Lumpenburgueses

N.B.
Seguro que me llaman exagerado por decir que la mangancia y corrupción que asola la piel de toro viene de un estado de ánimo de los corruptos que les dice que «para algo ganamos la guerra», o sea, para hacer de España un cortijo donde robar a nuestro libre capricho, que es lo que siempre hemos hecho los lumpenburgueses, los quinquis de la burguesía que antes teníamos estudios y ahora ni falta que hace, como los antiguos marqueses y barones y condes castellanos que se vanagloriaban de no saber leer ni escribir, que para esos menesteres profanos estaban los escribanos y leguleyos y lo nuestro es la guerra y la caza del ciervo (el zorro en Inglaterra).
Estoy por decir -otra exageración mía- que esta gentuza chorimanga y afana ¡¡sin tener conciencia de estar haciendo algo malo, algo incorrecto, algo ilegal!! Y ello porque están acostumbrados al aquí te pillo, aquí te mato, como el medieval derecho de pernada que, aunque no era tanto como se dice, era algo… natural, la costumbre de toda la vida desde Platón, o sea, unos guerrean, otros rezan y otros, la mayoría, laboran. Nosotros somos los que guerreamos y ya ni falta que hace teniendo mercenarios y lansquenetes.
Un patán como Arturo Fernández, empresario, dicen, que se gastaba el dinero de las tarjetas «black» en sus propios restaurantes, como los de las Cortes, para que todo quede en casa pero con dinero ajeno, cuando le pregunta el juez que cómo es eso, te responde con la llaneza de un patán con ínfulas que, joder, «que eso lo sabía todo el mundo». Todo «su» mundo, quería decir, en realidad. O sea, toda la «casta», ahora sí vale este término, acostumbrada a pensar que el país es un batzoki en Euskadi para el PNV, una masía para la burguesía catalana o un chaparral para la oligarquía terrateniente-industrial-financiera. A la que hay que añadir, en el reparto del botín, a los nuevos zánganos del PsoE o IU, muchos de ellos hijos de falangistas (Griñán, por ejemplo) o franquistas o militares. Nosotros sólo hacemos lo que hemos visto hacer y se nos ha enseñado desde críos, ¿dónde está el delito, qué mal hemos hecho? El país es nuestro. ¿Por qué? Porque hemos ganado la guerra. Y si nos va mal, porque la gente empieza a estar hasta los cojones, algo inventaremos para hipnotizarlos -no quiero señalar, que está feo- y tiramos otros treinta años con el invento este de la «democracia», jajajajá…
Señora, a sus pies, que luego dicen de mí que soy un zarrapastroso lumpenburgués, que ni sé que significa ese palabro…

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