Los cristianos de Gaza también se niegan a abandonar sus iglesias

La comunidad cristiana de Gaza, como todos los palestinos, resiste en su tierra. Alrededor de 1.100 cristianos palestinos viven en Gaza desde la “nakba” de 1948. Haciendo caso omiso de la petición de evacuación del ejército israelí, se niegan a abandonar las dos iglesias aún abiertas en Gaza, situadas en el norte del enclave.

Los cristianos de Gaza, en su mayoría ortodoxos, representan el 0,05 por cien de la población. Están reunidos en la Iglesia de la Sagrada Familia (católica) ubicada cerca del Hospital Al Shifa y la Iglesia de San Porfirio (ortodoxa). Esta última fue alcanzada por misiles israelíes el 19 de octubre, provocando 18 muertos y decenas de heridos. El ejército israelí declaró entonces que los bombardeos tenían como objetivo un centro de mando cercano de Hamas. Sin embargo, ese edificio estaba abandonado.

Ante el avance de la ofensiva israelí, los cristianos palestinos luchan por mantener la esperanza. “La situación en Gaza es trágica”, dice una monja, la hermana Nabila. “Durante la tregua, salimos y vimos la magnitud de la destrucción masiva causada por los bombardeos. La mayoría de las familias cristianas vieron sus casas demolidas y el resto sufrieron daños tan graves que se volvieron inhabitables”.

La comunidad está muy unida se niega a ir al sur por miedo a tener que dormir en la calle. “La mayoría de los cristianos se quedaron en el norte”, confirma Nabila, subrayando que viven “una experiencia difícil, llena de miedo, horror y desafíos, pero al mismo tiempo llena de fe y esperanza”.

Nabila es una monja de la Congregación del Santo Rosario que trabaja para apoyar a las aproximadamente 700 personas desplazadas que han encontrado refugio en el complejo de la Iglesia de la Sagrada Familia, incluidas 50 personas discapacitadas. El 4 de noviembre la escuela católica de las Hermanas del Santo Rosario, de la que ella es directora, fue alcanzada por un ataque aéreo. Creada en 2000, la escuela acogió a 1.250 estudiantes, cristianos y musulmanes, y ofreció educación a familias pobres. Según el Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén, al menos 19 lugares de culto, incluidas mezquitas e iglesias, fueron atacados en Gaza durante las tres primeras semanas de guerra.

A pesar de los intensos bombardeos, la hermana Nabila no quiere abandonar su parroquia, sobre todo porque algunas de las personas a las que cuida no pueden viajar. “El futuro de cada persona está en su patria y no fuera de ella. Somos una parte integral de la sociedad palestina”, dice. El territorio palestino tiene una importancia simbólica para los cristianos. “La principal preocupación de la Iglesia es permitir que los cristianos permanezcan en su tierra, la tierra de Cristo”, subraya.

En 15 años el 70 por cien de la población cristiana de Gaza se ha exiliado. Una cifra que podría aumentar ante los bombardeos israelíes contra el enclave. Como los demás palestinos, Nabila se niega a darse por vencida. “Mi fe me ayuda a vivir el sufrimiento, a compartirlo con los demás y a vivirlo con esperanza, amor y servicio por el bien de las familias que están con nosotros”, concluye.

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