Los Stones en Cuba

Bianchi

Nunca actuaron “Las Piedras Rodantes” en Cuba (tampoco en la España de Franco, lo que sí hicieron “Los Escarabajos” en 1966, hoy nos ha dado por traducirlo todo, como ven) y van y lo hacen el otro día, y gratis.

¿A qué fueron? ¿Por qué? Mick Jagger dijo en el escenario que “parece que algo está cambiando, no?” Todo cambia en la vida, en la naturaleza y en las personas, por supuesto, pero la pregunta pertinente, sin embargo, es “en qué sentido”, en qué dirección. Y en qué forma y, sobre todo, con qué contenido.

No nos precipitaremos acá aventurando nada, pero algo intuimos. Y no muy plausible. Visitas recientes a la isla caimán del Papa actual (antes fueron los dos precedentes, Wojtyla y Ratzinger) o la recientísima del presidente gringo B.Obama y ahora los “Rolling Stones” no presagian que vengan precisamente a apuntalar un régimen nacionalista, antiimperialista y socialista; más bien, lo contrario, esto es, “exportar” la “democracia” a la occidental manera, como en los años sesenta del siglo pasado se hablaba de “exportar la revolución”, por ejemplo, el gran Che Guevara (“hay que crear un Vietnam, dos, tres Vietnams…»). El problema es si el Gobierno cubano, o el Partido Comunista cubano, quiere “importar” esa “democracia” y lo que conlleva, ya saben, elecciones, partidos políticos, libertad de expresión, liberación de “gusanos”, etc., o sea, igualito que las democracias del “mundo libre”. Por las pintas y trazas nos tememos que vayan por ahí los tiros, aunque, desde luego, no tenemos a la dirigencia cubana por estúpida, ni mucho menos.

La “estasiología”, palabro raro este, lo admitimos, algo así como la ciencia de los Estados, inventó las “Transiciones” de un régimen a otro distinto, al menos en apariencia. Ejemplo ya clásico es la llamada “Transición” española desde la Dictadura franquista a la democracia de manera pacífica, tratan de vender mintiendo a sabiendas, incluso proponiendo esa “Transición” como modelo a exportar, por ejemplo, al Chile de Pinochet. Ocurre, según la pacotilla de la sociología norteamericana o la de la nefasta Hannah Arendt, que, dicen insaculando grano y paja y mezclando churras y merinas, hay dos clases de dictaduras; la fascista y la comunista. La primera se resolvió mediante los polvos mágicos que convirtió a los fachas en demócratas de toda la puta vida prometiendo participar en la tarta -como vemos hoy- a la “leal oposición” que empezó a asomar el morro en cuanto vieron que Franco la espichaba. Como decimos con alguna y no poca sorna, la Transición española fue “modélica”. Ahora bien, llegados a este punto, ¿lo será -modélica- la Transición desde un régimen comunista -cosa que nunca fue Cuba, pero lo exigía la propaganda yanqui para asustar a ancianas-, como el “castrista” -así le dicen- a la bienaventurada, adventista y adventicia “democracia”? ¿Se dejarán los hermanos Castro? Pensemos que Cuba es una “dictadura”, y, además, la peor de todas: comunista. Si de una dictadura fascista, como la franquista, pareció sencillo pasar a una democracia de tres centavos, sí, pero homologable a las occidentales (aunque estén en Oriente algunas, según su patrón de “democracia”), no parece que de una férrea, dura y granítica “dictadura comunista” se pueda pasar tan fácil y grácilmente a la democracia de verdad, o sea, la verdadera, la democracia “de cojones”, como la religión católica. En fin, permaneceremos atentos a la pantalla, que las revoluciones no se televisan, pero las contrarrevoluciones parece que sí.

De momento, el concierto de los Stones parece remar en el sentido de acelerar ese tránsito a la democracia verdadera, no la socialista, no, esa va a ser que no. Y tendremos que decir que los músicos británicos han coadyuvado a esa transición feliz si no queremos pasar -algunos- por trogloditas.

Y lo dice un hijo -ni siquiera nieto- del “ryhthm and blues” y del “rock‘n’roll” que morirá con ese sonido y esas vibraciones en las venas. Es decir, un amante de esa música que en los años sesenta, por cierto, se decía desde ciertas tribunas que era un invento de los laboratorios norteamericanos para “comer el coco” a la juventud occidental entreteniéndola y no pensara en otras cosas, la “política”, ya saben… Si ese era el propósito, es evidente que le salió el tiro por la culata en muchísimos casos, sin mencionar la época hippie o la música contestataria californiana, bien es cierto que todo eso pasó… como lágrimas en la lluvia.

Tampoco entraremos, en el terreno puramente estético, en la longeva edad de los miembros de los Rollings (Jagger tiene 72 tacos) para criticar y valorar su ejecutoria musical. Parece claro que su momento creativo pasó hace ya varias décadas. Pero también lo es que siguen llenando velódromos y escenarios al aire libre. A algunos les parecerá patético, que se arrastran, y a otros no. Yo, aquí, ni entro ni salgo, o sea, voy de “ninista”, ¿quién lo iba a decir? Se ve que voy degenerando cosa mala… No me consta que tocaran la antibelicista “Gimme Shelter” o la psicodélica “Paint It Black”. O “Street Fighting Man” (con Brian Jones todavía vivo).

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