¿Es España un estado fascista?

Darío Herchhoren

Se que el tema es peliagudo, y lo he meditado mucho antes de escribir lo que pienso sobre esto, pero considero necesario expresar mi opinión sin tapujos y sin miedo a discrepar con otras opiniones distintas a la mía.

Como paso previo a comprender lo que esto significa es necesario despojarse de las imágenes terroríficas que producían los desfiles marciales de las SS en Alemania, con sus antorchas y sus estandartes, que estaban armados precisamente para producir terror.

Tampoco es necesario recordar a los fascistas italianos reunidos en la plaza para escuchar a un Benito Mussolini con el casco y el águila imperial romana en su intento vano por resucitar el antiguo imperio.

Pero si es necesario evocar sin descanso y para que sea recordado para la eternidad los campos de exterminio con sus cámaras de gas, sus hornos crematorios, sus montañas de zapatitos de niño, sus montones de pelo humano, sus panes de jabón fabricados con la grasa de los cuerpos de los judíos, sus tesoros constituidos por dientes y muelas de oro arrancados de las bocas de los desgraciados prisioneros de los campos de concentración.

La derrota de la República Española, y el triunfo del franquismo, que no es otra cosa que la versión hispana del nazismo y el fascismo, significó la ascensión de una confusa ideología a la que se llamó nacional catolicismo; y que se nutrió de las tradiciones más bárbaras que arrancan con los Reyes Católicos y las posteriores persecuciones de los «infieles» a manos de la Santa Inquisición.

En esto, España fue precursora, y se adelantó en varios siglos a los saqueos y robos del tercer Reich alemán.

Pero hay un hecho que marca la enorme diferencia entre el final del fascismo en Italia y Alemania y lo que ocurrió en España. En los dos primeros países el fascismo fue derrotado en la guerra mundial; y en cambio en España, el fascismo simuló su muerte, travistiéndose de «democracia», y pactando su transformación en lo que se llamó la «transición», que se nos quiere vender como una etapa de paz y entendimiento.

Debo recordar al lector que en la «pacífica» transición hubo alrededor de mil muertos a manos de las «fuerzas del orden» o de individuos cercanos a esas fuerzas. (Menos mal que eran fuerzas del orden; porque si hubieran sido fuerzas del desorden…).

Una de las características; y no la única ni la más importante; es que la Policía, la Guardia Civil y los ejércitos, nunca fueron depurados de sus elementos más violentos y retrógrados, ni lo fue la administración pública, donde todavía a día de hoy perviven formas y modos franquistas a manos de los mismos funcionarios del franquismo, o de sus hijos o nietos.

El continuador ideológico del franquismo que es el PP, anteriormente AP, mantiene en sus puestos a conocidas figuras del franquismo en la policía, los ejércitos y sobre todo la judicatura, donde cabe destacar a la siniestra Audiencia Nacional, que es la continuadora del tenebroso Tribunal de Orden Público, que sirvió para acabar con toda discrepancia política, social, cultural o sindical en España.

Pero lo más grave de todo esto, es que durante los casi 40 años de fascismo español, y en la posterior transición y «democracia» vigilada, todo el aparato ideológico del franquismo que está constituido por la prensa, la televisión, la enseñanza, buena parte del estamento universitario y sobre todo la iglesia católica y sus instituciones como el Opus Dei, la Conferencia Episcopal, siguen manteniendo un enorme poder económico a través de la escuela concertada, los colegios privados, los obispos y sobre todo de las enormes sumas de dinero que la iglesia católica recibe del estado español; permanece intacto, y ha hecho escuela dentro del aparato del estado, y por esa razón hoy asistimos a discursos como los de los obispos de Alcalá y de Córdoba, que se parecen mucho a las amables peroratas del General Queipo de Llano a través de las ondas radiales.

Así tenemos jueces que condenan «en conciencia» al margen de pruebas objetivas; a fiscales que acusan de gravísimos delitos a personas que les son simplemente incómodas (titiriteros, raperos, cantantes); y esa escuela tiene toda la apariencia de que va a continuar.

Es por eso que cuando algunos compañeros me dicen que España no es un estado fascista, les respondo que como el dios Jano, el fascismo tiene muchas caras, y que para que un estado sea fascista, no hacen falta desfiles con antorchas, ni cascos imperiales con águilas romanas, ni levantar el brazo en alto. Solo basta ver la realidad, que es abrumadora. Que cada uno saque las conclusiones que quiera.

comentarios

  1. Un Estado fascista es cualquier Estado capitalista, no es necesario que esté bajo un dictador con nombre y apellidos. El fascismo es la opresión del capitalismo en sí.

  2. Siempre estais con lo mismo, en democracia burguesa también hay represión y torturas a los revolucionarios, y mas en la etapa imperialista del capitalismo, ejemplos de ellos hay en USA y otros paises desarrollados que se practica la detención y tortura sistemática, podriamos decir que estamos en una democracia imperialista monopolista, distinta a la democracia liberal del siglo XIX, pero no en un modelo fascista, en todo caso una democracia burguesa que se dirige al autoritarismo.

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