¿Qué buscan en Moscú los príncipes saudíes?

Para responder a la pregunta no tenemos más que traducir el extraordinario artículo que publicó ayer la joven periodista argelina Lina Kennouche en El-Watan: “Rusia-Arabia saudita, el acercamiento que inquieta a Washigton”.

El fructífero viaje del rey saudí a Moscú estaba previsto con antelación y no supone un acercamiento espectacular, afirma Kennouche, aunque muestra el carácter “menos estable” de las alianzas y una voluntad de reducir la dependencia hacia Washington por parte de Riad, “consecuencia del retroceso de la potencia americana”.

Riad ya no confía en Washington como antes. Las señales que han llegado a los jeques tras la crisis con Qatar les han resultado muy preocupantes. El 15 de junio Qatar compró aviones de combate F-15 a Estados Unidos por valor de 12.000 millones de dólares, una intensificación de los acuerdos de seguridad justo en el momento de una crisis sin precedentes en el Golfo Pérsico.

Los saudíes buscan salidas en múltiples direcciones, Rusia entre ellas. Durante la visita a Moscú han firmado varios acuerdos bilaterales que demuestran que el bloqueo económico a Rusia es papel mojado. Riad refuerza claramente la cooperación militar y energética. Ambos países son los mayores productores y exportadores mundiales de hidrocarburos y regulan los precios en el mercado internacional, para lo cual prorrogarán el acuerdo OPEP-Rusia para reducir la producción y mantener los precios hasta el año que viene.

Otros compromisos económicos alcanzan los 3.000 millones de dólares. Moscú construirá una fábrica química y, según el ministro ruso de Energía, Alexandre Novak, está prevista una inversión de 150 millones de dólares por parte de un fondo común ruso y saudí, Eurasia Drilling Company, en la sociedad rusa del petróleo.

Riad comprará material militar ruso, como el sistema de defensa S-400 Triumph, sistemas de misiles antitanque Kornet, lanzacohetes Tos-1A, lanzagranadas AGS-30 y fusiles de asalto kalashnikov AK-103. Además, el acuerdo supone una transferencia de tecnolgía para que el armamento se puede reproducir en suelo saudí.

Rusia ha pasado a desempeñar un papel central en Oriente Medio, afirma Kennouche, un interlocutor que no se le puede sortear, mientras el peso de Estados Unidos se reduce en países clave, como Irak o Siria.

El cambio en la correlación de fuerzas en Siria ha reorientado a los saudíes para volverse hacia Moscú, que no quieren verse marginados de las resoluciones de Astana. No obstante, Riad quiere seguir manteniendo su hostilidad hacia Teherán, lo cual es un equilibrio difícil de mantener. “En una fase de reconfiguración de las relaciones de fuerza mundiales, las alianzas estables tienden a ser reemplazadas por políticas multidireccionales y convergencias sectoriales”, asegura la periodista argelina.

La volatilidad saudí es paralela a la de Turquía, otra pieza capital de la estrategia estadounidense en Oriente Medio que gira sobre sí misma y también diversifica su círculo de amistades. Lo mismo que Rias, el gobierno de Ankara también ha firmado otro contrato con Rusia para la adquisición de los sistemas rusos de defensa antiaérea S-400, con el añadido que Turquía sigue siendo miembro de la OTAN, al menos de manera formal.

“Los aliados de Estados Unidos ya no aparecen solamente como simples auxiliares de la política americana sino cada vez más como actores deseosos de independizarse”, concluye Kennouche. Es un signo de estos tiempos; el otro es que quienes quieren independizarse siempre miran hacia Moscú.

(*) http://www.elwatan.com/-00-00-0000-354689_112.php

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