La presidencia ucraniana acaba de publicar el Tratado de Seguridad de Kiev (*), cuya redacción ha dirigido muy discretamente Anders Rasmussen, antiguo secretario general de la OTAN, con la contribución de ex primeros ministros, ex ministros, altos funcionarios y académicos occidentales. El Tratado prevé el establecimiento de un mecanismo para la intervención militar de la OTAN y los países aliados en la Guerra de Ucrania. El objetivo no es sólo convertir a toda Ucrania en una plataforma de lucha contra Rusia, sino sobre todo destruir a la propia Rusia.
“Las garantías de seguridad deberían codificarse en un documento de asociación estratégica conjunta llamado Pacto de Seguridad de Kiev, cofirmado por un grupo central de socios que actuarían como garantes de la autodefensa de Ucrania. Esto podría incluir, entre otros, a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Polonia, Italia, Alemania, Francia, Australia, Turquía y los países nórdicos, bálticos y centroeuropeos. Además del Documento de Asociación Estratégica, Ucrania y algunos Estados garantes pueden firmar acuerdos bilaterales sobre cuestiones específicas relacionadas con las garantías de seguridad entre Ucrania y los Estados garantes. Además de los principales garantes, varios niveles de países podrían sumarse a cuestiones adicionales o específicas relacionadas con las garantías de seguridad”.
Se trata de una coalición con diferentes grados de implicación, incluyendo un grupo estable de países plenamente implicados. El propósito general de esta coalición es la defensa de Ucrania, que se convierte así en el nuevo interés general de estos países:
“El formato Rammstein, también conocido como Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, formado por unos 50 países, podría constituir la base de este grupo más amplio, que podría formalizarse en una coalición de voluntades. Deben tomarse medidas para que Ucrania pueda disuadir y, en caso necesario, defenderse de otro ataque armado o actos de agresión. Para ello, Kiev necesitará grandes fuerzas de defensa, capacidades sólidas y una industria de defensa fuerte y reformada. Esto debe estar apuntalado por una inversión sostenida en su base industrial de defensa, por importantes transferencias de armas y apoyo de inteligencia por parte de los aliados, y por fuerzas bien entrenadas y ejercitadas”.
No se trata formalmente de una defensa, sino que también está previsto el ataque. Para que la arruinada Ucrania pueda convertirse en el campo de batalla de esta guerra mundial, se requiere un esfuerzo bélico por parte de los países mencionados para fortalecer la potencia económica e industrial del país, además de la militar.
Hay dos áreas. Una de ellas es la militar, la otra es la económica. Según el documento, Ucrania debe participar en las maniobras de la OTAN y de la Unión Europea, beneficiarse de la formación de su ejército, de la transferencia gratuita de tecnología, de la reconstrucción de su industria militar, de la entrega de armas, etc. Es como el artículo 5 del tratado de la OTAN, del que Ucrania no forma parte:
“El proceso de toma de decisiones debe basarse en el principio de las consultas colectivas seguidas de las contribuciones individuales. A petición de Ucrania, los garantes se reunirán para celebrar consultas colectivas en un plazo muy breve (por ejemplo, 24 horas) y decidirán ampliar las garantías sobre la base de una coalición de voluntades (por ejemplo, 72 horas)”.
Así pues, los garantes tienen 72 horas para convertirse en beligerantes, en cuanto firmen esos acuerdos, puesto que ya reconocen la “agresión rusa”. En otras palabras, no se realizará ninguna consulta nacional y las poblaciones europeas, en particular, se encontrarán en guerra, sin tener nada que decir al respecto. El texto también especifica que no es una alternativa al ingreso de Ucrania en la OTAN. Una premisa quizás, porque si se aprueba este texto, se romperá la última barrera psicológica y sólo quedará por dar un paso simbólico.
En cuanto al aspecto económico, los países garantes y beligerantes pierden el poder de decisión sobre las sanciones adoptadas contra Rusia. No obstante, esos países están hoy divididos, tanto en materia de gas como de visados. Bajo la apariencia de Ucrania, la OTAN podrá determinar la política exterior de los países firmantes:
“Sin perjuicio del mecanismo de sanciones descrito a continuación, los garantes deben abstenerse de levantar las sanciones contra Rusia acordadas desde 2014, hasta que Moscú: a) cese su agresión contra Ucrania; b) garantice que no atacará a Ucrania en el futuro; c) compense a Ucrania por los daños causados durante la invasión. Cualquier decisión de levantar o suspender temporalmente las sanciones, como parte de un acuerdo de paz negociado, debe tomarse en estrecha coordinación con Ucrania. El acuerdo de garantía de seguridad debe contener una disposición que establezca la reimposición de las sanciones (disposiciones de reactivación) en caso de nuevos ataques o agresiones. Las sanciones deben mantenerse hasta que Rusia deje de ser una amenaza para la soberanía ucraniana […]
“El paquete de sanciones debe ser iniciado y aplicado por los garantes de la seguridad de Ucrania, en estrecha coordinación con otros organismos internacionales como el G7 y la UE. Otros países afines que apoyan las sanciones (por ejemplo, Suiza, Noruega, Singapur, Corea del Sur, Australia y otros) también deberían ser invitados a unirse”.
Para ayudar económicamente a Ucrania, se propone embargar propiedades y fondos rusos, para ayudar a reconstruir Ucrania.
“Cuando esta guerra termine, debemos asegurarnos de que Rusia no pueda volver a invadir Ucrania. La mejor manera de hacerlo es que Ucrania tenga una gran fuerza militar que pueda resistir cualquier futuro ataque ruso”, subrayó Rasmussen. La construcción y el mantenimiento de una fuerza de este tipo requerirá décadas de compromiso por parte de los aliados de Ucrania, añadió Rasmussen.
Es la muerte política y económica de los países miembros de esta coalición beligerante, formada directamente por la OTAN en nombre de la defensa de Ucrania. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso lo subrayó en estos términos:
“Poner a los países occidentales en total dependencia, obligarles a seguir con esa ayuda al régimen de Kiev, es incinerarlos. Imagínese, se propone hacer esto a los Estados, que ahora están pensando en cómo pueden sobrevivir al invierno […] Ahora los países desarrollados han caído instantáneamente al nivel de los países subdesarrollados, que no saben cómo calentarse”, dijo Zakharova.
La portavoz añadió que a los países que ya se encuentran en esta situación “también se les ofrece una servidumbre tan terrible, que tienen que firmarla con toda su sangre, lo que será un horror sin fin”.
Para la OTAN se trata de la aniquilación de Rusia como potencia. La Alianza militar intenta limitar el campo de batalla principal a Ucrania principalmente y, en la medida de lo posible, extenderlo a Rusia.
(*) https://www.president.gov.ua/en/news/andrij-yermak-ta-anders-fog-rasmussen-prezentuyut-rekomendac-77729
Rusia tiene inteligencia sobrada para saber que esto lo orquestaron los “straussianos” yanquis https://es.sott.net/article/84278-Los-straussianos-estadounidenses-ponen-la-Union-Europea-de-rodillas, cuyas condiciones por supuesto que son totalmente inaceptables para Rusia, ya que significarían su rendición incondicional, y la obligación de pagar a pesar de su justa causa: cosa que ellos no hicieron los yanquis por nada de todo lo que de injusto fueron realizando por todo el mundo (contra Irak, Siria, Libia, Yugoslavia, anteriormente contra Vietnam, etc., etc., etc.). Motivo por el que no cabe descartar otra guerra mundial, en la que se involucren, a favor de Rusia, países como China (que también tiene inteligencia sobrada como para saber que a ella le aguardaría más de lo mismo si dejasen a Rusia sola y ésta perdiese contra estos matones genocidas).