La acción está programada del 21 de agosto al 9 de septiembre, con motivo del aniversario del sangriento motín ocurrido en la Instalación Correccional Attica de Nueva York en 1971.
Mientras dure la huelga, los presos prevén negarse a trabajar y, en algunos casos, se rehusarán a comer para llamar la atención sobre las malas condiciones y lo que muchos ven como prácticas laborales de explotación en las instituciones correccionales estadounidenses.
“Los presos quieren ser valorados como contribuyentes a nuestra sociedad”, expresó al sitio web Amani Sawari, portavoz de las protestas. Para el vocero y los reos que participarán en la huelga, el trabajo a veces forzoso y la paga pobre que reciben los prisioneros son una forma de “esclavitud moderna”.
Anteriormente se generaron protestas por esa situación y por las difíciles condiciones en las prisiones, las cuales, según los privados de libertad, fueron la causa de los disturbios que dejaron siete muertos en un centro correccional de Carolina del Sur en abril pasado.
Los problemas laborales penitenciarios recientemente recibieron atención en California, donde los presos fueron reclutados voluntariamente para luchar contra los incendios que golpean al estado, una labor por la cual reciben un dólar por hora, más dos dólares por día.
Pero la práctica de usar reos para trabajos baratos o gratis es bastante común en Estados Unidos debido a una exención en la Decimotercera Enmienda, la cual abolió la esclavitud pero permite la servidumbre involuntaria como parte del castigo por un delito.
La ventaja principal que tiene un recluso es su propio cuerpo. Si eligen no ir a trabajar y simplemente se sientan en la zona principal o en el comedor, si deciden no limpiar o trabajar en el patio, esta es la influencia que tienen. Las prisiones no pueden funcionar sin el trabajo de los presos, dijo Sawari.
Esta huelga ocurrirá dos años después de protestas registradas en al menos 12 estados, en lo que constituyó el mayor paro carcelario en la historia del país, y las nuevas manifestaciones podrían llegar a ser incluso más grandes que aquellas.
Los reclusos anunciaron 10 exigencias, entre ellas mejoras inmediatas en las condiciones de las cárceles, eliminar la esclavitud penitenciaria, poner fin a las disparidades raciales en el sistema de justicia penal y un aumento de los programas de rehabilitación.
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