La represión contra los mineros de Río Tinto que desafiaron al general Queipo de Llano

En la noche del 25 de agosto de 1936, el Comité provisional del ayuntamiento republicano de Nerva firmaba su redención ante las tropas militares. El historiador onubense Miguel Ángel Collado cuenta cómo «el alcalde José Rodríguez González, huyó del pueblo junto a otras 200 personas. Eran alrededor de las dos de la madrugada del 26 de agosto».

Con la llegada de los enviados de Queipo de Llano a la Cuenca Minera de Riotinto se inició la huida de muchos de los habitantes de Nerva, hasta dejar un pueblo minero lleno de viudas, huérfanos y mujeres víctimas del terror que se avecinaba en pocas horas. Collado prosigue que la intención del alcalde «era solo que se dejara de derramar sangre» Pero Queipo de Llano no tenía esos planes para la cuenca minera de Río Tinto que dejó más de 1.500 desaparecidos, en aquellos primeros meses de guerra.

Andrés Fernández es el arqueólogo encargado de iniciar la exhumación de la fosa de Nerva, conocida como la fosa de los mineros. Este municipio de la Cuenca Minera mermó drásticamente su población en 1940. «Las evidencias de los cuerpos de la fosa (de los que se encuentran contabilizados 221 víctimas) están bastante en superficie». A menos de 20 centímetros ya hay restos.

Y la cifra que se baraja puede ir incrementándose. Fernández que ya exhumaría en 2009 la fosa más grande (por número de víctimas en Málaga capital) con 2.800 cuerpos, sabe que en Nerva se encuentra la fosa con mayor número de víctimas en un entorno rural, fuera de las capitales de provincia. «Conocemos los nombres y apellidos de estos 221 víctimas pero podría haber más de 500» en las cuatro fosas que se reparten en el cementerio del municipio.

El recuerdo de aquella entrada de cientos de falangistas, organizados en columnas resultó dantesca para muchos de los vecinos de Nerva. Collado recoge varios testimonios orales en su tesis, “La Guerra Civil y la represión franquista en la Cuenca Minera de Riotinto”, publicada en la Universidad de Huelva. «El día 26 de agosto, que era cuando entraron estos señores, veíamos a los tíos bajar por los cerros; se veían bajar abajo con unos cruces… con unos crucifijos así de grandes. Nada más entrar en Nerva y a la media hora había camiones para el cementerio».

Matías Romero Marín, recuerda los registros en cada una de las viviendas. «¿Tú no has visto las películas? Lo mismo que en las películas corriendo en esta casa, ahora a otra, saboteando las casas viendo si alguien pasaba para matarlo… todas esas cosas… «.

Miguel Ángel Collado relata las conversaciones de aquellos huérfanos con los falangistas establecidos en Nerva, creando entre los vecinos un verdadero clima de miedo. «Niño ¿tu padre es de derechas o de izquierdas?» No entendía de eso, pero le espeté inocentemente sin saber, «mi padre es minero-agricultor y trabaja para La Compañía (…) luego le solté «mi tío Benito y mi primo Antonio están en la cárcel». Los soldados replicarían en voz alta: «Los mineros están equivocados y lo van a pagar. ¡Aquí no va a quedar ni uno!». Iban por cada calle de Nerva gritando «¿Dónde están los comunistas?, ¿Dónde se esconden los republicanos?», amenazando con matarlos a todos y disparando al aire.

Inmediatamente después de quedar constituida el primer ayuntamiento de la Nerva «reconquistada», se vivió uno de los momentos más macabros que se recuerda de aquellos días. Collado cuenta cómo «mientras la cárcel se volvía a llenar», uno de aquellos falangistas dio con un músico local y le instó a «presentarse con todos los intérpretes que consiguiese encontrar bajo amenaza de fusilamiento». Fueron obligados a festejar, a tocar partituras patrióticas ante el recuerdo imborrable de tantos familiares huidos o asesinados aquellos mismos días.

La desaparecida Dirección General de Memoria Democrática del gobierno andaluz no ha pospuesto el acuerdo de intervención en la fosa de Nerva, con fondos de la Diputación de Huelva y el ayuntamiento del municipio minero. El 2 de agosto de 2018 se firmaría el acuerdo con el entonces consejero de Memoria Democrática, Manuel Jiménez Barrios, y el presidente de la Diputación, Ignacio Caraballo.

El arqueólogo Fernández ya está al pie de la fosa y desvela que las actuaciones se podrán alargar hasta «después de verano». Los trabajos de delimitación se han concretado cuatro fosas dentro del cementerio de Nerva. «Tres se ubican en la zona izquierda del camposanto. La primera está en la zona derecha donde podrían albergarse entre 30 y 50 cuerpos».

La tierra roja de la cuenca y su fuerte acidez podrían evidenciar restos muy deteriorados para unas futuras pruebas de ADN. «Ya nos ha ocurrido en otros municipios cercanos en Zalamea la Real o el Madroño, donde están descompuestos por la geología de la cuenca minera que hacer aún más difícil la identificación.

Las actuaciones de indagación, localización y delimitación se desarrollarán en una superficie de cien metros cuadrados, donde las fosas se presentan con una media de dos metros de anchura y con longitudes diversas que van desde los cuatro a los veinte metros.

Los familiares se van poco a poco personando y dando señas del paradero de los suyos, como le ha ocurrido desde Barcelona a Flor Calzada. Hasta el pasado año, no logró dar con el acta de defunción de su tío Ramón Herrada Domínguez, donde se evidencia su enterramiento «en el cementerio de Nerva». Su madre Antonia estuvo toda la vida pensando que su hermano había desaparecido, sin dejar rastro.

Ramón es el único tío que Flor tiene enterrado en la fosa de Nerva, del único que no conserva fotografías. «Era el más mayor de todos y lo quitaron de en medio por error». Con esa frialdad lo comunicó a su familia uno de aquellos falangistas. Y así lo testimonia Flor en el acta notarial que le entregaron tras prestar declaración en la querella argentina en el año 2013. «En los primeros días de las entrada de las tropas nacionales, mi tío Ramón fue sacado de su casa y nunca más se supo de él». Tenía tan solo 41 años y no pertenecía a ningún partido político. «Lo confundieron con mi tío Enrique» que estaba escondida en la casa de su madre esperando y había sido un militar afiliado a la CNT «Dijeron, este es un Herrada y se llevaron por equivocación al hermano mayor».

El hermano de Ramón, Enrique Herrada Domínguez también fue fusilado. Según cuenta Flor «fue detenido el 28 de agosto de 1938». Acusado de «rebelión saqueo y asesinato» fue condenado a muerte y fusilado el 17 de abril de 1939 en el cementerio de la soledad de Huelva capital.

Flor nunca dejó atrás el fuerte legado que su madre le había dejado. Y se presentó a la petición de la querella argentina para tomar declaración sobre su historia familiar. «Lo más duro para mi madre fue ver cómo cada noche iban a buscar a mi tío Enrique, que estuvo meses escondido bajo la amenaza diaria de aquellos falangistas». Día y noche. «Mi madre me hablaba siempre de cómo Enrique decidió salir de la casa, donde estaba escondido en el tejado para no poner en peligro a los suyos».

Flor logró dar con el acta de defunción de su tío Ramón en 2018 . Ya había encontrado el nombre de su tío en un registro, elaborado por el historiador Francisco Espinosa. «Gracias a las peticiones hechas con la diputación pude tener este documento». En él reza como Ramón Herrada y fue registrado el 29 de noviembre de 1939. Su fallecimiento se produciría pocas semanas después de la entrada de los militares, el 20 de septiembre de 1936. «Se testimonia que la profesión de Ramón es jornalero pero mi tío era trabajador de la mina, como tantos otros». La certificación habla de que, tras su muerte, había dejado dos hijos, Modesta de 15 años y Ramón de 10, además de su viuda.

La realidad de aquellas mujeres sin recursos y huérfanos fue tan evidente que incluso las autoridades locales de la Nerva franquista pidieron ayuda para su supervivencia el 14 de febrero de 1937. El acta del ayuntamiento contabiliza «como consecuencia de los últimos sucesos» (haciendo referencia a los fusilamientos), a doscientas cuarenta y seis viudas pobres, con quinientos setenta niños huérfanos de padre. Se documentaban un total bastante superior a «dos mil personas», sin recursos para su subsistencia.

Flor recuerda a sus primas, las hijas de Ramón, aquellas huérfanas que tuvieron que salir adelante apenas con lo puesto y cómo su madre hizo todo lo posible para no perder el contacto con aquellas sobrinas. «Ojala mi tío Ramón esté en esa fosa. Se lo debemos a mi madre, a todas las víctimas y a la memoria», concluye Flor. «Solo espera que ni los partidos de ultraderecha en Andalucía ni la paralización de los últimos gobiernos de izquierda entorpezcan más las actuaciones en fosas comunes de la represión franquista. «Ya basta de frenar la recuperación de los nuestros. Esto es por dignidad», finaliza.

https://www.publico.es/politica/durisima-represion-mineros-rio-tinto-desafiaron-queipo-llano.html

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo