La Iglesia católica desnuda algunas de sus vergüenzas

El 5 de julio de 2011 se anunció la desaparición del Códice Calixtino, un valiosísimo manuscrito del siglo XII que llevaba 800 años en la catedral de Santiago de Compostela.

Un año después Manuel Fernández Castiñeiras, un electricista que había trabajado para el cabildo, fue detenido. El electricista mantenía una relación estrecha con el déan de la catedral y cuando fue detenido tenía en su poder las llaves de todas las habitaciones y dependencias.

La policía registró un garaje cerca de su casa familiar, encontrando dos millones de euros y el Códice Calixtino. Además, en el registro encontraron 31 libretas en las que el electricista relataba los encuentros sexuales entre sacerdotes, miembros del Cabildo catedralicio, además de presuntos abusos a monaguillos de la Catedral. Según las mismas fuentes, el contenido de esas 31 libretas comprometería gravemente a medio centenar de personas, incluidos sacerdotes de la diócesis.

El 14 de febrero de 2013 Fernández Castiñeiras presentó un escrito en el que relataba las prácticas sexuales, además de los robos cometidos por los curas de la catedral.

El electricista cuenta que entre los curas formadores del Seminario compostelano había algunos que visitaban a los seminaristas y que, aprovechando que era verano y muchos dormían solo con la ropa interior puesta, les acariciaban el pene o el culo según en la postura en que estuviesen y si alguno abría los ojos le decían: «¡Hay que taparse que te va a coger el frío!»


Había una enemistad tremenda entre el canónigo que tenía una relación con un hombre y otro miembro del cabildo debido a que ambos estaban enamorados de un chico que era seminarista. Relata cómo presenció que uno insultaba al otro por intentar quitarle la pareja: «¡tú me sacas a ese chico!», le decía.

Un sacristán que al acercar el cordón por detrás a los dos canónigos que se peleaban por el mismo chico estos le agarraban fuertemente las manos y se las acariciaban sin dejar que se soltara, marchándose diciendo «asquerosos» porque siempre tuvo novia y no es homosexual.

Fernández Castiñeiras afirma que él mismo presenció aquellos episodios, pero que también escuchó las quejas del sacristán sobre los sobamientos de los canónigos. El propio arzobispo podía haber tenido conocimiento de la existencia de estas libretas y de su contenido hace más de dos años.

El próximo día 1 de diciembre comenzará en Santiago el juicio por el robo del Códice. Los obispos gallegos temen que la defensa de Castiñeiras trate de enmierdar el proceso con asuntos que nada tienen que ver con el Códice. De salir a la luz pública el contenido detallado de las libretas el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, se encontraría en una situación insostenible.

La Diócesis ha elevado la petición de pena de prisión para Castiñeiras de 15 a 31 años. Pero el juicio llega en el peor momento para la Iglesia, después de la reciente desarticulación en Granada de una banda eclesiástica que llevaba 20 años violando y abusando de menores.

Afortunadamente para el Vaticano, el eurodiputado de Podemos Pablo Iglesias, como buen lameculos, se ha desvivido en loas a la Iglesia tras el discurso del Papa en el Parlamento Europeo esta mañana. Iglesias ha dicho que le encantaría reunirse con el Papa, con quien está de acuerdo «en muchas cosas», según confesión propia a los medios.

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