Una flota clandestina de buques para seguir exportando petróleo ruso

Rusia dispone de una vasta flota clandestina de petroleros comprados a través de circuitos opacos, destinados a eludir el bloqueo impuesto por la Unión Europea. Los petroleros se utilizaron antes para eludir el bloqueo a Irán y Venezuela y ahora sirven para transportar el petróleo ruso.

Son buques de transporte que camuflan su nombre y el de su propietario, cambian constantemente de dueño a través de empresas tapadera y ocultan sus movimientos para eludir mejor las sanciones.

Al menos 16 buques que formaban parte de la red iraní están ahora al servicio de Rusia. Pero no basta con tener una flota clandestina para transportar petróleo. También se necesitan compradores que no teman desafiar las sanciones europeas y estadounidenses. El principal comprador es China. Pekín ya compraba a Irán y ahora también lo hace a Rusia.

Desde que Biden llegó a la Casa Blanca hace dos años, Irán ha conseguido exportar algo más de 600 millones de barriles de petróleo a China, por valor de unos 48.000 millones de dólares. El embargo es inútil y ayuda a China a conseguir energía barata, porque el comprador está en condiciones de influir en los precios de un proveedor que no puede ofrecer su mercancía a multitud de clientes.

Se han identificado hasta 288 buques que han cargado petróleo iraní y han sido objeto de reclamaciones por sanciones ante registros marítimos y compañías de seguros. Al igual que Irán, Rusia está atrayendo a los armadores de petroleros con primas que se supone son al menos un 50 por cien más altas y podría incluso superar el 100 por cien en algunos casos, lo que hace que el transporte de petróleo ruso sea aún más atractivo que el iraní.

Las sanciones occidentales contra Rusia son menos severas que las estadounidenses contra Irán. La limitación del precio del petróleo ruso por parte de los países del G7 se diseñó para limitar los ingresos del Kremlin y, al mismo tiempo, mantener suficientes barriles rusos en el mercado para evitar la escasez. Los petroleros sólo pueden cargar y transportar petróleo ruso si se paga a un precio impuesto por Occidente de 60 dólares por barril. Esos topes sólo pueden imponer porque el 90 por cien del transporte de mercancías y seguros los prestan empresas de países occidentales, especialmente europeos.

Eso hace más atractivo para las navieras transportar petróleo ruso. Los armadores tienen menos probabilidades de enfrentarse a sanciones y pleitos si demuestran que el combustible ruso se vendió por debajo del límite. Mientras que las grandes compañías de transporte de petróleo cumplen más o menos el embargo, los piratas se reclutan entre las pequeñas y medianas empresas de transporte marítimo.

El Financial Times calcula que la flota en la sombra ha pasado de transportar menos de 3 millones de barriles en noviembre a más de 9 millones en enero.

Los esfuerzos acumulados por Occidente para estrangular la economía rusa no han surtido hasta ahora el efecto deseado. Los ingresos presupuestarios de Rusia procedentes de la industria del petróleo y el gas aumentaron un 28 por cien el año pasado, hasta 36.500 millones de dólares. La producción de petróleo en Rusia aumentó un 2 por cien el año pasado, hasta 535 millones de toneladas, mientras que las exportaciones del combustible aumentaron un 7,5 por cien.

Rusia canalizó los suministros a India y China, al tiempo que les animaba a comprar energía rusa con grandes descuentos. Aunque los ingresos netos por exportación de energía del país cayeron en 172 millones de dólares al día en diciembre, las cantidades suministradas a Pekín y Nueva Delhi alcanzaron un máximo histórico. La mayor parte del descenso no procedió de los ingresos por exportación de petróleo, sino de las exportaciones de gas natural por gasoducto, eliminadas por el sabotaje de los gasoductos Nord Stream.

China importó cantidades récord de gas licuado ruso en noviembre: 852.000 toneladas, el doble que el año anterior, según datos de las aduanas chinas. También aumentaron las ventas de crudo y carbón rusos.

Las compras totales de energía de China, incluidos los productos petrolíferos, alcanzaron los 8.000 millones de dólares en noviembre, frente a los 7.800 millones revisados del mes anterior, lo que significa que Rusia superó a Arabia saudí y se convirtió en el principal proveedor de China. Las importaciones de carbón de Rusia, incluido el lignito, aumentaron un 41 por cien, hasta 7,2 millones de toneladas, de las cuales 2,1 millones (el doble que hace un año) de carbón de coque para la siderurgia china.

El tercer importador mundial de crudo, India compró una cantidad récord de petróleo ruso en diciembre, importando 33 veces más que hace un año. En diciembre compró a Rusia una media de 1,2 millones de barriles diarios (bpd), frente a los apenas 36.255 bpd de diciembre de 2021. Las importaciones de Irak y Arabia saudí en el mismo periodo rondaron 1 millón de bpd cada una. En el año transcurrido hasta marzo de 2021, el 0,2 por cien de las compras de petróleo de India procedieron de Rusia. Actualmente, representa más del 25 por cien del total.

A pesar del llamamiento al boicot y del temor a una recesión mundial, la demanda de crudo ruso -segundo productor mundial- no ha disminuido. Los precios del petróleo subieron en los meses posteriores a febrero de 2022 debido a la preocupación por la oferta, pero acabaron el año más o menos al mismo nivel que al principio. Rusia no sólo no ralentizó su producción, sino que ganó más.

Por ejemplo, el último día de negociación del año pasado, el precio al contado del crudo Brent, referencia mundial, cerró a 85 dólares por barril, sólo 7 dólares más que el precio del 3 de enero de 2022. El precio al contado del crudo Brent alcanzó una media de 100 dólares el barril el año pasado.

El 5 de febrero entró en vigor la prohibición adicional de la UE a los productos petrolíferos rusos, incluido el gasóleo. Al mismo tiempo, el G7 introdujo un tope mundial de precios: 100 dólares para los productos petrolíferos de alta calidad, como el gasóleo, y 45 dólares para productos como el gasóleo de calefacción. El objetivo declarado de las nuevas sanciones es el mismo: privar a Rusia de una de sus principales fuentes de ingresos para impedir que financie el conflicto en Ucrania.

Las sanciones han fracasado. La prohibición occidental de productos refinados podría incluso impulsar el suministro de crudo ruso a China, que es a su vez un importante refinador.

La medida también podría resultar más perjudicial para los países de Europa Occidental, que dependen de Rusia para cerca del 40 por cien de sus importaciones de productos refinados. Y lo que es más importante, el gasóleo ruso ha compensado el déficit de su propia producción.

El gasóleo se utiliza principalmente para el transporte por camión, para hacer llegar grandes cargamentos a los consumidores y para accionar maquinaria agrícola. La UE ha cerrado deliberadamente más de un millón de bpd de capacidad de refinado en los últimos años debido a la pandemia y a la preocupación por el cambio climático global, y aún está por ver cómo sustituirá el bloque casi 500.000 bpd, que solía importar de Rusia.

A finales de diciembre Putin respondió al tope de precios impuesto por Occidente al crudo ruso transportado por mar firmando un decreto que prohíbe su suministro a partir del 1 de febrero a las naciones que apoyan el tope.

Los topes de Estados Unidos, que prohíbe a los países pagar más de 60 dólares por barril de petróleo ruso, entró en vigor en diciembre. La respuesta de Putin fue una declaración inequívoca de que Rusia no cedería a la presión de las sanciones. No obstante, su decreto contempla la posibilidad de conceder permisos especiales para el suministro a los países incluidos en la prohibición, lo que podría suponer un rayo de esperanza para algunos de los 27 Estados miembros de la UE que se habrían visto obligados a apoyar la limitación de precios.

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