El arte de debatir

Uno de los más grandes genios que ha conocido la humanidad, Leibniz, decía que la lógica es el arte de debatir. Para Leibniz la lógica era tanto la lógica llamada “formal” como la lógica dialéctica pero, sobre todo, para Leibniz la lógica es el conocimiento mismo, cualquier clase de conocimiento científico. Dialéctica y debate son términos sinónimos. Donde no hay debate no hay ciencia. Por consiguiente, cuando alguien afirma que hay algo por encima del debate, algo indiscutible, está fuera de la ciencia por un motivo elemental: porque no sabe dónde está el debate, porque no lo encuentra. Los grandes científicos se diferencian de los pequeños porque hacen discutible lo indiscutible. Plantean preguntas que otros no saben formular y ven dudas donde otros se aferran a certezas absolutas.

Hasta tal punto el conocimiento es dialéctica que, incluso en su forma, los más grandes pensadores, como el propio Leibniz, expusieron su pensamiento de esa manera: como un diálogo. Es el caso de la obra maestra de Galileo “Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo” que parece más bien una obra de teatro que un libro rupturista en la historia de la física. Pues bien, en su estudio Galileo expresa el punto de vista de la ciencia en medio de otros puntos de vista que no sólo son diferentes, sino incluso opuestos. La ciencia es, pues, como todo, oposición de contrarios. A toda tesis le sigue una antítesis y luego una síntesis.

Como ejemplo de tesis científica hoy “fuera de toda duda” en la química se puede poner la ley de Avogadro que demostró de manera rotunda, siglos después, el carácter científico del atomismo y, por lo tanto, del materialismo de Demócrito, de Epicuro, de Newton, de Dalton y de tantos otros. Al mismo tiempo pareció que las tesis anti-atomistas de Leibniz eran falsas, de donde alguien podría estar tentado de acusar a Leibniz de no ser un científico o algo peor: de apelar a la Inquisición, a la censura o a la hoguera.

Ahora bien, la ley de Avogadro y todos y cada uno de los principios científicos que se sustentan sobre el atomismo, como la mecánica estadística de Boltzmann, tienen las limitaciones propias de su origen, del atomismo. El problema es que la formación actual de un científico es tan sumamente deficiente que no las conoce porque no sabe lo que es el atomismo. Lo da por sentado y por sabido, de tal manera que cuando alguien lo pone en duda, aunque sea el mismísimo Leibniz, empieza a largar la retahíla de insultos propios de la ignorancia contemporánea: magufería, conspiracionismo, superchería, seudociencia…

Lo que digo respecto de la ley de Avogadro lo repito respecto de cualquier otro concepto científico que por manoseado, repetido y utilizado hasta la saciedad se ha convertido en tan familiar que nadie lo pone en duda, y ese es justamente el momento en el que empieza la mistificación que convierte en absoluto (en una verdad absoluta) algo que sólo es relativo (una verdad relativa). En esa frontera imperceptible es donde se acaba la ciencia y empieza la ideología. Es el punto en el que se borran los límites que toda tesis científica tiene de manera inherente.

A partir de ese punto la ideología convierte un postulado científico en un mito, en eso que Marx y Engels calificaban como “ideología dominante”, que parece adquirir vida propia, por sí misma: no es algo que deba ser demostrado cuantas veces sea necesario, cuantas veces alguien lo ponga en duda. Entonces aparece esa referencia imprecisa que confunde a la ciencia de verdad, objetiva, con su aspecto subjetivo, la “comunidad científica”, lo que todos o casi todos los científicos aceptan, o admiten, o lo que se publica, o lo que se publica en Estados Unidos, es decir, una concepción del saber que, además de subjetivista, es convencionalista: hoy la ciencia es lo que los científicos dicen que es (y mañana dios dirá).

Dejaré aparcado ese feo asunto para referirme a otro aspecto que toda ideología dominante pone siempre de manifiesto por el hecho de serlo, es decir, por el hecho de dominar: los debates no son simétricos, las dos partes no están en el mismo plano porque una de ellas se atribuye a sí misma la representación de la ciencia y los demás no sólo dicen bobadas sino algo peor: no demuestran lo que dicen. Por su parte, ellos lo tienen todo ya demostrado. Como en cualquier mercado capitalista actual, también en la ciencia quienes sostienen la posición dominante actúan como los monopolios: abusan de su posición dominante, lo cual les conduce -en definitiva- a negar la existencia del contrario. No sólo no quieren abrir un debate sino que tratan de impedirlo con todas sus fuerzas. Por si no se dan cuenta de ello, les diré que esa actitud siempre se ha llamado censura, que ha sido, es y será siempre enemiga jurada de la ciencia.

Llegados hasta aquí hay que volver a abandonar este asunto a medias, porque no es posible abordar ahora una teoría de la demostración científica, o de lo que los marxistas califican como “práctica”. Me lo reservaré para un momento posterior.

Lo que quiero poner de manifiesto es que la ciencia avanza en lucha contra la ideología dominante, es decir, que a medida que el conocimiento progresa, el universo de certezas, de teorías absolutas, exactas y perfectas se desmorona y aparecen al desnudo como lo que son: ideología. Entonces lo que es mayoritario (“la comunidad científica”) se convierte en minoritario, y al revés.

El enconamiento que suele acompañar a estas disputas me obliga también a una precisión, que en cualquier otra circunstancia resultaría superflua. En los debates asimétricos, frente a la posición mayoritaria, los demás no suelen formar un bloque sino grupos diversos y dispersos. Por lo tanto, no basta criticar a uno o algunos de ellos para meterlos todos en el mismo saco y así ridiculizarlos más fácilmente. Las triquiñuelas miserables nunca han formado parte del método científico.

Eso tiene también otra consecuencia, que es la fundamental: cuando la ideología dominante se tambalea no es porque las concepciones de todos los demás sean válidas, ni científicas. Lo que se opone a una tesis admitida como científica sólo puede ser una antítesis igualmente científica, y de esa pugna sólo se deduce una única síntesis, que nunca es cualquier mezcolanza de concepciones heterogéneas, sino una unidad articulada de conceptos, definiciones, hipótesis, inferencias y prácticas. Que una corriente minoritaria no tenga las mismas posibilidades que la mayoritaria nunca es excusa para que no se formule con todo el rigor científico que sea posible.

Quizá esa idea se pueda expresar mejor diciendo que la ciencia es un ejercicio de autocrítica. Quien puede criticar una tesis científica no es cualquier otra tesis sino una tesis de la misma naturaleza, esto es, científica. Se me ocurren también otras formulaciones posibles que pueden ayudar a aclarar esta cuestión: cuando alguien critica rigurosamente determinados aspectos de la ciencia, lo que hace no es oponerse a la ciencia; lo que hace también es ciencia y debe tomarse como tal.

Para terminar -por el momento- daré un giro de 180 grados a lo que acabo de decir hasta ahora: los debates y las discusiones a los que son tan aficionados los diletantes y los charlatanes se cierran igual que se abren. Junto a la polémica existe otra cosa que se llama práctica. Los debates se organizan. Cuanto más mejor. Pueden durar una hora, un día, una semana o un mes, pero no se puede estar debatiendo permanentemente. Hay que ir al laboratorio o salir a la calle.

Es comprensible que haya quienes necesiten tenerlo todo claro (“formarse”) antes de hacer nada. Pero es mejor que se queden en casa hasta que se aclaren (que será nunca). A la práctica casi todos vamos con dudas en la cabeza porque es ahí precisamente donde se despejan. Nunca antes, en ningún debate, en ninguna biblioteca.

comentarios

  1. Buenisimo !!! Cuanta falta nose hace que en ESE terreno estamos muy verdes. Tenemos que "emborracharnos" de DIALÉCTICA.

  2. Cuando se pregunta que era Marx, algunos dicen que filósofo, otros que economista. Sin embargo, lo que era Marx, fue revolucionario. Fue en su afán de transformar el mundo que hizo tan gigantescos desarrollos; comenzando por la dialéctica, una forma de comprender el mundo que facilita la transformación.

    Lenin lo explica bastante claro:
    1.La dialéctica ES la teoría del conocimiento (de Hegel y) del marxismo.
    2. sólo ella proporciona la clave para los "saltos", para la "ruptura de la continuidad", para la "transformación en el contrario", para la destrucción de lo viejo y el surgimiento de lo nuevo.

    Para desgracia de los revolucionarios, Engels, con todo su prestigio, escribió La dialéctica de la naturaleza, y de allí que enormidad de marxistas apliquen la dialéctica a todo, menos a lo que interesaba a Marx y luego a Lenin: Cambiar la actual sociedad de explotación, llegar al comunismo.
    No es de extrañar que Lenin "le pegue un palo" a Engels: Este aspecto de la dialéctica (por ejemplo, en Plejánov) recibe habitualmente una atención inadecuada: la identidad de los contrarios es entendida como la suma de EJEMPLOS ["por ejemplo, una simiente", "por ejemplo, el comunismo primitivo". Lo mismo rige en cuanto a Engels.
    Yo he llegado a encontrar gente que cree que la dialéctica es algo que tiene que ver con el crecimiento de las plantas.

    Para ilustrar este gravísimo problema, veía la siguiente analogía. La termodinánica es una teoría general, que al aplicarla se divide en areas que son enormes por si mismas. Por ejemplo, sistemas con ingreso de calor, lo cual lleva a motores, turbinas, etc. Otra área, también enorme, solo con fluidos incompresibles y más aún, el agua, lleva a la hidráulica, con canales, cañerías, etc.
    La Dialéctica podríamos decir que es similar a la termodinámica, mientras que la Dialéctica de la naturaleza de Engels aborda un área enorme. El problema surge desde el momento que no existe ningún escrito de ese tamaño que aborde como se aplica la dialéctica a la transformación de la sociedad.

    Así las cosas, la dialéctica se utiliza como vademécum para todo, menos para lo que más debiera interesar a quienes se consideren marxistas y leninistas: transformar la sociedad y avanzar hacia el comunismo.

    En su excelente artículo, Olarieta dice "Pues bien, en su estudio Galileo expresa el punto de vista de la ciencia en medio de otros puntos de vista que no sólo son diferentes, sino incluso opuestos. La ciencia es, pues, como todo, oposición de contrarios. A toda tesis le sigue una antítesis y luego una síntesis."
    Cosas esas ocurren cuando se tiene una opinión exagerada de la grandiosidad de la dialéctica. Es curioso, Lenin concluye que el idealismo filosófico es un desarrollo exagerado de uno de los rasgos del conocimiento.

    Lo que hace Galileo, es algo propio del quehacer científico, según explica Thomas Kuhn: Rompe un paradigma y abre paso a una nueva era.
    La forma como lo hace es una excelencia en el pensamiento: no solo presenta su teoría, que eso es inteligencia, sino que también da una mirada amplia en derredor, que en eso consiste la sabiduría.

    Esa excelencia es poco común, con mas frecuencia la gente presenta su descubrimiento, que muchas veces resulta ser la nada misma, cuando se contrasta con una mirada amplia en derredor. Es el caso de los trotkistas, que ¿inteligentemente? ver todos los ¿horrores? de la Urss de Stalin; pero una mirada amplia en derredor les haría ver que nunca los trabajadores estuvieron tan bien y avanzaron tanto hacia su liberación definitiva en el comunismo, como en la época de Lenin y Stalin.

    Yo no ceso de insistir en que el uso de la dialéctica para fines distintos de lograr el cambio social, objetivos que llevaron a Marx y Lenin a adoptar la Dialéctica como su teoría del conocimiento, lleva a todo tipo de problemas.

    Dios quiera que surja algún genio que escriba la "hidráulica" de la Dialéctica, así como Engels escribió el "calor". Cuantos problemas se solucionarían.

  3. No estoy de acuerdo en las siguientes afirmaciones:

    1. La dialéctica no es una forma de comprender el mundo sino que es la manera en que el mundo se transforma por sí mismo
    2. La dialéctica NO ES la teoría del conocimiento, que no sólo no es la misma en Hgel y en Marx sino que son opuestas
    3. Engels escribió “La dialéctica de la naturaleza” para suerte y no para desgracia de los revolucionarios y contrarrevolucionarios
    4. La dialéctica no se “aplica” a nada, ni tampoco se “utiliza”, la dialéctica está en todo
    5. No se puede cambiar la actual sociedad de explotación ni nada cuyas leyes no se conozcan
    6. Lenin no le dio jamás ningún “palo” a Engels
    7. La dialéctica tiene que ver con el crecimiento de las plantas, no hay más que leer la gran obra de Goethe “La metaformosis de las plantas” que es un ejemplo de dialéctica
    8. Lenin nunca dijo que el idealismo es un desarrollo exagerado de uno de los rasgos del conocimiento sino que es una concepción equivocada del origen del conocimiento
    9. Las teorías de Kuhn sobre los paradigmas científicos son idealistas, la ciencia no se bas en paradigmas, ni evoluciona por el cambio de paradigmas

  4. Estimado J.M. Olarieta: podría recomendar algún libro que pudiera servir de utilidad para discernir correctamente entre la lógica forma y la lógica dialéctica?

  5. Aquí son todos anónimos, lo cual complica. Me refiero al Anónimo de las 7:28.
    Quien sabe con que tipo de gente se ha cruzado este Anónimo, pero en mi caso, no ando sacando ideas de mi cabeza y poniéndolas en boca de Lenin.

    Lo que escribí de Lenin se encuentra en sus Cuadernos filosóficos. Como ya estoy acostumbrado a que alguien aparezca diciendo que digo falsedades, coloqué solo citas textuales. Quien haga la verificación, encontrará en los Cuadernos Filosóficos las mismas palabras que en mi comentario anterior.
    Usé la siguiente versión:
    historiaycritica.files.wordpress.com/2012/11/cuadernos-filosoficos1.pdf
    – 1. La dialéctica e s la teoría del conocimiento (de Hegel y) del marxismo. Ver Pag 330
    – "Palo" a Engels. Ver Pag 327
    – el idealismo filosófico es un desarrollo exagerado de uno de los rasgos del conocimiento. Ver Pag. 330

    Así que, señor Anónimo, le guste o no le guste a Usted, Lenin
    – si dijo que la Dialéctica es la teoría del cononocimiento del marxismo.
    – si "le dio un palo" a Engels
    – si dijo que el idealismo filosófico es un desarrollo exagerado de uno de los rasgos del conocimiento.

    La cerrada negativa de Anónimo es un ejemplo perfecto que ilustra el punto que defiendo: La gente conoce mucho de la Dialéctica de la naturaleza y nada como utilizar la Dialéctica para cambiar el mundo, liberar a la clase trabajadora y avanzar hacia el comunismo.

    Por ahí tengo guardado un artículo de Umpierrez, que enfrenta a un individuo que apalea la dialéctica. Umpierrez responde en la forma que yo encuentro excelente: muestra Lenin utilizó la dialéctica para cambiar el mundo, liberar a la clase trabajadora y avanzar hacia al comunismo.
    Umpierrez aborda el rol de los sindicatos en la naciente Urss. Ver en este link:
    rebelion.org/noticia.php?id=110430

    Anónimo se va por las ramas, elude lo esencial de mi punto.

    ¡Que excelente sería que realmente me demuestren que lo esencial de mi punto está errado!
    Que si existen texto que aborden la Dialéctica aplicada a cambiar el mundo, liberar a los trabajadores y avanzar hacia el comunismo, tan extensos como la Dialéctica de la naturaleza o el Anti Duhring
    Que la gente conoce la dialéctica de los vegetales, animales y minerales tanto e incluso menos que la Dialéctica de las ciencias sociales.

    Lamentablemente, las respuestas tipo Umpierrez son rarísimas, mientras que las tipo Anónimo son la enorme mayoría.

    Así que solo cabe insistir en advertir al lector que tanto Marx como Lenin eran revolucionarios. Que aspiraban a liberar a los trabajadores de la explotación y avanzar hacia el comunismo.
    Y que la dialéctica es una herramienta fundamental para el logro de esos objetivos.

    La termodinámica es la ciencia madre de la física del calor y de la hidráulica, y que una persona sea estudia y aplique la hidráulica no la convierte en enemigo de los que estudian y aplican la física del calor.
    Del mismo modo, la Dialéctica puede aplicarse a las ciencias naturales y a las ciencias sociales. Reclamar que la aplicación de la Dialéctica a las ciencias sociales es hoy casi completamente ignorada, no convierte a quien hace ese reclamo en enemigo de la dialéctica aplicada a las ciencias naturales.

    Existen textos que muestran lo que hizo la Urss para introducir la dialéctica en la ciencia de la Rusia zarista de la que se hizo cargo, así como los beneficios que produjo.
    La dialéctica está en las ciencias naturales y eso todo el mundo lo reconoce. El problema está en que la Dialéctica también está en las ciencias sociales, y que, a diferencia de la praxis de Marx y Lenin, muy pocos lo reconocen y menos lo practican en el siglo 21.

    1. Soy el Anónimo de las 7:28 y creo que para defender lo que Rojas pretende no basta con dar una cita literal, sino que es necesario saber el contexto en el que escribe Lenin, sobre todo teniendo en cuenta que los Cuadernos Filosóficos no estaban destinados a ser reproducidos sino que son notas que escribió para sí mismo.

      Por eso es un error decir que Lenin le da un palo a Engels. Lenin está hablando de un determinado aspecto de la dialéctica, del conocimiento como totalidad, del cual dice que se le presta poca atención, de donde pasa inmediatamente a la identidad de los contrarios y añade que es una ley del conocimiento, aunque al poner varios ejemplos de ello, como hace Engels a efectos de divulgación, su importancia no aparece debidamente destacada porque no se muestra como tal ley, sino como como una suma de ejemplos.

      Más adelante, siguiendo con el método de exposición, Lenin repite lo mismo de otra manera: todo conocimiento expresa una unidad de contrarios (lo universal y lo particular, lo concreto y lo abstracto, lo contingente y lo necesario). En dicha unión de contrarios están tanto lo universal (la ley) como lo particular (el ejemplo), por lo que en cualquier proposición se pueden encontrar todos los gérmenes de la dialéctica y de ahí deduce Lenin que la dialéctica “es una propiedad de todo conocimiento humano en general”.

      En ese sentido, dice Lenin, la dialéctica es la teoría del conocimiento, lo cual es cierto y es correcto. Pero es sólo una parte y no es, además, la más importante porque normalmente la teoría del conocimiento se utiliza con un sentido más restringido, para referirse al origen del conocimiento, lo que Lenin llama “teoría del reflejo”. En este otro sentido, lo más correcto sería decir que la teoría del conocimiento del marxismo es el materialismo o, en otros términos, que el marxismo es una teoría materialista del conocimiento o que se diferencia de otras teorías del conocimiento por su materialismo.

      Aquí no hay ninguna falsedad, ni tampoco está en contradicción con lo anterior. Simplemente puede dar lugar a confusión, sobre todo si se saca de contexto.

      En el sentido restringido del origen del conocimiento, dentro de la “teoría del reflejo”, el idealismo filosófico es simplimente erróneo porque está enfrentado de manera absoluta y radical al materialismo. No obstante, el contexto en el que Lenin está escribiendo es el del desarrollo del conocimiento y lo que hace es juzgar al idealismo desde los dos puntos de vista posibles. Desde el punto de vista del materialismo metafísico, dice Lenin, el idealismo es una tontería, pero desde el punto de vista del materialismo dialéctico es un desarrollo exagerado de uno de los rasgos del conocimiento.

      En este otro sentido, el idealismo tiene un aspecto recuperable; en el otro, concluye Lenin, el idealismo conduce al oscurantismo. Pues bien, este segundo aspecto va por delante del anterior y no se entiende sin el anterior. Al sacarlo de contexto, el aspecto secundario del idealismo aparece como único o, por lo menos, como su aspecto más importante y crea confusión.

    2. Hay que reconocer que la arrogancia y desdén de Anónimo en su primer comentario no lo dominan al extremo y reacciona cuando, con citas textuales, le demuestran la falsedad de sus "NO ES", "nunca dijo".

      Leyendo a Anónimo, pensaba que Engels, directamente, no es responsable de que el siglo 21 exista gente que piense que la dialéctica tiene que ver solo con la naturaleza.
      Pareciera que más bien el dicho atribuido a Marx, sembré dragones y coseché pulgas, sea lo que explica que gente como Anónimo, por ejemplo, crea que la dialéctica
      – no es una forma de comprender el mundo sino que es la manera en que el mundo se transforma por sí mismo
      – no se “aplica” a nada, ni tampoco se “utiliza”, la dialéctica está en todo.

      Si no me equivoco en interpretar a Anónimo, los humanos debemos contemplar el mundo y observar en ella la dialéctica.
      ¡Que aberración más horrenda!

      En su comentario de 10:02, constreñido a aceptar que Lenin si dijo que la dialéctica es la teoría del conocimiento del marxismo, Anónimo intenta desmerecer la clara afirmación de Lenin, diciendo que la dialéctica no es lo más importante, sino el materialismo.

      Vuelve a faltar a la verdad este señor Anónimo.
      Es importante denunciar esa mentira, ya que la dialéctica es una herramienta de máxima importancia para cambiar el mundo, liberar a los trabajadores de la explotación y avanzar hacia el comunismo. La dialectica no es secundaria ni menos algo que contemplar en la naturaleza.

      Claramente dice Lenin En Materialismo y empiriocriticismo.
      Marx y Engels, dice Lenin, "…hicieron en sus obras
      mas hincapié en lo dialéctico que en lo materialista del
      materialismo dialéctico e insistieron más en lo histórico que en
      lo materialista del materialismo histórico".

      Así es, señor Anónimo y lectores de este comentario, más hincapié en la dialéctica. Pero para comprender que eso es correcto, hay que tener claro que Marx y Lenin eran, primero que nada, revolucionarios. Y que la dialéctica es una forma de pensamiento centrada en el cambio, por eso más hincapié en ella.

      Para el Anónimo de las 11:59
      El link que dejé en mi segundo comentario contiene una extraordinaria "clase" que le da Lenin a Bujarin sobre la diferencia entre lógica formal y lógica dialéctica. También conviene leer la parte pertinente (Umpierréz copió y pegó un fragmento) del artículo de Lenin, el cual se puede encontrar en Marxist.org.

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