Licencia para matar: la policía francesa ha asesinado a 676 personas desde 1977

La hermana de Traoré, uno de los crímenes policiales
Juan Manuel Olarieta

En Francia hay varios colectivos que realizan recuentos de los crímenes que comete la policía (1) y las cifras son espeluznantes.

Para este año el recuento arroja la cifra de 26 personas asesinadas en el curso de las intervenciones policiales, dos de ellas por funcionarios fuera de servicio.

Desde 1977 hasta ahora se registran un total de 676 muertes. El año más mortífero fue 2017 con 36 muertes en plenas elecciones presidenciales.

El contexto no es menos sorprendente porque, en contra la histeria mediática, el terrorismo es casi irrelevante desde el punto de vista de la contabilidad mortífera: sólo representa el 3 por ciento de las operaciones en el período 1977-2019 y el 7 por ciento en el período 2013-2019.

El balance es de 14 presuntos terroristas muertos por la policía, de un total de 180 muertes registradas en los seis años.

Otro mito es creer que cuando la policía recurre a la violencia letal, es principalmente ante un peligro inminente que amenaza sus vidas o las de otros. Sin embargo, según los recuentos, sólo uno de cada cuatro casos involucra a una víctima armada.

Naturalmente, que la víctima vaya armada no significa que haya utilizado su arma. Sólo en un caso de cada diez hay un previo ataque a la policía; en la inmensa mayoría de las ocasiones la policía dispara sin ningún motivo, es decir, que se trata de verdaderas ejecuciones extrajudiciales al más puro estilo colombiano.

El 10 por ciento de los asesinatos se produjeron por una afixia causada por la inmovilización de la víctima, como el estrangulamiento.

Se han producido 69 muertes dentro de una comisaría de policía o cuartel de la gendarmería o durante un traslado de prisión.

Las armas “no letales” también matan. En diez años han causado la muerte a 14 personas y 3 en lo que llevamos de año.

De los 676 asesinatos registrados, 77 fueron cometidos por funcionarios fuera de servicio. Más de la mitad de ellos son casos de violencia conyugal o doméstica: el agente utiliza su arma de servicio para “resolver” litigios conyugales, e incluso contra sus hijos o suegros.

¿Por qué tienen en cuenta estos casos? Porque, como se decía aquí en los tiempos del franquismo, “la policía siempre está de servicio”. En Francia también. Un decreto de 1995 estipula que las obligaciones de un policía no acaban con la jornada laboral.

Desde 2017 la legislación francesa favorece que la policía mantenga sus armas fuera de servicio y las consecuencias saltan a la vista.

En relación con uno de estos crímenes, el de Adama Traoré, en abril L’Express constataba (2) que en los tres años transcurridos desde entonces el comité de solidaridad se había “politizado” y que estaba realizando labores de denuncia por los barrios de París junto a la “extrema izquierda”.

“Donde hay opresión, hay resistencia”. Nadie se puede extrañar que, al ver el reguero de sangre, en las manifestaciones de París, que se suceden ininterrupidamente desde hace un año, más de uno vaya con el mechero preparado para prenderle fuego a todo lo que pilla por delante.

(1) Colectivo Vidas Robadas https://www.viesvolees.org/ ¡Urgente! Nuestra policía asesina http://www.urgence-notre-police-assassine.fr/
(2) https://www.lexpress.fr/actualite/societe/le-tres-politique-comite-pour-adama_2071133.html

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