Y también dos huevos duros

Nicolás Bianchi

Le pedía insistentemente Chico Marx a Groucho en la famosa «escena del camarote» en Sopa de ganso. Comer, lo justo, igual que las tonterías: las justas. Nada en exceso, que diría el estoico Séneca quien, por cierto, estaba podrido de sestercios.

Hace unos años y navegando por ahí, me topé con un doctor brasileño de apellido vasco -Paulo Uribaran-, de Porto Alegre, que pule estas gemas antiparanoicas. Preguntado este friki genial sobre si es verdad que los ejercicios cardiovasculares prolongan la vida, responde así: el corazón está hecho para latir una cantidad de veces determinadas. No hay que desperdiciar -continúa- esos latidos en ejercicios. Acelerar su corazón no va a hacer que usted viva más. Es como decir que puedes prolongar la vida de tu coche corriendo más de prisa.Pues no. ¿Quieres vivir más? Échate la siesta, como hace Rajoy, que nos enterrará a todos este beduino.

Esto me recuerda a Mark Twain (el de «Tom Sawyer») y sus «sanos» amigos a los que enterró. Le preguntan a este santo iconoclasta -un oxímoron- si es más aconsejable comer más frutas y vegetales que carnes rojas, y el doctorcito nos sale con que, mire usted, milord, ¿qué comen las vacas?, coño, pues hierba y maíz y silo y esas cosas… ¿Y qué es eso? Joer, pues vegetales. Conclusión: un filete es el mecanismo más eficaz de colocar vegetales en su organismo. ¿Necesitas comer cereales? Pues come pollo.

¿Y qué pasa con el alcohol? ¿Hay que reducirlo? De ninguna manera, nos revela este clarividente a quien venero. El vino -dice- está hecho de fruta. La cerveza también está hecha de cereales (lúpulo). No limite demasiado su consumo. Pero -le preguntan con balín e insidiosamente a este prócer de la Humanidad-, ¿hacer ejercicio no estará mal, no? Nuestro admirado y admirable galeno no cae en esa «trampa saducea» y se pronuncia así: «mi filosofía es que si no tienes dolor, no hagas nada, estás bien». Un sabio, una especie que hay que proteger por estar en trance de extinguirse.

Insiste el meritorio becario plumilla en tratar de pillar al maestro esgrimiendo el pequeñoburgués argumento (me resisto a usar la horrible palabra «argumentario») de que la gimnasia ayuda a reducir la obesidad (ahora que empieza el estío y hay que cuidar el tipito y tal). Respuesta de un héroe homérico: «absolutamente no. Ejercitar un músculo lo único que hace es aumentar el tamaño del músculo». Acá lo coloqué en una «stuppa» budista y en el panteón romano.

Y ¿el chocolate hace daño, maestro?, le pregunta ya rendido el tribuletillo. No, responde nuestro gurú, es cacao, otro vegetal. Ayuda a ser feliz. La vida no es un viaje para la tumba donde llegar. En una mano la birra, y en la otra un bokata, cagondios! Gastar el cuerpo, y no des-gastarlo, concluye este filántropo aficionado al candomblé y no sé si la santería.

Corolario: si andar mucho fuera saludable, los carteros serían inmortales. Las tortugas no corren y viven 450 años. Y, como dijera Rogelio, un futbolista del Betis de los años setenta: «correr, míster, es de cobardes». Sólo los revolucionarios mueren -o los matan- pronto.

De esta me despiden del blog.

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