Coronavirus: sobre virus, asesinos y estrategias

Máximo Sandín*

Parece una obviedad afirmar que la crisis mundial que
se ha desatado como consecuencia de la pandemia producida por el covid
19 no tiene precedentes en la historia. Lo que no es tan evidente es
porqué si esta pandemia se produce como se afirma desde el ámbito
científico, es decir, por el “salto” espontáneo del virus de algún
animal al hombre, no se han producido continuamente epidemias de origen
viral a lo lago de la historia.

En cualquier caso, esta situación ha originado un
consenso social sobre las causas y consecuencias de la “aparición del
coronavirus” generado por una abrumadora y permanente avalancha de
información por parte de todos los medios de comunicación. Los expertos,
que aportan la voz de la Ciencia, nos hablan de un “virus asesino” pero
que utiliza una perversa “estrategia”: no matar a todos los que infecta
para poder seguir reproduciéndose.

Sin embargo, la atribución de cualidades, incluso de
intenciones a un ente biológico que en estado libre es inerte, a una
molécula de ADN o (en este caso) de ARN empaquetado con una densidad
casi cristalina en una cápsida proteica envuelta en una capa de lípidos,
un ente que no se puede considerar un ser vivo, produce una cierta
desconfianza en estas interpretaciones científicas por muy prestigiosos
que sean sus emisores. Pero lo que lleva la desconfianza al límite de la
sospecha es cuando la prestigiosa revista científica Nature (Nature
Medicine 17 de marzo) publica un artículo en el que concluye que el
virus covid 19 “no es un virus obtenido en un laboratorio o manipulado a propósito”, un estupor que puede equivaler al producido porque en una
revista de astrofísica se publicase un artículo destinado a demostrar
que la Tierra no es plana.

La pregunta que surge es ¿por qué una revista tan
prestigiosa se dedica a contradecir un supuesto infundio que ni siquiera
debería de ser tenido en cuenta científicamente por proceder del campo
de lo que se suele calificar de “conspiranoico”?

Aunque en la situación actual pueda no parecer
oportuno poner en duda las informaciones oficiales, dado que la
prioridad es acabar con la pandemia, nunca está de más (puede ser
fundamental) entender por qué se ha producido, por lo que propongo al
lector que me acompañe para intentar disipar estas inquietudes
recurriendo a datos científicos, es decir, no interpretaciones, que nos
permitan hacernos una idea de qué está pasando.

Las informaciones que llegan al gran público se basan,
fundamentalmente, en explicaciones y opiniones de expertos que, se
supone, hay que creerse en base al principio de autoridad. En nuestro
caso, pretendo que sea el lector el que obtenga sus propias conclusiones
de los datos que voy a exponer. Para facilitar este trabajo no voy a
utilizar referencias bibliográficas que obligan a verificar las
afirmaciones buscando los artículos citados, sino, directamente,
copiando las portadas de dichos artículos. 

Veamos pues: 
«Una visión cambiante de los virus en la evolución y la ecología de la vida. Mark Young , Montana State University, 2009». Fuente.

Se ha calculado, que el número de bacterias en la Tierra es
aproximadamente un nonillón (es decir, un uno seguido de treinta ceros).
Pues bien, se estima que el número de virus es entre cinco y
veinticinco veces el número de bacterias. Como verán, los virus o
entidades como “virus”, han jugado un papel importante en la evolución
de la vida. Pero ésta, es una larga historia. Vamos a limitarnos en este
caso a su función ecológica:
«Los virus marinos y sus efectos biogeoquímicos y ecológicos. Nature. Fuhrman, Jed. A. 1999.» Fuente.

En aguas marinas superficiales, se han contado hasta 10.000 millones de
virus por litro. Su función es el control de la base de la red trófica
marina. Como los virus son inertes y se mueven pasivamente, cuando las
colonias de bacterias y algas crecen desmesuradamente, pudiendo llegar a
impedir el paso de los rayos del sol a los fondos marinos, los virus
las destruyen hasta que su densidad, hace posible el paso de los rayos
de sol. Por cierto, los productos sulfurosos derivados de este proceso,
contribuyen a la nucleación de las nubes. 

Veamos en los suelos:

 «Muestreo de comunidades de virales naturales del suelo, para análisis
independientes. Sociedad Americana de Microbiología. Williamson et al.
2003.».
Fuente.

En los suelos su número es variable, en todo caso astronómico. En este estudio han arrojado cifras medias de 5,3×108, estando también implicados en el control de las comunidades bacterianas.
Composición del genoma humano
En cuanto a su presencia en los organismos, se
considera que un 10% del genoma humano está compuesto por retrovirus
endógenos, es decir, virus que a lo largo de la evolución han ido
insertando sus secuencias génicas, en nuestro genoma. Pero si tenemos en
cuenta las secuencias derivadas de virus (elementos móviles como
trasposones y retrotrasposones, elementos repetidos cortos y largos,
intrones…) nos encontramos con que la inmensa mayor parte de nuestros
genomas, están constituidos por virus y sus derivados que controlan la
expresión de los genes codificantes de proteínas. 
Pero es más, lo que se consideraba el genoma, es decir los genes
codificantes de proteínas, que constituyen el 1,5% de la totalidad del
genoma, ahora se sabe que también está constituido por virus y sus
derivados:
 
 «Secuencias de codificación de genes humanos funcionales derivados
enteramente de secuencias de elementos móviles. PNAS (Proceedings of the
National Academy os Sciences of the United States of America), Britten,
Roy. J. 2004
«. Fuente.
 
A modo de curiosidad, por si le resulta interesante a alguien, señalaré
que en éste artículo, el candoroso autor, no explica por qué las
secuencias del genoma derivadas de virus son eliminadas “por alguien” de las bases de datos públicas.
Pero nuestro organismo no sólo contiene virus en forma de secuencias
insertadas en los cromosomas. El número de virus completos que realizan
funciones esenciales para nuestro organismo es de tal dimensión, que
sorprende a los propios investigadores. Miles de millones (más bien
billones) de virus bacterianos, coexisten con los billones de bacterias
de nuestro tracto intestinal que son esenciales para nuestra vida. Los
bacteriófagos o fagos regulan las poblaciones de bacterias e
intercambian información genética entre ellas. Es decir, los virus
controlan las bacterias que controlan nuestro organismo. ¿Algunos virus
más? Veamos:
 «Se descubren los virus «amigos» del intestino humano. Nature. Maxmen, Amy. 2010«. Fuente.
 «Los bacteriófagos que se adhieren a las mucosas, proporcionan una
inmunidad no derivada del huésped. Instituto Nacional de Salud de EEUU.
Barr, JJ. et al. 2013
«. Fuente.

Una enorme cantidad de bacteriófagos adheridos a las mucosas del
organismo, impiden que penetren bacterias externas, que no deberían
estar ahí, es decir también protegen nuestro organismo.
Si se me permite una opinión, da la sensación de que algo se ha estado
haciendo mal con los virus, seguramente, debido a que se descubrieron
asociados a enfermedades. Pero, veamos algunas de esas asociaciones:
«Las partículas similares a retrovirus liberadas de la línea celular de
cáncer de mama humano T47-D, muestran secuencias retrovirales endógenas
relacionadas con los tipos B y C. Journal of Virology. Sociedad
Americana de Microbiología. Seifarth, W. et al. 1995.
» Fuente.
 Según este artículo, el cáncer de mama emite
partículas retrovirales. Se sabe que los virus endógenos, pueden saltar
del genoma ante algún tipo de agresión ambiental. Es por eso, por lo
que, en muchas ocasiones, se ha señalado a virus como agente causal de
distintas enfermedades cuando en realidad, son consecuencia. Y es por
eso, por lo que en tejidos enfermos, se observa la presencia de
partículas virales.
Y así, se ha sugerido un origen viral a
enfermedades como artritis o esquizofrenia, a pesar de que nunca ha sido
reportada una epidemia de estas enfermedades.
«Partículas similares a virus en fluidos sinoviales de pacientes con artritis reumatoide. Stransky. G. , 1993.» Fuente.
«Anormalidades neuroanatómicas y cognitivas
relacionadas con el virus del herpes simple tipo 1 en la esquizofrenia.
ScienceDitrect. Schretlen, David J., 2010.
» Fuente.
Desde hace tiempo, se sabe que los virus endógenos de
expresan como parte constituyente de los genomas, es decir, son el
genoma. Este hecho es de una gran trascendencia para el tema que nos
ocupa. Retrovirus endógenos o partes de ellos se expresan en procesos
tan importantes como producción de enzimas fundamentales o la formación
de la placenta durante el embarazo.
«Una repetición terminal larga retroviral endógena es
el promotor dominante para la beta1,3-galactosiltransferasa 5 humana en
el colon. Instituto Nacional de Salud de EEUU.»
Fuente.
«Los retrovirus endógenos regulan el crecimiento y la
diferenciación placentaria de periimplantación. Dunlap K. A., et al.
2006.»
Fuente.
Estos hallazgos, nos hablan del papel fundamental que
los virus juegan en los procesos de la vida, pero ¿cuál es la relación
de estos fenómenos con el tema que nos ocupa? Veremos que es una
relación de enorme importancia, por lo que les ruego presten la mayor
atención a los dos artículos que siguen:

«Expresión de desarrollo de HERV-R (ERV3) y HERV-K en tejido humano. Adersson AC, 2002.» Fuente
En los tejidos embrionarios se expresan (participan en
el desarrollo) una multitud de retrovirus endógenos. Como se puede ver,
se expresan en placenta, cortex adrenal, riñones, lengua, corazón,
hígado, y sistema nervioso central así como en el resto de lo tejidos.
Pero veamos en tejidos adultos:
«Análisis exhaustivo de la actividad transcripcional
del retrovirus endógeno, en tejidos humanos con una micromatriz
específica de retrovirus. Journal os Virology. Wolfang, S. et al. 2005.»
Fuente.
En individuos adultos normales, los retrovirus
endógenos se expresan en todos los tejidos, confirmando que son
componentes permanentes del transcriptoma humano.
Y ahora, vamos a ver cómo se han fabricado ciertas vacunas.

En la web de la INTERNATIONAL FEDERATION OF PHARMACEUTICAL AND MANUFATURERS & ASSOCIATIONS http://www.ifpma.org/influenza/index.aspx?47 exponían muy ufanos, la siguiente información:
«Propagación del virus de la influenza en huevos de
gallina embrionados. Instituto Nacional de Salud de EEUU. Brauer R.,
2015
«. Los virus se cultivan en tejidos vivos, porque necesitan la
maquinaria celular, para replicar su material genético. Propagación del virus de la influenza en huevos de gallina embrionados. Fuente.
No la busquen, porque ha desaparecido de la web,
aunque una publicación científica posterior siga en línea. Y por buenas
razones, porque cultivar virus humanos en embriones de otros animales,
en los que se expresan multitud de otros virus endógenos, conduce a que se produzcan hibridaciones con sus virus correspondientes, generándose cepas infectivas de características diferentes a las originales. 

Desde hace tiempo, se nos informaba de que la gripe estacional provenía
“de las aves” y que cada año “mutaba”, muy posiblemente con la
elaboración de cada nueva vacuna, con cada nueva hibridación. Por
ejemplo, en esta vacuna contra la fiebre amarilla:
«Identificación y caracterización de retrovirus
aviares en vacunas contra la fiebre amarilla derivadas de embriones de
pollo: investigación de la transmisión a receptores de vacunas. Journal
of Virology. Althaf I. Hussain, et al. 2003»
. Fuente.
Estas son las terribles consecuencias, de unas
prácticas peligrosas, que se pueden considerar fruto del desconocimiento
de unos descubrimientos relativamente recientes. Por tanto, no
intencionadas. Permítanme exponerles algunas prácticas llevadas a cabo
con perfecto conocimiento de lo que se estaba haciendo y que dejo a su
interpretación:
«Científicos estadounidenses resucitan la mortal gripe de 1918. Mackenzie, D. 2005». Fuente.
Tal vez el lector se pregunte ¿qué sentido tiene
resucitar un virus que causó cerca de cincuenta millones de muertos? Un
virus que no “surgió” en España, a pesar de que, con intención de
ocultar la mortalidad que causó en los soldados al final de la primera
guerra mundial, se denominó “gripe española” porque en nuestro país sí
se declaró el estado de epidemia.
Pero su origen fue, al parecer, en los soldados norteamericanos. Hace
tiempo me encontré con esta información que, a pesar de no provenir de
canales “oficiales” resulta congruente con lo que hemos visto
anteriormente;
Si este es el caso, se trataría del resultado del
desconocimiento de los virus existentes en los sustratos y de los
métodos utilizados para elaborar vacunas, que en el caso de las
iniciales, eran muy rudimentarios y peligrosos.
Pero en el siguiente caso, es evidente que no se trata de
desconocimiento. La excusa de que se trata de determinar su virulencia,
resulta poco creíble. 

Los dos anteriores conatos de pandemia que no
llegaron a serlo, fueron los producidos por la “gripe aviar” o H5N1 que
resultó de alta mortalidad, pero de difícil transmisión y a
continuación la “gripe porcina” H1N1 que resultó de fácil transmisión,
pero poco virulento. 

Las letras H y N se refieren a la
hematoglutinina, una proteína componente del sistema de coagulación de
la sangre y a la neuramidasa, una enzima que controla la formación y
mantenimiento de la vaina de mielina de las neuronas, que forman la
cápsida del virus de la gripe.
Y ahora un experimento inocente:
«Infección experimental de cerdos con el virus de la influenza pandémica humana de 1918. Weingartl Hana M., 2009». Fuente.
Veamos con atención las consecuencias de este “experimento”:
«Características antigénicas y genéticas de los virus
de influenza A (H1N1) de origen porcino 2009 que circulan en humanos.
Science. Garten R., 2009.»
Fuente.
Resulta que las características del virus porcino
(H1N1) tienen una alta similaridad “antigénica” con el virus humano 1918
reconstruido (H1N1). La explicación es que “posiblemente compartan un
antecesor común” como si los virus anduvieran por el mundo casándose (o
constituyendo parejas de hecho).
Las explicaciones sobre la “aparición” del COVID-19
son del mismo nivel científico: “Probablemente pasó de un pangolín al
hombre a través de un murciélago, pero no es seguro…”
Espero que el lector tenga suficientes datos, para
deducir otra forma de “aparición” del coronavirus.
Bien, parece que hay suficientes informaciones para comprender cómo se
produjo el covid 19. Sobre los autores y sus intenciones tendrán que
investigar ustedes.
*Máximo Sandín es Doctor en Ciencias Biológicas y en Bioantropología. Este artículo ha sido extraído de su web personal «Somos bacterias y virus».

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