El Golpe de Estado más discreto

Uno de los principales instrumentos de la política exterior estadounidense es el cambio de régimen encubierto, es decir, la acción encubierta del gobierno estadounidense destinada a derrocar al gobierno de otro país.

Hay motivos para creer que las acciones de Estados Unidos condujeron a la destitución del primer ministro pakistaní Imran Khan en abril de 2022, seguida de su detención, falsamente acusado de corrupción y espionaje, y su condena esta semana a 10 años de prisión por espionaje.

El objetivo político es impedir que el político más popular de Pakistán regrese al poder en las elecciones de la semana que viene.

La clave de las operaciones encubiertas, por supuesto, es que son secretas y, por lo tanto, el gobierno de Estados Unidos puede negarlas. Incluso cuando la evidencia es revelada por denunciantes o filtraciones, como suele ser el caso, el gobierno de Estados Unidos rechaza la autenticidad de la evidencia y los principales medios de comunicación generalmente ignoran la historia porque contradice la narrativa oficial.

Los editores de estos grandes medios de comunicación no quieren difundir las llamadas “teorías de la conspiración” y simplemente están felices de ser portavoces de sus gobiernos.

Los cambios secretos de régimen por parte de Estados Unidos son sorprendentemente rutinarios. Un estudio dirigido por la profesora Lindsay O’Rourke de la Universidad de Boston, cuenta 64 operaciones encubiertas de cambio de régimen llevadas a cabo por Estados Unidos durante la Guerra Fría (1947 y 1989).

Desde entonces, las operaciones de cambio de régimen de Estados Unidos han seguido siendo frecuentes, como cuando el presidente Barack Obama encargó a la CIA (Operación Timber Sycamore) derrocar al presidente sirio Bashar Al Assad. Esta operación encubierta permaneció en secreto hasta varios años después de la operación, e incluso entonces casi no recibió cobertura por parte de los principales medios de comunicación.

Todo lo cual nos lleva a Pakistán, otro caso donde la evidencia apunta claramente a un cambio de régimen liderado por Estados Unidos. En este caso, Estados Unidos quería derrocar al gobierno del Primer Ministro Imran Khan, el dirigente carismático, talentoso y enormemente popular de Pakistán, conocido tanto por su dominio del cricket como por su contacto con la gente. Su popularidad, independencia y enorme talento lo convierten en un objetivo prioritario para Estados Unidos, que siempre está preocupado por los dirigentes populares que no se alinean con las políticas estadounidenses.

El “pecado” de Imran Khan fue cooperar demasiado con Putin y Xi Jinping, mientras buscaba relaciones normales con Estados Unidos.

El gran mantra de la política exterior estadounidense, y el principio desencadenante de la CIA, es que un dirigente extranjero está “o con nosotros o contra nosotros”.

Los dirigentes que intentan ser neutrales entre las grandes potencias corren un grave riesgo de perder su posición, o incluso sus vidas, por instigación de Estados Unidos, ya que Estados Unidos no acepta la neutralidad. Líderes que buscaban la neutralidad, desde Patrice Lumumba (Congo), Norodom Sihanuk (Camboya), Viktor Yanukovich (Ucrania) y muchos otros, han sido derrocados por la mano no tan oculta del gobierno estadounidense.

Como muchos dirigentes del mundo en desarrollo, Khan no quiere romper relaciones con Estados Unidos o Rusia por la guerra en Ucrania. Casualmente, Khan estaba en Moscú para reunirse con Putin el día que Rusia lanzó la operación militar especial (24 de febrero de 2022). Desde el principio, Khan abogó por que el conflicto en Ucrania se resuelva en la mesa de negociaciones y no en el campo de batalla. Estados Unidos y la Unión Europea han obligado a los dirigentes extranjeros, incluido Khan, a alinearse con Putin y apoyar las sanciones occidentales contra Rusia, pero Khan se ha resistido.

Khan selló su destino el 6 de marzo cuando organizó una gran manifestación en el norte de Pakistán. En la manifestación, reprendió a Occidente, y en particular a 22 embajadores de la Unión Europea, por presionarlo para que condenara a Rusia en una votación en la ONU. También arremetió contra la guerra de la OTAN contra el terrorismo en el vecino Afganistán, calificándola de absolutamente devastadora para Pakistán, sin ningún reconocimiento, respeto o aprecio por el sufrimiento de Pakistán.

Khan dijo a la multitud que lo vitoreaba: “Los embajadores de la Unión Europea nos escribieron una carta pidiéndonos que condenemos y votemos contra Rusia […] ¿Qué opinan de nosotros? ¿Somos tus esclavos […] y todo lo que digas, lo haremos?” Y añadió: “Somos amigos de Rusia y también somos amigos de Estados Unidos; somos amigos de China y de Europa; no estamos en ningún bando […] Pakistán permanecería neutral y trabajaría con quienes intentan poner fin a la guerra en Ucrania”.

Desde el punto de vista estadounidense, “neutral” es una palabra agresiva. Las terribles consecuencias para Khan fueron reveladas en agosto del año pasado. Apenas un día después de la manifestación de Khan, el subsecretario de Estado para la Oficina de Asuntos de Asia Central y del Sur, Donald Lu, se reunió con el embajador de Pakistán en Estados Unidos, Asad Majeed Khan, en Washington. Después de la reunión, el embajador Khan envió un cable secreto (un «cifrado») a Islamabad, que luego fue filtrado por un oficial militar pakistaní.

El cable relata que el subsecretario Lu criticó al primer ministro Khan por su postura neutral. El cable cita a Lu diciendo que “la gente aquí y en Europa está muy preocupada porque Pakistán está adoptando una postura tan agresivamente neutral (sobre Ucrania), si ese es el caso. Incluso es posible una posición, pero no nos parece tan neutral”.

Luego, Lu le transmitió lo esencial al embajador Khan: “Creo que si el voto de censura contra el primer ministro tiene éxito, todo será perdonado en Washington porque la visita a Rusia se considera una decisión del primer ministro. De lo contrario, creo que será difícil avanzar”.

Cinco semanas después, el 10 de abril, con la amenaza de Estados Unidos al poderoso ejército de Pakistán y el ejército controlando el parlamento de Pakistán, el Parlamento derrocó a Khan en un voto de censura. Unas semanas más tarde, el nuevo gobierno presentó cargos falsos de corrupción contra Khan, para detenerlo e impedir su regreso al poder.

Cuando Khan hizo pública la existencia del cable diplomático que revelaba el papel de Estados Unidos en su derrocamiento, el nuevo gobierno acusó a Khan de espionaje. Ahora ha sido sentenciado a 10 años de prisión por esos cargos y el gobierno de Estados Unidos guarda silencio ante el ultraje.

Cuando le preguntaron por la sentencia de Khan, el Departamento de Estado respondió: “Ese es un asunto que corresponde a los tribunales paquistaníes”. Semejante respuesta es un ejemplo sorprendente de cómo funciona el cambio de régimen dirigido por Estados Unidos. El Departamento de Estado apoya el encarcelamiento de Khan después de que Khan revelara públicamente las acciones de Estados Unidos.

Por lo tanto, Pakistán celebrará elecciones el 8 de febrero con su dirigente democrático más popular en prisión y con el partido de Khan bajo incesantes ataques, asesinatos políticos, apagones de los medios de comunicación y otras medidas brutales de represión. En todo esto, el gobierno de Estados Unidos es cómplice. Hasta aquí los valores “democráticos” de Estados Unidos. El gobierno de Estados Unidos ha ganado su caso por ahora y ha desestabilizado profundamente un país con armas nucleares de 240 millones de habitantes. Sólo la liberación de Khan de prisión y su participación en las próximas elecciones podrían restaurar la estabilidad.

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