El declive de Estados Unidos no es para tanto: les queda el ‘poder blando’

Cualquier observador que analice la situación mundial se da cuenta de que si Ucrania ha perdido la guerra, la hegemonía estadounidense se tambalea porque, en definitiva, los balances estratégicos se miden por guerras como las de Ucrania.

También en Estados Unidos piensan de la misma forma y hacen sus propios cálculos. Algunos creen que los imperialistas pueden mantener la hegemonía sin necesidad de recurrir a medios militares, a la fuerza bruta. Lo llaman “poder blando” (soft power) y es uno los puntales de los que hacen gala en el partido demócrata.

El “poder blando” es un término acuñado por Joseph Nye a finales de los ochenta. Nye fue asesor de Clinton y formó parte del Consejo Nacional de Inteligencia. El 15 de enero volvió a la carga con un artículo de opinión que publió en el Financial Times.

Como el concepto fue respaldado por una revista tan característica como “Nature” (*), hay que tomárselo tal cual: “ciencia pura”. Nye es un optimista que quiere hacer creer que el declive de Estados Unidos no es para tanto. Expone varias razones por las que Estados Unidos no se va a ver eclipsado por China o Rusia o cualquier otro país.

Como no podía ser de otra forma, la primera razón es que Estados Unidos controla el petróleo. Produce su propio petróleo, ha saboteado el gasoducto Nord Stream y ha evitado que el mundo importe petróleo ruso.

La Guerra de Gaza parece ser un capítulo más de una escalada (Libia, Irak, Siria) que debe alcanzar a Irán y sus reservas de petróleo. Durante 100 años Estados Unidos ha utilizado el petróleo para tratar de controlar la economía mundial. Si Estados Unidos puede controlar las reservas de petróleo de Oriente Medio y bloquear sus exportaciones de energía a todos los demás países, tal como pudo bloquear las exportaciones de petróleo de Rusia a Europa, entonces puede controlar las economías de otros países, porque la industria funciona principalmente con petróleo y gas. La industria es energía, y sin energía no es posible tener una industria propia, independientemente de Estados Unidos.

Otro punto que destaca Nye es un sistema financiero mundial basado en el dólar. Por eso los países emergentes intentan desdolarizarse porque si Estados Unidos se ha apoderado de los activos de Rusia, puede hacer lo mismo con los demás países, especialmente con los países del Golfo, si no mantienen buenas relaciones con Israel.

Finalmente, el último argumento para explicar por qué Estados Unidos no puede perder su hegemonía es el dominio tecnológico y, en especial, la tecnología de la información. De ahí los esfuerzos para expulsar a Huawei de los mercados internacionales.

Nye podría haber señalado otros factores que también contribuyen a sostener la hegemonía mundial de Estados Unidos, pero lo más característico de todos ellos es que su porvenir es incierto. A cada paso, Estados Unidos da síntomas de debilidad y arrastra consigo a sus aliados. Su poder “blando” es demasiado “blando”. Lo peor que se puede decir ahora de un país como Estados Unidos es que es un matón que ya no mete miedo.

(*) https://www.nature.com/articles/palcomms20178?error=cookies_not_supported&code=6e428a06-2957-48a6-87e2-6b8b833e99d5

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