‘Calumnia que algo queda’

Ferdinand de Lesseps
Panamá es un Estado artificial creado por el imperialismo y en cuyo nacimiento Estados Unidos tuvo un papel destacado. Se desgajó de Colombia por la típica política imperialista de “divide y vencerás” para crear minifundios internacionales, más manejables que los grandes Estados, como Rusia, o China, o India.

En el caso de Panamá, el troceamiento se produjo como consecuencia de la construcción del Canal, una de las arterias fundamentales del comercio mundial que durante un siglo entero estuvo sustraído a la soberanía panameña.

El canal ha sido pues un trozo desgajado de otro trozo un poco mayor. Lo excavó a finales del siglo XIX una gran empresa internacional formada por Ferdinand de Lesseps, el mismo que también excavó el de Suez.

La gran empresa fue uno de los primeros ejemplos de concentración monopolista de capitales. Quebró en 1888, saliendo a la luz toda la basura escondida bajo las alfombras. Fue como la salida a bolsa de Bankia pero un siglo antes. Los tiburones de la ingeniería financiera engañaron a los pequeños accionistas y les robaron 300 millones de dólares de aquellos tiempos, una cantidad fabulosa.

Durante el juicio, que se celebró en París, salieron a relucir los pormenores del atraco, en el que no sólo estaban los ingenieros, como Lesseps, sino los capitalistas y los políticos, es decir, parlamentarios y ministros.

Fue un manual de capitalismo monopolista de Estado en el que aparecían los tres pilares, el técnico, el económico y el político. Como en las misas católicas, era la Santísima Trinidad del mercado moderno: tres personas distintas y un solo dios verdadero.

No vayan a creer que aquello fue cualquier cosa: en la estafa estaban involucrados 150 miembros del Parlamento francés de la III República, incluso Gustave Eiffel, el de la Torre Eiffel: el emblema mismo de París es la corrupción.

Casi todos los periódicos formaban parte de la trama del fraude. En realidad, la Santísima Trinidad capitalista son cuatro, como los jinetes del Apocalipsis. Nunca se puede olvidar a la prensa.

Como se demostró en el juicio, los periódicos habían sido sobornados espléndidamente por la constructora Lesseps para alimentar la burbuja especulativa de un canal que se había construido a miles de kilómetros de distancia de París y costó miles de vidas humanas de las que nadie se acuerda.

El quinto jinete de la Santísima Trinidad capitalista son los jueces que revisaron la legalidad de aquel saqueo millonario. Finalmente sólo una persona fue condenada y, ¿saben Ustedes quién fue? Reflexionen un poco y acertarán: pues fue el único político semi-honesto.

Si, en efecto. Había un político casi honesto, Charles Baïhaut, antiguo ministro de Obras Públicas, condenado a cinco años de cárcel, que confesó que durante un tiempo no lo había sido tanto. Deduzcan de aquí la oportuna moraleja: la mafia no admite la ruptura de la “omertá”, el pacto de silencio y le condenaron por soltar la lengua.

En Francia los chorizos de los bajos fondos tienen un lema que procede de los viejos tiempos de la Revolución de 1789: si no quieres acabar en la guillotina, no confieses jamás tus pecados ante el juez. Es mucho peor.

En la jerga francesa la palabra “panamá” tiene un segundo significado como pelotazo, bastante cercano al castellano “estraperlo”, que procede de los tiempos de Segunda República.

De los tiempos del fraude del canal de Panamá procede otra frase conocida que pronunció el Primer Ministro francés Georges Clemenceau: “Calumnia que algo queda”, cuyo origen se remonta a los tiempos del Imperio Romano: “Calumniare fortiter aliquid adhaerebit”.

El aluvión desinformativo que nos espera es de tal magnitud que jamás llegaremos a saber la verdad… ni falta que hace, porque sabemos de sobra qué clase de gentuza lleva las riendas de este mundo.

Ningún periodista del mundo había oído hablar nunca hasta ahora del famoso “Consorcio” de periodistas “de investigación”, creado “ex professo” para dar cobertura a este montaje intoxicador. ¿Se han parado a pensar por qué los papeles han ido a parar a grandes medios de comunicación internacionales y no a medios de internet, como Wikileaks?, ¿por qué no los podemos consultar directamente en internet sin pasar por los filtros de esos periodistas “de investigación”?

La calunnia è un venticello,
un’auretta assai gentile
che insensibile, sottile,
leggermente, dolcemente
incomincia a sussurrar

(Gioachino Rossini, de la ópera “El barbero de Sevilla”)

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