Al servicio de dios, del capital y del Estado

(Tres personas distintas pero sólo un dios verdadero)

Aunque los entendidos discuten la etimología, lo más probable es que la palabra «mamón» proceda del arameo, donde hace referencia a una persona adinerada. En hebreo «matmon» significa dinero o tesoro.

Tanto en el Talmud como en el Nuevo Testamento, Mamón personifica la avaricia. Pero no es algo propio sólo de los creyentes. Los anarquistas piensan de la misma manera. En su obra «El Único y su propiedad» el filósofo alemán Max Stirner, a quien Marx llamaba «San Max», asoció a Mamón con una divinidad ilusoria a la que se consagran los impíos, por oposición al Dios de los piadosos.

No obstante, a veces los creyentes desvarían. Cuando salieron de Egipto los judíos empezaron a adorar al becerro de oro (Éxodo 32:8), al que pusieron en el lugar del mismo Dios. También le sucedió hace algunos años a un reverendo anglicano, Stephen Green, que escribió un libro sobre los principios éticos de la explotación y la especulación que llevaba un título dubitativo: «¿Servir a Dios?, ¿servir a Mamón?»

Para un cristiano no podía caber ninguna clase de dudas: «Nadie puede servir a dos amos porque odiará a uno y amará al otro. No se puede servir a Dios y a Mamón a la vez» (Mateo 6:24). La Biblia no admite un punto intermedio: Mamón es el demonio de la codicia. La banca ética no tiene cabida en la Biblia. Quizá esa sea la causa de que los curas que han dirigido los bancos hayan mostrado una alarmante falta de ética, de cualquier clase de ética.

Durante 30 largos años el presidente de Cajasur fue el sacerdote Miguel Castillejo, alias «Fray Langostino», que se jubiló en 2005. Cuatro meses antes de su marcha, se aumentó a sí mismo su póliza vitalicia un 34 por ciento, hasta alcanzar los 4,3 millones de euros, mientras que la ruina de Cajasur, un agujero de 600 millones de euros, se ha tenido que tapar con dinero público.

A diferencia del cura Castillejo, el reverendo Green inició su carrera en el Ministerio de Desarrollo de Ultramar, aunque luego se pasó a la empresa privada, trabajando para el consultor internacional McKinsey y a partir de 1982 en el banco HSBC (Hong Kong & Shanghai Banking Corporation) que acumuló su capital con el comercio de opio.

Tras la revolución china de 1949 el banco sufrió un duro golpe. Excepto en Hong Kong, sus sucursales fueron expropiadas y tuvo que trasladar su central a Londres. Como Castillejo, en 2003 el reverendo Green también alcanzó la dirección ejecutiva del banco. Fue una carrera meteórica al servicio de dios, del capital y del Estado: le nombraron Lord y en 2011 ministro de Comercio e Inversiones.

Al HSBC le conocemos en España a través de Hervé Falciani, que se fugó de Suiza con copias de las operaciones de la lavandería criminal. Entre los archivos que capturó había una copia de la cuenta corriente que la familia Botín escondía en la sucursal de Ginebra, con un saldo de 2.000 millones de euros que se taparon pagando al Estado una mordida del 10 por ciento: 200 millones.

En 2012 una comisión del Senado de Estados Unidos publicó un largo informe sobre la gestión de Green al frente de HSBC. De su lectura se desprende que el HSBC blanqueó casi 900.000 millones de dólares procedentes del tráfico de drogas y el crimen organizado.

El reverendo Green había trabajado para cárteles de la droga como director de HSBC en Oriente Medio, en México y en Bermudas. Los procedimientos con los que el banco lavaba el dinero negro eran mucho más que un rumor. En 2005 la agencia financiera Bloomberg le acusó de colaborar con los traficantes de drogas. La policía mexicana también informó a Estados Unidos de las operaciones del banco en las Islas Caimán pero, en lugar de encarcelar, a los ejecutivos del banco les pusieron sobre aviso: «portaos bien», «no lo volváis a hacer», les dijeron en 2003, cuando el reverendo Green acababa de llegar a lo más alto.

En 2010 Estados Unidos volvió a advertir a Green por segunda vez que se estaba pasando de rosca con la lavandería. Tampoco le encarceló, aunque el asunto se estaba poniendo bastante feo. En Inglaterra se volcaron en su apoyo: un mes después de la advertencia le nombraron Lord y la Universidad de Londres le concedió el título de doctor honoris causa de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos. Son cargos que se añaden a otro: el de vicepresidente de la patronal británica y primera figura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Acto seguido David Cameron le asciende a ministro del gobierno.

La «justicia» capitalista funciona de esa manera: en Estados Unidos si te fumas un canuto de marihuana te envían a la cárcel unos cuantos años, pero eso sólo ocurre con los últimos escalones. Los primeros espadas, por el contrario, están por encima del bien y del mal; son ministros de dios, del gobierno y de los bancos. El dinero negro siempre se tapa con más dinero y al HSBC le impusieron otra mordida: una multa de 1.900 millones de dólares por narcotráfico.

Cuando al año siguiente el Senado publica su informe en Estados Unidos, la Cámara de los Lores quiere pedirle explicaciones a Green, pero el portavoz de los conservadores en la Cámara Alta se opone: a un barón, aunque sea de la droga, no se le pueden pedir explicaciones por asuntos ajenos a su ministerio. Aunque sólo hay un único dios verdadero, el Estado, el capital y dios son tres personas distintas.

La teología es un poco complicada, por lo que el año pasado el primer ministro Cameron lo resumió así ante las cámaras de la televisión: el reverendo Green ha hecho «un trabajo soberbio».

comentarios

Los comentarios están desactivados.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo