Para lograr el voto las mujeres británicas recurrieron a la lucha armada hace un siglo

La semana pasada el Reino Unido recordó a las sufragistas, cuya lucha, muy polémica en la época, permitió que las mujeres consiguieran el derecho a voto hace exactamente 100 años.

La primera ministra británica, Theresa May -la segunda en la historia del país, tras Margaret Thatcher- pronunció un discurso en Manchester en homenaje a esas militantes “heroicas”, como su dirigente Emmeline Pankhurst, como Emily Davison, que murió en una acción de protesta al lanzarse a los pies de un caballo en el Derby de Epsom de 1913, o quienes realizaron huelgas de hambre.

Las militantes se encadenaban a las vías del tren, rompían ventanas y saboteaban líneas eléctricas. Llegaron incluso a lanzar una bomba contra la casa del entonces ministro de Finanzas, Lloyd George.

Muchas fueron juzgadas y condenadas. Aprovechando el centenario, se abre paso una petición para que la ministra de Interior, Amber Rudd, perdone a las más de mil que fueron a la cárcel.

“La campaña de las militantes fue absolutamente esencial para hacer avanzar la causa del voto”, explicó Krista Cowman, profesora de historia en la Universidad Lincoln en Reino Unido. “Antes, hubo cincuenta años de campaña pacifista que, en realidad, no sirvió para nada”.

Finalmente, el 6 de febrero de 1918 el parlamento británico adoptó la ley sobre la representación popular que permitió que ocho millones de mujeres, de más 30 años, fueran sumadas al censo electoral.

Hubo que esperar todavía diez años para que las mujeres pudieran votar a los 21, como los hombres.

“Aquellas que lucharon para instituir su derecho -mi derecho, el derecho de todas las mujeres- a votar en las elecciones, a ser candidatas y a ocupar plenamente su lugar en la vida pública, lo lograron afrontando una feroz oposición”, dijo May en su discurso en Manchester, cuna de Pankhurst.

“Perseveraron pese a todo el peligro y el desaliento porque sabían que su causa era justa”, añadió May, apelando a la tolerancia con la discrepancia y la lucha de las minorías.

“Aunque hay mucho que celebrar, me preocupa que nuestro debate público se está volviendo agresivo. Que para muchos, discrepar es cada vez es más difícil”.

“Persisten las injusticias para las mujeres, para el colectivo LGBT, los negros y los británicos de minorías étnicas, para quienes vienen de familias más pobres y para los discapacitados”, enumeró la primera ministra.

El centenario llega con otros frentes abiertos, como el de la brecha salarial entre hombres y mujeres, que ha provocado un escándalo en la BBC británica, o el de los abusos sexuales, tras las revelaciones sobre el poderoso productor cinematográfico estadounidense Harvey Weinstein o la cena benéfica para empresarios de Londres en la que hubo manoseos a las azafatas, tal y como reveló una periodista encubierta.

La lucha de las sufragistas británicas es quizás la más notoria de su clase, pero hubo otras heroínas como la uruguaya Paulina Luisi, la brasileña Bertha Lutz o la mexicana Elvia Carrillo.

De hecho fue Nueva Zelanda el primer país del mundo en aprobar el voto femenino, en 1893, seguida por Australia, en 1902, Finlandia en 1906 y Noruega en 1913.

La Unión Soviética lo aprobó en 1917, Alemania en 1918, Estados Unidos en 1920, Uruguay en 1927, España en 1931 y Brasil en 1932, mientras que en Francia hubo que esperar a 1944 y en Suiza mucho más, hasta 1971.

Hoy en día siguen existiendo restricciones en algunos países, como en los del Golfo.


Sufragistas españolas posan en Madrid, en la calle de Alcalá, hace 100 años.
En España el voto de la mujer tuvo que esperar a la Segunda República.

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