La CIA desató la agresión contra Siria en cuatro fases

En una edición especial en árabe de la cadena de televisión Russia Today, dedicada a la guerra de Siria, Leonid Ivashov, vicepresidente de la Academia de Geopolítica de Moscú, ha afirmado que la CIA desencadenó y dirigió la agresión “de la A a la Z”.

Antiguo general del ejército ruso y, además, testigo presencial de los hechos, Ivashov equiparó los disturbios en Siria a los que se produjeron en otros países con el estallido de la Primavera Árabe en 2011, con las provocaciones a Venezuela y las revoluciones de colores en las antiguas repúblicas soviéticas.

El comienzo de los planes del imperialismo contra Siria se remonta a 2001, según Ivashov, cuando Bush ordenó a la CIA poner a Siria en la agenda de desestabilización del espionaje, junto con otros seis países. Se trataba de domesticarlos o derrocarlos.

Durante los diez años transcurridos entre 2001 y 2011, Estados Unidos y las potencias europeas presionaron a Bashar Al-Assad para que abandonara a la resistencia libanesa y palestina.

A los planes estadounidenses se sumaron los de Israel que, tras la derrota en 2006 en Líbano, debatió la posibilidad de bombardear Irán o atacar a Siria.

De los primeros planes elaborados faltan numerosos aspectos concretos, precisiones de detalle, especialmente en lo que concierne al periodo 2006-2001 inmediatamente anterior al ataque, así como a la intervención de Donald Rumsfeld en ellos.

No obstante, en la televisión Ivashov esbozó las cuatro fases, de las que dijo que eran típicas de la Primavera Árabe y otros movimientos golpistas similares.

La primera consistió en agrupar a los miembros de la oposición y captar a algunos elementos vacilantes para aparentar la existencia de un frente unido frente al gobierno de Damasco, en el que las figuras políticas que anteriormente habían colaborado con Bashar Al-Asaad tendrían un papel estelar.

La segunda etapa consistió en buscar dirigentes entre los elementos más activos de la oposición. Su tarea sería la de sacar a la gente a la calle, poniendo un énfasis especial en la naturaleza pacífica de las protestas.

En este punto, lo que llamó la atención de las manifestaciones en Siria fue la elevada participación de los niños en ellas, lo cual parece ser consecuencia de que les pagaron alguna cantidad de dinero.

El motivo de llevar a los niños a las manifestaciones tenía como objetivo inflar la participación en las mismas, ya que por aquellas fechas los partidarios del gobierno también se estaban manifestando masivamente y había que trasladar la atención de los medios hacia las de la oposición.

La tercera etapa fue la de crear un estado de descontrol y desestabilización, para lo cual se produjeron disparos, tanto contra los manifestantes como contra la policía. Se trataba de provocar a la policía y de justificar un intercambio de disparos para llegar a los titulares de la prensa internacional con noticias alarmantes sobre represión, brutalidad y muertos por las calles.

Para esta tarea la oposición reclutó francotiradores y es posible que también entregaran armas a algunos manifestantes. Ivashov destacó que esta tercera etapa fue parecida a lo que ocurrió durante el fracasado golpe de Estado contra Venezuela en 2002.

La cuarta etapa fue la de militarización de la protesta y la creación del Ejército Libre de Siria. Según Ivashov esta etapa, que es la más compleja, se ejecutó en muy poco tiempo, por lo que ya estaba preparada de antemano. Es aquí donde los grupos takfiristas, ya sobradamente entrenados para otros escenarios, empezaron a desempeñar un papel decisivo, hasta el punto de que, finalmente, quedaron al descubierto como única fuerza real de oposición al gobierno de Damasco.

En apoyo de sus afirmaciones Ivashov aportó algunas fuentes de información interesantes. Dijo que a comienzos de 2011, la delegación de la CIA en Turquía organizó un encuentro al que invitaron al antiguo vicepresidente sirio Abdel Halim Khaddam y otros disidentes sirios refugiados en Europa. También dijo que en la reunión estaban presentes los servicios de inteligencia de algunos países europeos, regionales y árabes, que no concretó.

El plan aprobado en aquella reunión fue muy detallado. Comprendía desde una campaña mediática y sicológica por todo el mundo, encomendada a las cadenas de televisión Al-Yazira y Al-Arabiya, hasta las consignas que debían gritar los manifestantes o la subida de vídeos caseros a YouTube. El tratamiento periodístico debía destacar la violencia de la policía frente al comportamiento pacífico de los manifestantes, ocultando el empleo de armas de fuego por parte de éstos y las imágenes de los policías muertos por los disparos.

Este tratamiento manipulado de los acontecimientos se puso al descubierto cuando un grupo de periodistas de Al-Yazira dimitieron para denunciar la censura impuesta por la dirección de la cadena y el uso de armas pesadas por los manifestantes, mostrando las grabaciones que la cadena no había querido emitir.

Ivashov manifestó a la televisión que para ser eficaz el plan debía permanecer en secreto. A toda costa había que transmitir la imagen de las protestas eran espontáneas, que agrupaban a un gran número de descontentos de forma pacífica y que fue el gobierno de Damasco quien ordenó un baño de sangre.

En una de sus explicaciones dijo haber sido testigo presencial de los hechos desde el comienzo de los mismos, añadiendo que se entrevistó con Bashar Al-Assad, quien se manifestó totalmente predispuesto a conceder las reformas que los manifestantes exigían. Pero al imperialismo no le interesaban las reivindicaciones de las masas más que como excusa.

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