La agresión imperialista contra Siria (y 3)

Eduardo Luque

[…] Las similitudes entre el caso libio y sirio son muchas; también algunos de sus personajes; el primero, el expresidente Sarkozy. Éste se reunía el 6 de septiembre del 2011 en el Palacio del Eliseo con el patriarca maronita de Siria, S. B. Bechara Boutros Rahi, principal autoridad de la más importante iglesia oriental vinculada a Roma. En esa tensa y tormentosa reunión adelantó dos hechos: que la guerra contra Siria estaba decidida y que se impondría en el poder a los Hermanos Musulmanes.

El segundo actor fue el ministro de Asuntos Exteriores francés Alain Juppé; condenado a 18 meses de cárcel por corrupción, fue rescatado del ostracismo político por su mentor, el presidente francés. Sin embargo los medios occidentales hicieron un enorme ejercicio de desmemoria y se olvidaron de su pasado inmediato.

El tercer personaje es el presidente Obama, que continúa su política de reconfiguración de Oriente Próximo. El cuarto es David Cameron, un mediocre político sin ideas, que se propone como recolonizador del antiguo imperio británico. El Estado de Israel se apresta a intervenir militarmente cuando vea la ocasión. Dos nuevos elementos se incorporan: la monarquía absolutista de Jordania, y Turquía (de donde proceden las armas que nutren a los grupos militares en territorio sirio). Un confuso incidente, donde un peregrino turco y el chófer del autobús resultaron heridos por pedradas, fue presentado en Occidente como el asesinato de estas personas a manos del ejército sirio; el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Ahmet Davutoglu, insinuó que Ankara podría considerar una acción militar contra Siria si el presidente Al-Assad no abandona el gobierno de forma “inmediata e incondicional”. El presidente turco Erdogán comparó inmediatamente al gobierno sirio con “Hitler y Mussolini”.

Los rumores de una intervención militar desde Turquía que permitiera a la OTAN actuar en defensa de uno de sus miembros son alentados por la inteligencia israelí. Estamos en una fase de guerra no convencional, con envío de mercenarios y de fuerzas especiales para desestabilizar el régimen. La narración que se nos ofrece por parte de los medios nos aleja de esta realidad. El abismo entre la imagen y la realidad se hace cada vez más sangrante. ¿Por qué hemos de fiarnos de unos medios de comunicación occidentales que, como hemos visto en el caso de Irak, Afganistán, Libia, han tergiversado la realidad hasta convertirla en una parodia de sí misma? Internet no es necesariamente la fuente de la sabiduría y la verdad sino un moderno campo de batalla para la desinformación y el control de la opinión pública. ¿Debemos pasar por alto que los países propulsores del genocidio iraquí (EEUU, Francia, Inglaterra, Arabia Saudita) sean los que guíen y nos muestren quién es bueno y quién malo ¿Precisamente ellos? ¿Es más veraz su palabra que la de los cancilleres rusos o chinos?

Siria, como hemos señalado, es una pieza clave en el proyecto de reconfiguración geoestratégica de EEUU y la OTAN. La intervención político-militar abarcaría desde el norte de África hasta Asia central. El imperio y los países de la Unión Europea no tienen problema en aliarse a sectores confesionales mientras no cuestionen el modelo neoliberal. Importa bien poco que los nuevos gobernantes no respeten ni los más elementales derechos humanos. El caso libio con la imposición de la Sharia como fuente del derecho es el ejemplo más inmediato. Occidente no cuestiona las dictaduras medievales de Arabia Saudita, Qatar o Barhein; en cambio, un país laico como Siria es inaceptable. La guerra contra Siria puede fácilmente evolucionar hacia una guerra de la OTAN y Estados Unidos contra Irán. En noviembre el veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU evitó la acción militar. La situación es extraordinariamente tensa en la zona. Al envío de dos portaviones y su escolta por los EEUU, Rusia ha respondido enviando unidades de guerra electrónica de la flota del Mar Negro: un portaviones ruso y su escolta se dirigen desde el Báltico a la costa siria. Para Rusia los puertos en territorio sirio son vitales por su carácter estratégico; si China cedió en el caso libio fue porque se la amenazó con cortar el flujo de petróleo desde Arabia Saudita, una situación que puede repetirse. Rusia no parece estar dispuesta a admitirlo.

El silencio de la izquierda ha sido clamoroso. Nada ha salido de Europa en el caso libio y menos aún en el caso sirio, nada excepto el apoyo indirecto a los países occidentales. Ni pacifistas ni izquierdistas, ni izquierdas alternativas. Ni el Partido de la Izquierda Europea ni alguno de sus componentes. Los intelectuales y artistas han desaparecido del campo de la crítica. Los dirigentes sindicales ni están ni se les espera, ellos también se han manifestado a favor de la intervención. No ha servido de nada el ejemplo libio con sus miles, decenas de miles de muertos civiles. Un país que cae en manos de fuerzas políticas reaccionarias, donde se privatizan los recursos públicos y el terror se expande no merece ni la más pequeña reflexión. ¿Tienen derecho a defenderse un país y un gobierno cercados militar y económicamente por fuerzas extranjeras? Según la izquierda occidental no tienen ningún derecho. La tele o Youtube nos dicen quién es dictador y quien demócrata. Libia se ha convertido en un inmenso cementerio por efecto de las bombas de la OTAN; ahora se pretende lo mismo con Siria. Ni por activa ni por pasiva se puede ser cómplice de un crimen. Frente a la OTAN solo podemos exigir su disolución. No puede haber posiciones neutrales frente al exterminio de los pueblos. Decir “Ni OTAN ni Al-Assad” es decir en la práctica “Sí a la OTAN”. La no movilización contra la guerra es la que permite también a los criminales extenderla por doquier, porque en definitiva y como diría Edmund Burke “Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada”.

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