La estrategia de Putin en Siria es un desafío para la OTAN

Sam Jones

La intervención militar rusa en Siria es un recordatorio de la renovada decisión que tomó Moscú de mantener su influencia en Medio Oriente. Pero más allá del inmediato resultado de la guerra civil allá, los jefes militares de la OTAN ahora lo ven como una jugada estratégica más amplia que hace Vladimir Putin para desafiar a Occidente.

Según un alto funcionario civil de la OTAN, el Mediterráneo «es un espacio otra vez en disputa». «Tenemos que estar preparados para que Rusia sea [en Siria] un factor por un largo tiempo», aseguró Alexander Vershbow, subsecretario general de la OTAN a Financial Times.

El despliegue ruso para combatir fuerzas rebeldes anti Assad es un desafío inmediato para Occidente. Pero la presencia permanente y perjudicial de Moscú en el sur del Bósforo es a largo plazo, aseguró Vershbow. «Tenemos que pensar en las consecuencias de esta progresión en el este del Mediterráneo y en la capacidad de esas bases aéreas», agregó.

Rusia no tiene ninguna presencia de consideración en el Mediterráneo desde el fin de la Guerra Fría. Y la falta de inversión hasta hace poco en la deteriorada flota del Mar Negro, con base en Crimea, llevó a muchos planificadores de estrategias militares a ignorar el escenario completo como una posible fuente de preocupación cuando se trata de Moscú.

La renovada presencia de Rusia podría ser altamente perturbadora: abre toda la frontera sur de la OTAN a la provocación rusa mientras amenaza con restringir la «libertad de navegación» que permite a la OTAN desplegar fácil y rápidamente activos militares. Por ejemplo, para EE.UU. podría complicar su capacidad de proyectar poder naval en el Golfo. Habría sido mucho más difícil para la OTAN planificar la decisión de intervenir en el conflicto libio en 2011.

Hay otras repercusiones: el regreso de Rusia al Mediterráneo de repente coloca a todo Europa dentro del alcance de su arsenal de misiles. Con una ampliada flota hasta ahora en el sur, el acuerdo de cooperación naval que hace poco selló Rusia con Chipre también presenta nuevos desafíos.

Los activos rusos de guerra electrónica y vigilancia ahora tienen el potencial de ser legal y regularmente acercados a la base de la Fuerza Aérea Real Británica en Akrotiri, que alberga una de las estaciones de escucha más importantes de la OTAN.

«El despliegue para respaldar a Assad no es el final de la historia», dijo Jonathan Eyal, director internacional en el Royal United Services Institute en Londres. «Este es realmente un giro fundamental en la postura rusa que se prolongará en el tiempo».

Rusia no sólo comenzó un extensa serie de mejoras en las instalaciones de Latakia y Tartus, sino que también por primera vez desde la guerra fría ha reconstruido su flota mediterránea. Los funcionarios de la OTAN admiten que no hay una «estrategia para el sur» similar a los recientes esfuerzos de la alianza en Europa oriental, donde desarrolló una variedad de respuestas apuntadas a contrarrestar la beligerancia rusa tras su intromisión en el este de Ucrania. La segunda cumbre semestral de la alianza, que se llevará a cabo en Varsovia en julio de 2016, esos temas dominarán las discusiones.

Fuente: http://www.ft.com/cms/s/0/cec668a8-7714-11e5-933d-efcdc3c11c89.html

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