Donald Trump y Kim Jong Un, pocas nueces y un ganador

Darío Herchhoren

La gran expectativa se ha cumplido. El accidentado camino a la cumbre EEUU y Norcorea al fin se realizó tal como se había planificado por ambos gobiernos. Ha habido una declaración muy genérica de buenas intenciones, y ambas delegaciones han dado muestras de satisfacción por lo logrado

Pero en realidad ¿se ha logrado algo?. No es fácil contestar a esta sencilla pregunta. La respuesta puede ser distinta según de que lado de la mesa uno se encuentre.

Corea del norte ha logrado arrancarle a Trump una promesa de no efectuar más maniobras militares conjuntas con Corea del Sur, y Trump se ha ufanado de todo el dinero que se ahorrará con ello. La República Popular y Democrática de Corea (Norte) ya ha ganado con esa declaración y sobre todo con haber conseguido que el imperio haya tenido que reunirse con Kim. Sin duda no es un éxito menor.

Pero ¿cómo se consiguió ese resultado? Se consiguió mediante la amenaza de utilizar armas nucleares contra el territorio imperial y contra Guam y las islas Hawai. El tener armas nucleares operativas es lo que ha hecho bajar la cabeza al imperio y acceder a entablar negociaciones.

La Corea socialista es un pequeño país que ha sufrido todo tipo de provocaciones por  parte de los EEUU, además de haber sido atacado y casi destruido por la política imperial de los EEUU, y eso ha sido lo que ha llevado a ese país a construir armas poderosas con qué defenderse ante la posibilidad cierta de ser atacado nuevamente por el imperio norteamericano.

Y eso precisamente es lo que el estado norcoreano deberá tener presente ahora. Ya el gobierno de Clinton había firmado un acuerdo con la Corea socialista por el cual debía entregar diversos insumos a Corea del Norte, además de petróleo, y el compromiso de firmar un tratado de paz que ponga fin al estado de guerra luego del armisticio de 1953, y que los USA no cumplieron jamás. Es decir que el incumplimiento de los compromisos adquiridos es una práctica común de los gobiernos USA. Se sabe que la palabra del imperio no vale nada, y hemos tenido una demostración palpable de ello cuando Trump decidió salir del acuerdo con Irán de no proliferación de armas nucleares mediante el control del enriquecimiento de uranio por por parte de  la OIEA, y el incumplimiento de lo firmado por él mismo en Canadá en el grupo del G 7, y la denuncia de lo firmado al día siguiente desde el avión presidencial en viaje a la cumbre de Singapur

El estado norcoreano, tiene un seguro de vida gracias a la posesión de las armas nucleares y ha acumulado suficiente experiencia a través de los años, como para saber que bajo ningún concepto debe desprenderse de ellas.

Pero la Corea socialista sabe que sus vecinos, Corea del Sur, China, Rusia y Japón están demasiado cerca como para salir indemnes de un ataque nuclear sobre su territorio, y objetivamente juegan a su favor.

La RPDC sabe también que tanto China como Rusia están interesadas en mantener a los USA lejos de sus fronteras por su propia seguridad, y que  esos dos estados ya no practican lo que se llamó una política de apaciguamiento con los USA, y que ahora confrontarán con el imperio en defensa de sus intereses. La ecuación se viene resolviendo a favor de la RPDC. Trump está practicando la misma política que practicaron hace ya más de 70 años otros gobiernos republicanos que consistía en mantenerse lejos de los «problemas» euroasiátcos. RPDC uno, USA cero.

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