcción de Europa, y por tanto de la identidad de las instituciones de los 27.

Pero el plan es inviable, fundamentalmente porque la OPEP sólo tiene dos millones de barriles diarios de capacidad de reserva, en el mejor de los casos, lo que evidentemente está lejos de cubrir el actual suministro ruso, del que los europeos pretenden prescindir.

Por ello, la grandes potencias ha ideado otro plan, junto con el cártel de compradores, que supuestamente permitirá vender petróleo ruso a China e India en el futuro sin demasiada vergüenza, es decir, sin aplicarles las llamadas “sanciones secundarias” de Occidente por su cooperación con Moscú.

Yellen ha declarado que quiere que el crudo ruso pueda “seguir fluyendo hacia el mercado mundial, para contener los precios mundiales y tratar de evitar un pico que provoque una recesión internacional”.

Según el Wall Street Journal, el G7 está buscando a las compañías de seguros de carga, principalmente británicas y de Europa Occidental, para obligarlas a fijar un tope de precios a los envíos de petróleo ruso. Un cliente que aceptara pagar más del límite acordado estaría sujeto a medidas punitivas euroamericanas. Otro supuesto que sugiere, en todo el mundo, que el G7 no es más que otro cártel más, con el poder de sancionar financieramente a los países de siempre: Rusia, China…

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