Provocación militar sin precedentes de Estados Unidos contra Rusia en Europa oriental

Estados Unidos prepara el despliegue de un contingente militar en el este de Europa sin precedentes desde el fin de la Guerra Fría. En dos semanas casi 4.500 soldados de la base de Fort Carson se posicionarán frente a la frontera de Rusia en una acto de clara y abierta provocación.

El despliegue coincide con la llegada a la Casa Blanca del nuevo presidente, Donald Trump, que ha criticado el papel de Estados Unidos en la OTAN. El imperialismo estadounidense parece fuera de control. Trump ha criticado a Obama por la reprimenda de Estados Unidos a Israel en la ONU, a cuenta de los asentamientos judíos en Cisjordania.

A ello se une el anuncio de nuevas sanciones a Rusia, esta vez con un cambio de excusa: la supuesta injerencia en el proceso electoral. Además, la Casa Blanca ha expulsado a 35 diplomáticos rusos, poniendo las relaciones entre ambos países en el punto más bajo de la historia reciente, a sólo unos días del traspaso de poderes. Algo inaudito.

Washington ha reconocido que no tiene pruebas del pirateo ruso sobre los servidores del partido demócrata, pero las está buscando, e incluso es posible que las encuentre. “Es imposible saber quién lo ha hecho”, reconoció Trump cuando relacionaron a Rusia con los ataques informáticos. “Lo mismo ha sido un gordo de 400 libras desde el sofá de su casa”, ha añadido.

Cuando el próximo 20 de enero Trump tome posesión de su cargo deberá mantener o anular las sanciones a Rusia. Obama le ha puesto a su sucesor entre la espada y la pared. Si las anula es porque las conclusiones obtenidas por sus espías no le merecen ninguna credibilidad. Sería una confirmación de que, en efecto, Trump es el Presidente manchú.

Pero la estulticia de Obama no se ha quedado ahí porque ha dicho que eso es sólo el principio. “Continuaremos adoptando una serie de acciones en el momento y el lugar que elijamos, algunas de las cuales no se harán públicas”, dijo.

En los próximos días Obama entregará al Congreso un informe sobre “los esfuerzos de Rusia para interferir” en las elecciones, así como sobre su “actividad cibernética maliciosa” relacionada con las elecciones presidenciales.

Por su parte, Putin ha vuelto a sorprender a propios y extraños cuando ha dicho que no va a tomar represalias por la expulsión de sus 35 diplomáticos, cuando todo el mundo esperaba algo parecido contra diplomáticos estadounidenses. Al menos por esta vez el “ojo por ojo y diente por diente” no ha funcionado.

Pero se produjo otra sorpresa: Putin invita al cuerpo diplomático de Estados Unidos a una cena de gala en el Kremlin por el Año Nuevo. Es más hábil; se ha metido las manos en los bolsillos y ha pasado la pelota al tejado de Trump. ¿Qué hará Trump?, ¿será tan torpe como Obama? De momento en su cuenta de Twitter, Trump reconoció el viernes que la maniobra de Putin había sido un “golpe genial”. La periodista de la de CNN, Jill Dougherty, que antes era corresponsal en Moscú de la cadena, tampoco salía de su asombro.

Si se analiza con atención el incidente se verá que, en definitiva, Obama le ha lanzado el guante a Putin y éste ni se ha agachado a recogerlo. El ruso desprecia abiertamente a Obama y le desautoriza como Presidente de Estados Unidos. Ha calificado la expulsión como “diplomacia de cocina”. Moscú hará como que no ha pasado nada. Se limitará a esperar a que entre el nuevo inquilino.

Más información:
– Trump, el candidato manchú, y cómo los rojos se han apoderado de la Casa Blanca

– Estados Unidos expulsa a 35 diplomáticos rusos acusados de espionaje
 

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