Pegasus: si entra en tu móvil también entra en tu cabeza

La empresa NSO Group la fundaron dos militares israelíes en 2010. Su producto estrella es el programa de espionaje Pegasus, que vende a otros gobiernos, que a su vez los utilizan para vigilar e incluso asesinar a disidentes, opositores, periodistas, e incluso a empresas de la competencia (1).

Las empresas israelíes han perfeccionado sus técnicas de vigilancia digital en el contexto de la ocupación de Palestina. Israel domina el arte de vigilar a millones de palestinos en Cisjordania, Gaza e Israel y ahora sus empresas venden sus conocimientos a gobiernos que admiran su capacidad para reprimir cualquier clase de oposición.

Un teléfono infectado por el programa Pegasus es totalmente controlable por terceros desde el exterior. El programa permite determinar la ubicación del teléfono, activar la cámara y el micrófono, grabar conversaciones y tener acceso a todos los datos personales (SMS, correos electrónicos, contactos, fotos, vídeos, así como conversaciones en Instagram, Whatsapp o cualquier red social). Es como estar presente en la cabeza del otro.

NSO Group no es la única empresa israelí que vende tecnologías de espionaje político. Black Cube también está acusada de controlar a los opositores de Joseph Kabila, antiguo Jefe de Estado de la República Democrática del Congo (2001-2019). Harvey Weinstein, el productor de Hollywood que catalizó el movimiento #metoo, contrató a Black Cube para intimidar a las mujeres que le acusaban de violación.

La empresa israelí se dirigió a las ONG para intimidarlas en el contexto de las elecciones presidenciales húngaras, entre diciembre de 2017 y marzo de 2018.

Las técnicas cambian, pero el objetivo es siempre el mismo: capitalistas y Estados poderosos que quieren vigilar o intimidar a sus enemigos y competidores de una manera subrepticia.

Las empresas israelíes de inteligencia son una continuación del servicio secreto. Los dirigentes de Black Cube incluyen a antiguos miembros del Mossad. En cuanto a NSO Group, fueron los veteranos del equivalente israelí de la NSA en Estados Unidos, la Unidad 8200, quienes fundaron la empresa.

En México el gobierno de Enrique Peña Nieto, Presidente de 2012 a 2018, compró Pegasus por 80 millones de dólares. Citizen Lab ha documentado su uso en ataques contra nueve periodistas. Griselda Triana, viuda de un periodista asesinado en 2017, también fue objeto de un ataque a través del programa de espionaje. Se han registrado otros 25 ciberataques contra opositores mexicanos, incluyendo uno contra el comité internacional que investiga el asesinato de 43 estudiantes en Iguala, Estado de Guerrero, en 2014.

Otra víctima de Pegasus es Ahmed Mansoor, un defensor de los derechos humanos y ciudadano de Emiratos Árabes Unidos, que fue objeto de un ataque por parte de Pegasus en 2016. Le condenaron a diez años de cárcel por criticar al gobierno en las redes sociales.

Amnistía Internacional fue atacada en agosto de 2018, lo que les ha llevado a reaccionar poniendo una demanda en los tribunales israelíes el pasado mes de mayo para anular la licencia de exportación de Pegasus.

El pasado mes de mayo Whatsapp acusó a NSO Group de instalar un programa de espionaje en la aplicación.

Arabia saudí compró Pegasus por 55 millones de dólares (2) y lo utilizó para recopilar información sobre el periodista Jamal Khashoggi que -muy probablemente- condujo a su asesinato en Estambul el pasado mes de octubre.

La Casa Real saudí inició una purga en la que detuvo y torturó a miembros de la propia familia real, así como a empresarios acusados de corrupción.

El negocio del espionaje está en auge y es muy lucrativo. El valor en bolsa de NSO Group se estima en 1.000 millones de dólares. La economía del espionaje digital vale 12.000 millones. Incluso un país pequeño con un presupuesto pequeño puede tener una enorme capacidad para iniciar ataques cibernéticos contra sus oponentes.

Pero el descubrimiento del negocio ha acabado afectando a NSO Group. Cuando los fundadores solicitaron un préstamo para comprar la empresa en 2019, los especuladores no se quisieron mojar, hasta que Stephen Peel, un banquero británico, compró la mayoría de las acciones en febrero a través de su holding Novalpina Capital. Desde la adquisición, su tarea fundamental ha sido la de lavar la sucia imagen de marca de la empresa.

(1) https://www.theguardian.com/law/2019/jun/14/yana-peel-uk-rights-advocate-serpentine-nso-spyware-pegasus
(2) https://www.nytimes.com/2018/12/02/world/middleeast/saudi-khashoggi-spyware-israel.html

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