La unilateralidad o cómo vestir al muñeco

Nicolás Bianchi
El Tribunal Constitucional español ha denegado la libertad del dirigente abertzale Arnaldo Otegi aún habiendo superado las tres cuartas partes de la condena. A Otegi y cuatro más -no sólo él- presos por el «caso Bateragune» donde Otegi declaró, no precisamente un «Gora ETA» como en «El Proceso de Burgos» de 1970, sino que «ETA sobra y estorba» y, sí, probablemente, son otros tiempos, que se dice, otros ciclos. Es decir, se deniega la libertad de quien lideró el «giro estratégico» de la izquierda abertzale que posibilitó la pista de aterrizaje -desde Anoeta en 2004- a la organización armada ETA.

¿Cómo se entiende esto? Podríamos decir que el Gobierno español actúa con la lógica del escorpión, es decir, es consustancial a su naturaleza fascista perseguir y encarcelar -y, si hace falta, asesinar- cualquier disidencia, por decirlo finamente, que cuestione su sistema, por decirlo también finamente y no hablar del capitalismo que muere matando.

¿Lo estaba haciendo Batasuna o Sortu o Bildu? Por cierto que no, justamente lo contrario: lo estaba apuntalando, en plena crisis del régimen, logrando convencer a ETA, o a parte de ella, de que su tiempo ya había pasado porque llegó la hora de «hacer política», o sea, de tocar moqueta y demostrar que también los abertzales saben «gestionar» la administración desde las instituciones. Se ponen manos a la obra, y el Gobierno -esta vez del PSOE, tanto monta- encarcela a toda la dirección reunida en Segura (Gipuzkoa) donde estaban discutiendo el modo de que lo que es una rendición -y hasta una traición desde dentro- parezca otra cosa. O cómo vestir al muñeco.

¿Cuál es la respuesta a la cerrazón obtusa del Gobierno español que no sabe apreciar ese sensible detalle que es el «giro estratégico» de la izquierda abertzale? ¿Acaso decir a sus bases que lo hemos intentado pero con estos fascistas no se puede a no ser que te rindas y te humilles? ¿Diremos esto a nuestra parroquia? No, claro que no, pero ¿Por qué lo poensamos así? No, tampoco. Volver a vestir al muñeco. Y vivir, algunos, de esto. ¿Y qué diremos a nuestra gente, qué moto vender? Una entelequia: la UNILATERALIDAD. Por supuesto, incondicional y sin contraprestaciones. Otros, gente vulgar, le llaman «bajada de pantalones». Jamás se vio cosa parecida en el Derecho Internacional, claro que los de Bilbao somos la ostia.

Decía Oliver Tambo, dirigente del Congreso Nacional Africano (el partido de N. Mandela), en 1968 que no conocemos precedente alguno de cese unilateral (subrayado nuestro) de hostilidades ANTES DE QUE LAS NEGOCIACIONES HAYAN EMPEZADO (mayúsculas también nuestras).

Sucede que, incluso, filosófica y/o dialécticamente, la unilateralidad es una impostura que roza el infantilismo:mamá, Pepito no quiere jugar conmigo a las canicas. O una relación de lo que ya es una sesión de sadomaso: como no te mueves, latígame más, que me encanta.

La unilateralidad no existe. Ni siquiera el suicidio, acto individual donde los haya, es unilateral en cierto modo, siempre hay algo, algún motivo, que te empuja a hacer lo que haces. Hasta Dios se creyó en la necesidad de crear un mundo en una semana -otro Dios, más poderoso, lo hubiera hecho en un fin de semana- para que su vanidad fuera satisfecha con el reconocimiento de lo por Él (respetaremos la mayúscula porque lo contrario es falta de ortografía) creado, o sea, los mortales. Todo es bilateral o multilateral, pura dialéctica de unidad y lucha de los contrarios.


Quien sabe bien de esto es el Gobierno español, el que sea, que ante la «unilateralidad» de uno, él demuestra que hay «otro». Y así como el gesto unilateral del (antiguamente llamado, incluso por el expresidente Aznar) MLNV sí cuenta y vale para el facherío español, aunque siempre insaciable, y siempre que no se pidan contrapartidas y no digamos ya «negociaciones», ocurre que la decisión soberanista unilateral del Parlament catalán ¡ni cuenta ni vale ni cristo que lo fundó! Lo que viene bien en un caso no viene bien en otro: no se hizo la ley para el hombre, sino el hombre para la ley. Y la ley dice que la soberanía reside en el pueblo español (como si les importara algo a estos cínicos), según la Constitución. ¡¡Y a tomar por culo!!

Acabaremos con una perla que es un primor de lo que da de sí la costura de la burguesía enredada en su propia madeja mientras funge de «coherencia democrática». Un editorial del diario El País (13-1-2013) titulado «No al unilateralismo» (referido al catalán; el vasco pues sí, va a ser que sí) decía que «parece increíble que en Europa, y en pleno siglo XXI, haya partidos políticos responsables que se propongan iniciativas unilaterales». Y finaliza el editorial, en un alarde de lógica formal kantiana, diciendo que «las sociedades civilizadas (subrayado nuestro) se distinguen de las que no lo son por privilegiar la negociación, frente a los actos de fuerza«.

En otras palabras: la izquierda abertzale es «civilizada» porque, lejos de negociar nada, ni intentarlo siquiera, se entregan «unilateralmente», mientras que la burguesía catalana, con su «unilateralidad», demuestra hacer un «acto de fuerza». Fantástico, asombroso, prodigioso. Este es el nivel de esta gente.

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