Las guerras huelen a gas desde hace diez años

En varias ocasiones hemos destacado la relación de la Guerra de Ucrania con el gas y el transporte del gas. Los imperialistas tratan de impedir la llegada del gas ruso a Europa y evitar un transporte marítimo de gas licuado largo, caro y peligroso.

La Guerra de Ucrania ha impedido la apertura del gasoducto Nord Stream 2 para acarrear gas ruso hasta Alemania.

Recientemente el Primer Ministro italiano Draghi ha viajado a Argelia para intentar sustituir el gas ruso por el argelino, pero el problema del Sáhara y el de Mali están encima de las mesas de Bruselas.

En el Mediterráneo oriental han aparecido importantes yacimientos de gas, de los que se tratan de apoderar Israel y Turquía. Las mayores reservas de petróleo en alta mar del Mediterráneo pertenecen a Siria, con 2.500 millones de barriles, mayores que las de cualquiera de sus vecinos, con excepción de Irak.

El 25 de diciembre de 2013 el presidente sirio, Bashar Al-Assad firmó con Rusia un acuerdo de exploración de petróleo y gas en sus aguas jurisdiccionales.

Estados Unidos y Turquía saquean el petróleo de los yacimientos del norte de Siria, e Israel hace lo propio con los del Golán, una región siria que ocupa militarmente desde la guerra de 1967.

Qatar tenía el proyecto de construir un gasoducto para transportar gas a Europa a través de la región siria de Homs. El plan fue aprobado por el gobierno de Obama. Desde Qatar el gasoducto pasaba por Arabia saudí, luego por Jordania y por Irak, hasta llegar a Homs, en Siria, desde donde se ramificaba en tres direcciones: Latakia, en la costa siria, Trípoli, en el norte de Líbano, y Turquía.

Para destruir a Siria, desde 2011 los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Turquía, todos ellos miembros de la OTAN, han apoyado, financiado y armado a grupos terroristas de todos los colores en Siria, además de las milicias kurdas del norte.

La OTAN y los países que forman parte de la alianza militar, han prolongado la Guerra de Siria durante más diez años, asesinando a 300.000 personas y obligando a huir de sus casas a casi la mitad de la población, una situación que se mantiene a día de hoy.

Las grandes potencias occidentales siguen ocupando Siria. Han volado sus infraestructuras, han saqueado sus riquezas naturales e históricas, han destruido los cultivos agrícolas y han quemado lo que no han podido saquear.

El 31 de mayo de 2020, el gobierno sirio envió una queja formal al Secretario General de la ONU y al Presidente del Consejo de Seguridad contra los gobiernos de algunos Estados miembros, entre los que destacan Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Turquía, para “poner fin a la injerencia hostil de Estados extranjeros en los asuntos internos de la República Árabe Siria y pedir a todos los Estados miembros que se abstengan de cualquier práctica destinada a socavar la independencia y la continuación del proceso político”.

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