Hachem Safieddin sucede a Hassan Nasrallah al frente de Hezbollah

Una figura destacada de Hezbollah y estrechamente vinculado a Irán, Hachem Safieddin, aparece como el sucesor de Hassan Nasrallah, asesinado el viernes en un ataque israelí en Dahieh, un barrio del sur de Beirut.

Se espera que el Consejo Shura, el máximo órgano de la organización, formado por siete personas, lo designe pronto.

El actual dirigente del movimiento, Naim Qassem, debe tomar la iniciativa para convocar la reunión.

Pariente lejano de Hassan Nasrallah, de 64 años, Hachem Safieddin es algunos años menor que él, aunque ambos tienen un asombroso parecido físico. Estudió religión en Irán. Su hijo está casado con Zeinab, hija del general iraní Qassem Soleimani, asesinado en 2020 en un ataque estadounidense en Irak.

Soleimani era el jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, responsable de las operaciones exteriores.

Safieddin es uno de los miembros más importantes del Consejo Shura. Al igual que Nasrallah, lleva el turbante negro de los “sayyed”, descendientes de Mahoma, a quienes reivindica la organización.

En 2017 Estados Unidos le incluyó en el listado de “terroristas”, lo que fue imitado por Arabia saudí inmediatamente.

Entre las condiciones que deben cumplirse para tomar las riendas de Hezbollah hay que ser miembro del Consejo Shura y ser una personalidad religiosa. Safieddin tiene mucho peso dentro de la dirección, lo que le convierte en el candidato más fuerte.

A diferencia de Hassan Nasrallah, que rara vez apareció en público desde la última guerra entre Israel y Hezbollah en 2006, Safieddin es la cara visible del movimiento en numerosos eventos políticos y religiosos. Recientemente se destacó por sus encendidos discursos en los funerales de los comandantes del partido asesinados por Israel.

“En nuestra resistencia […] cuando un comandante se convierte en mártir, otro toma la bandera […] con fuerza y ​​determinación”, declaró durante el funeral del comandante Mohammed Neemeh Nasser, muerto en un ataque israelí en el sur del Líbano.

El propio Hassan Nasrallah sucedió en 1992 a Abbas Moussaoui, también asesinado por Israel.

10 toneladas de bombas para matar a Nasrallah

Para asesinar a Nasrallah, Israel arrojó el viernes casi 10 toneladas de explosivos sobre Beirut en un ataque aéreo masivo que redujo a escombros toda una manzana de Dahieh, destruyendo ocho edificios.

Los ataques aéreos israelíes continúan contra varios objetivos en todo Líbano, con una concentración notable en Dahieh. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, 11 personas murieron y más de 100 resultaron heridas en Beirut desde el viernes, pero la cifra podría aumentar en los próximos días.

Dahieh, un barrio al que a menudo se hace referencia como el “bastión de Hezbollah”, es una zona de la capital libanesa donde el apoyo a la organización es omnipresente y está estrechamente integrado en la vida colectiva. Muchos vecinos tienen amigos o familiares afiliados a Hezbollah, pero los vínculos entre Dahieh y la organización son mucho más estrechos.

Durante los últimos 18 años, Hezbollah ha echado profundas raíces en el vecindario, estableciendo una vasta red de túneles, centros de mando y depósitos de armas. Las pocas fotos filtradas muestran grandes pasajes con paredes de azulejos, lo que sugiere que estaban destinados a servir como centros operativos o incluso zonas de descanso.

El sistema de túneles está diseñado para facilitar el movimiento de los dirigentes fuera de la vista pública y proporcionar una zona segura en la que establecer su cuartel general.

El ataque que mató al dirigente libanés alcanzó catorce niveles de profundidad y tuvo como objetivo un centro de mando de Hezbollah ubicado en un fortín subterráneo. Los miembros de Hezbollah no descubrieron el cuerpo de Sayyed bajo los escombros hasta las primeras horas de la mañana de ayer.

Ali Karaké, el comandante encargado del frente sur, también se encontraba en el búnker en el momento del ataque, aunque su muerte aún no ha sido confirmada oficialmente.

El ataque aéreo israelí fue llevado a cabo por cazas F-16. Durante la operación utilizaron municiones bomba de búnker altamente explosivas, diseñadas específicamente para detonar a gran profundidad bajo tierra.

Este tipo de munición, desarrollada inicialmente durante la Segunda Guerra Mundial, ha sido ampliamente utilizada en los últimos ochenta años y fue desplegada intensamente durante la Guerra de Afganistán, cuando Estados Unidos quiso desalojar a los talibanes desde sus escondites en lo profundo de las montañas.

Aunque no se ha confirmado el tipo exacto de municiones utilizadas, la Fuerza Aérea de Israel tiene en su arsenal varias bombas antibúnker que se fabrican tanto en Israel como en Estados Unidos. En 2021 Israel solicitó el modelo GBU-72, el más nuevo y avanzado del ejército estadounidense. Sin embargo, el acuerdo aún no se ha cerrado, lo que descarta su uso en el ataque del viernes.

Estas municiones son de dos categorías. La primera categoría consiste en municiones equipadas con una ojiva reforzada, diseñada para perforar superficies duras, permitiendo que la bomba resista el impacto. Gracias a su gran peso, la bomba puede penetrar profundamente en el objetivo antes de que un temporizador active su detonación bajo tierra.

La segunda categoría contiene dos cargas. La primera, más pequeña, tiene como objetivo crear una abertura en el objetivo, mientras que la segunda, intacta, la sigue. Un retraso también permite que esta segunda carga detone dentro del objetivo.

Aunque este tipo de municiones son legales según el derecho internacional, su uso en zonas densamente pobladas está expresamente prohibido.

El ataque causó daños inmensos porque estas municiones son más efectivas contra búnkeres construidos en terreno plano, como los que probablemente se encuentren en Dahieh, que generalmente están construidos con hormigón armado, acero y capas de tierra para protección.

Sin embargo, pueden resultar menos efectivas para desmantelar la extensa red de túneles de Hezbollah en el sur de Líbano, ya que las redes de túneles de montaña ofrecen una protección natural superior debido a la gruesa capa de roca que se encuentra encima y estas municiones tipo búnker son generalmente menos efectivas contra instalaciones excavadas en las montañas.

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