‘Los yihadistas son héroes a los que hay que levantar un monumento en Bruselas’

No lo decimos nosotros, señor fiscal de la Audiencia Nacional; quien enalteció el terrorismo fue el ministro belga de Asuntos Exteriores, Didier Reynders, hace tres años durante una entrevista en la radio Bel-RTL.

En alusión a los yihadistas belgas que partían a combatir en la guerra de Siria el ministro belga dijo entonces: “Tal vez se les construya un monumento como héroes de una revolución”.

Fue exactamente el 26 de abril de 2013 y, naturalmente, eran otros tiempos. En Siria había una “revolución” mientras que ahora la “revolución” la tienen en Bruselas y a los ministros europeos ya no les hace ninguna gracia.

La Unión Europea no es un mercado libre, como dicen. Exporta “revoluciones”, pero no admite ni la importación, ni que le devuelvan el género. Es el peculiar estilo canallesco, cínico e hipócrita de quien se cree el ombligo del mundo, el sello de fábrica “Made in Europa”.

El detalle lo relató Bahar Kimyongür en una entrevista concedida a la periodista suiza Silvia Cattori con un ilustrativo título en el que calificaba a los yihadistas que entonces viajaban a Siria de “mercenarios de la OTAN” (*).

Todo aquella furia contra el gobierno de Bashar Al-Asad se ve ahora de otra manera. Suena obsceno, sucio, repugnante… “¿No han dejado marchar los servicios secretos de los países europeos a esos jóvenes con total consciencia de la amplitud del fenómeno?”, preguntaba la periodista de manera retórica. Naturalmente que sí: los servicios secretos de los países europeos permitieron la marcha de esos jóvenes con total consciencia de lo que iba a suceder tarde o temprano.

Para dejar claro que la yihad no es un fenómeno propio de Oriente Medio sino europeo, Kimyongür habla de “euroyihad”:

“Los primeros belgas que se inscribieron en el conflicto sirio lo hicieron en 2011. Se trataba esencialmente de belgas de origen sirio. La internacionalización de la yihad en Siria tuvo como pioneros a los veteranos de la guerra contra Gadafi. Erdogan presentó a estos combatientes libios como sus invitados de honor. Oficialmente, su presencia en Turquía se debía a razones médicas. Pero, muy rápidamente, los libios instalaron campamentos terroristas a los largo de la frontera turco-siria. Era a finales del verano de 2011. La proliferación de redes de reclutamiento desde Europa hacia Siria aparece en 2012. En las calles de Bruselas los rumores abundaban sobre el viaje de este o aquel ‘mudjadhid’. En marzo de 2013, coincidiendo con el anuncio de la creación de la Task Force Syrie por el ministro belga de Interior, envié a los padres de los yihadistas una carta de aviso apuntando a la complicidad de las autoridades belgas en la partida de sus hijos”.

Todo el mundo lo sabía. Desde 2011 los vecinos de la OTAN y de la Unión Europea en Bruselas no hablaban de otra cosa. Estaba al cabo de la calle, de los barrios y de los bares. El 8 de mayo de 2014 se celebró a plena luz del día en un local de Bruselas una reunión de lo que entonces calificaban como “combatientes internacionales en Siria”.

Los yihadistas no se crearon en las redes sociales, como tratan de hacer creer las cadenas de televisión, como La Sexta en España. Los países de la Unión Europea pusieron a la población inmigrante en los brazos de su mejor aliado, Arabia saudí, que dirige las mezquitas de los barrios, paga a los imanes y organiza al lumpen: “Históricamente, Arabia Saudita tiene el monopolio de la educación religiosa de musulmanes arabófonos en Bélgica”, comenta Kimyongür.

Desde 1979 tanto Marruecos como los saudíes, en plena complicidad con los servicios secretos europeos, tratan de frenar la influencia revolucionaria del chiísmo entre la juventud inmigrante de los barrios de Alemania, Francia, Holanda, Bélgica… Se levantan mezquitas con imanes wahabitas y se queman las mezquitas con imanes chiítas, como la de Anderlecht en 2012. El imán de la mezquita, Abdellah Dahduh, fue asesinado. El terrorista que prendió fuego a la mezquita explicó más tarde que su acto fue motivado por la guerra de Siria.

Esa complicidad impulsa el desarrollo de sectas takfiríes como Sharia4Belgium, que gozan de libertad de movimientos. Cuando en 2012 Sharia4Belgium anunció que se autodisolvía para ir a combatir en Siria, no sólo nadie trató de impedirlo, sino que a los políticos aquello les pareció estupendo. Lo que no vale para Bélgica, vale para Siria.

En las ciudades más importantes de Europa aparecieron agencias de viaje, “tour operadores”, hoteles y toda la parafernalia propia de un reclutamiento abierto y masivo que no necesitaba estampar visados en los pasaportes porque nadie los exigía en ninguna frontera entre Londres y el aeropuerto de Hatay, en Turquía, el más cercano a territorio sirio. Era un caso claro de “barra libre”.

Gracias a organizaciones como Sharia4Belgium y otras la Unión Europea quedaba en un segundo plano, como si la guerra de Siria no fuera con ellos. En realidad, en Bruselas estaban entusiasmados con que sus enemigos se mataran mutuamente, cuanto más mejor. “Incluso jóvenes menores de edad han podido coger el avión en el aeropuerto de Bruselas-Nacional sin autorización paterna, lo que en principio está estrictamente prohibido”, comenta Kimyongür en la entrevista. La policía hizo la vista gorda; lleva años haciendo la vista gorda.

Sin embargo, Sharia4Belgium fue sólo una de las varias redes de reclutamiento de yihadistas. Además de ella, existieron otras magrebíes, sirias, libanesas, chechenas. Otros jóvenes acudieron al norte de Siria a través de Turquía sin pasar por ningún intermediario.

Con el transcurso del tiempo, la pregunta que le hizo la periodista a Kimyongür suena ahora a premonición: “¿Sabrá el gobierno belga gestionar el regreso de los yihadistas?” Pero el asunto no es si una periodista ya pensaba en las consecuencias de aquel reclutamiento masivo, sino si ese pensamiento estaba también en el gobierno belga. ¿O acaso no pensaba en nada?

(*) http://www.silviacattori.net/article5532.html

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