El espionaje turco asesinó a tres dirigentes kurdas en París

Sakine Cansiz
Por primera vez en Francia, el aparato judicial acusa oficialmente a un servicio secreto extranjero en un caso criminal: el asesinato de tres militantes kurdas en París el 9 de enero de 2013.

Al cumplirse tres años del crimen, millares de kurdos llegados de toda Europa se manifestaron en la capital francesa para denunciar la impunidad de los crímenes políticos del régimen turco.

Las tres militantes kurdas fueron asesinadas en el local que alberga el Centro de Información de Kurdistán (CIK). Se trata de Sakine Cansiz de 54 años, cofundadora del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Fidan Dogan, de 28 años, llegada a Francia con diez años, encargada de los contactos con los medios políticos y organizadora de coloquios en el Senado y en la Asamblea Nacional, y Leyla Söylemez.

Fueron abatidas de numerosos balazos en la cabeza. La Brigada criminal concluyó que había sido un asesinato con una sola arma, que nunca apareció. Una ejecución profesional: dispararon diez cartuchos, el último, en la garganta de Fidan Dogan, sin duda para simbolizar mejor el hecho de que nunca volvería a hablar.

Existe una divergencia de enfoques entre la Brigada Criminal, que detuvo a Omer Güney, de 32 años, Brigada que trabaja sin ideas preconcebidas, y la Subdirección de Antiterrorismo (SDAT), un aparato político, que intentó excluir a sus colegas turcos, con los que mantiene buenas relaciones.

La investigación de la SDAT no hizo más reunir el máximo posible de informaciones sobre los ambientes independentistas kurdos en Francia.

El sumario del juez de instrucción, que procede de la sección antiterrorista, es ridículo. Dice que Güney, el asesino, es de origen kurdo, le presenta como alguien que busca de sus raíces. Es falso. Informes de Alemania revelan que se trata de un militante de extrema derecha turco que militó en un grupo fascista.

Infiltrado en una asociación kurda del extrarradio parisino, Güney se muestra extremadamente servicial y se postula voluntariamente para transportar en su vehículo a cualquier compatriota que lo necesite. Así es como hacía de chófer para Sakine Cansiz y Fidan Dogan.

En Turquía las batallas entre clanes en el seno del poder se agudizan en 2014. Erdogan se enfrenta a los partidarios de Fethullah Gülen, provocando filtraciones asombrosas en la prensa turca. De esa forma en enero de 2014 aparece en YouTube el extracto de una conversación entre el supuesto asesino y tres de sus compinches, sobre la forma de realizar asesinatos de personalidades kurdas en París.

La policía alemana confirma que se trata con seguridad de responsables del MIT, Milli İstihbarat Teşkilati, la Organización de Inteligencia Nacional, los servicios turcos de información, y rompe toda relación con ellos.

Entonces en plena campaña electoral, Erdogan acusa a los “gülenistas” infiltrados en los servicios de inteligencia del Estado de ser los responsables de los crímenes de París.

El semanario alemán “Der Spiegel” publica un facsímil de la orden dada a Güney. Sus teléfonos móviles, que fueron recuperados por la Brigada Criminal, más vigilante que la SDAT, indican una docena de números de teléfono en Turquía a los que el pistolero llama con asiduidad.

Las comisiones rogatorias enviadas por el juez de instrucción quedaron sin respuesta. El gobierno turco se niega a colaborar en la investigación.

En la prisión francesa Güney recibe a un turco venido del extranjero, a quien propone un plan de evasión totalmente irreal; le pide numerosos kilos de explosivos y armas automáticas. El plan debe ser comunicado a su “madre”, de la que indica el domicilio; también da el nombre de una persona de contacto. Interrogado en Alemania, el visitante confirma que la “madre” es sin duda el MIT, y que la dirección codificada era la correcta, como demuestra una simple búsqueda en Google Maps.

Francia tiene una larga tradición de crímenes políticos cometidos por servicios extranjeros en su territorio y que han quedado impunes, desde Mehdi Ben Barka a Henri Curiel, pasando por Martín Eizaguirre, Fernández Cario y los refugiados políticos vascos. La impunidad se origina en la ósmosis entre el gobierno francés y los jueces para silenciar los asuntos y no hacer nada que sea susceptible de complicar las relaciones diplomáticas con otros Estados.

Pero esta vez se ha roto la “omertá”. Tanto la fiscalía como el juez de instrucción señalan a los servicios turcos del MIT como autores del asesinato de las tres militantes kurdas. Falta que el Tribunal Penal especial señale la fecha del juicio.

Leyla Söylemez

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