Fútbol, corrupción y crimen organizado

El fútbol no es un deporte sino un negocio mafioso. Según un informe de la OCDE de 2009, ha pasado de ser «un deporte popular» a convertirse en «una industria mundial» desde inicios de los noventa por la inversión en derechos televisivos y publicidad corporativa. Una conversión en puro negocio que se complica aún más con la entrada de las casas de apuestas «más allá del control de las autoridades», dice la OCDE.
En 2007 generó unos 13.800 millones de euros sólo en Europa. De esta cantidad, 7.200 millones pertenecían a las primeras divisiones de las cinco grandes ligas (España, Italia, Alemania, Inglaterra y Francia).
También es un espejo de la sociedad en la que vivimos: contratos en dinero negro, sobornos, tráfico de drogas, apuestas, evasión fiscal, amaño de partidos… Hasta la fecha se ha salvado de la prohibición porque es la gallina de los huevos de oro.
La relación entre crimen organizado y fútbol es más profunda y compleja de lo que se piensa. En 2013 la Europol, la policía europea, desmanteló una red corrupta de apuestas futbolísticas coordinada desde Singapur. La investigación se llevó a cabo en 13 países y afectó a más de 400 implicados, entre jugadores, directivos, técnicos y árbitros. Unos 380 partidos de fútbol disputados entre 2009 y 2011 fueron amañados.
En 2009 el Grupo de Acción Financiera de la OCDE investigó el blanqueo de dinero en este deporte y llegó a la conclusión de que los delitos son peores de lo que cabría imaginarse: «tráfico de seres humanos, corrupción, drogas, dopaje y delitos fiscales de todo tipo».
Dentro del negocio del fútbol, según la OCDE, es fácil entrar y salir, participan en él numerosos intermediarios, desde las televisiones a los agentes de los futbolistas, que gestionan sus relaciones de forma opaca y compleja; los dirigentes «carecen de la profesionalidad de otras empresas»; y la diversidad de estructuras legales que envuelve a este mundillo, desde sociedades anónimas a fundaciones sin ánimo de lucro.
Ejemplo de ello son las comisiones. En una temporada el antiguo presidente del Real Madrid Ramón Calderón y su directiva invirtieron cerca de 320 millones de euros en fichajes, sin incluir unos 24 millones en comisiones que se llevaron por contratar a futbolistas como Lassana Diarra.
Los agentes FIFA operan con otros agentes sin licencia «formando una comunidad cerrada que hace difícil seguir las transacciones operadas por ellos». No obstante, a ello se suma también el aumento de las capitalistas que poseen una parte de los derechos sobre el futbolista sin tener relación directa con el fútbol, muchas de ellas «con ramificaciones en paraísos fiscales», lo que hacen más difícil desenmarañar la red de pagos.
Un palco de fútbol es una golosina para hacer negocios. «El criminal compra una entrada para entrar en la alta sociedad. El fútbol tiene una larga historia de inversiones de ricos o empresas que tuvieron éxito en otros negocios. También hay casos de personas de dudosa reputación que invirtieron en el fútbol y ganaron aceptación social», explica el informe de la OCDE.
A la falta de profesionalidad y regulación se suman miles de millones de euros en constante movimiento entre países y paraísos fiscales, con fichajes pagados con cifras astronómicas basadas en expectativas a corto plazo imposibles de predecir. «Perder un partido tiene consecuencias financieras masivas», agrega.
El capitalista metido a presidente de club de fútbol se siente como pez en al agua en medio de este oasis mafioso. Muchas inversiones en fútbol no buscan más beneficios que la rentabilidad de ganar estatus social, dice la OCDE al citar una veintena de formas de lavar dinero.
Una es comprar un club de Tercera e invertir en infraestructuras y jugadores dinero del tráfico de drogas. Al subir el valor del club y la publicidad, el margen vale para blanquear dinero. Otra es directamente utilizar el club como plataforma para ampliar contactos en las altas esferas, algo perfectamente visible en muchos palcos de la Primera División española.
Otro ejemplo que cita el informe tiene lugar en «la experimentada» Italia, donde se abrieron procesos judiciales en 2006 por la utilización de clubes que salían a Bolsa para lavar dinero y enriquecerse con falsas ofertas de compra (subiendo así las acciones) que luego no se produjeron (con su consecuente desplome).
Fútbol y drogas
El informe de la OCDE también dice que los futbolistas son «personas socialmente vulnerables». «Si son mal aconsejados, pueden ser fácilmente protagonistas de negocios oscuros», denuncia. José Luis Pérez Caminero, jugador en los años noventa del Atlético de Madrid, Valladolid y selección, está imputado por su implicación en una red de blanqueo de dinero obtenido del tráfico de drogas.
El año pasado el jugador del Granada Dani Benítez dio positivo por cocaína en un control antidopaje realizado tras el partido Granada-Betis.
El jugador del Chelsea Adrian Mutu cumplió siete meses de sanción después de que admitiera su responsabilidad y probara que consumió una droga recreativa y no para mejorar su rendimiento físico.
El problema del tráfico de jóvenes jugadores comenzó a ser preocupante en algunos países europeos a inicios de los noventa, según el informe. «Las condiciones al reclutar a los jugadores no son nada claras», denunció la OCDE al destacar en especial los fichajes de jóvenes promesas de América Latina y África.
Ejemplo de ello fue la investigación de la Fiscalía Anticorrupción sobre cuatro fichajes del Atlético de Madrid, Maxi, Bernardo Matías, Limamou Mbengue y Muyiwa Lawal, por los que el entonces presidente Jesús Gil pagó 3.100 millones de pesetas. Una «barbaridad», reconoció Matías.
«La liberalización de los mercados televisivos y la expansión de los canales de pago han contribuido a incrementar el patrimonio de los clubes, los salarios de los jugadores y, en consecuencia, la internacionalización del mercado de jugadores», decía el informe de la OCDE.
«Los factores fiscales también han tenido su parte», agrega la OCDE. «En los últimos años, para un club importante de Reino Unido o España es más barato fichar a un jugador extranjero porque tienen un tratamiento fiscal diferente que el de los residentes temporales», apunta.
España es de las ligas europeas el país con menores costes fiscales para los futbolistas extranjeros. Gracias a la «Ley Beckham», un jugador de otro país, aunque sea comunitario, paga un 24 por ciento en impuestos frente al 43 por ciento de los futbolistas nacionales.
Los amaños de partidos
La Liga de Fútbol Profesional vigila los amaños de partidos y la Fiscalía Anticorrupción investiga el partido Levante-Zaragoza de la temporada 2010-11. La Fiscalía ya ha citado a 33 jugadores y directivos a declarar.
La clave de esta investigación está en las llamativas transferencias simultáneas, y retiradas de dinero en bloque por parte de los maños. Ingresos en cuentas que se retiraron de forma sospechosamente coordinada.
Si son hallados culpables, los jugadores se enfrentan hasta a cuatro años de prisión.
El partido Málaga-Elche de la antepenúltima jornada de la temporada pasada que dio la permanencia al equipo alicantino está bajo sospecha. Terminó con un 0-1: Rodrigues marcó desde muy lejos a los 10 minutos y el choque dejó de tener historia, el Elche mató el encuentro. Los indicios apuntan a una gran cantidad de dinero, cercana a los 500.000 euros, que el conjunto ilicitano derivó de sus arcas.
Una de las pistas que lleva a investigar este encuentro son los mensajes que un jugador del Málaga recibió desde Alicante, tanteando de forma más o menos cauta el amaño.
La investigación del Girona-Xerez de la temporada 2012-2013 sigue su curso y el jugador José Vega, ya está imputado.
El fútbol es un lavado de cerebro
El artículo 1 del decreto de 1995 sobre Sociedades Anónimas Deportivas exigía que todos los clubes de fútbol estuvieran al corriente de sus obligaciones tributarias. El Sevilla y el Celta no pudieron pagarlas, por lo que debían descender de categoría.
Las aficiones se movilizaron y convocaron multitudinarias manifestaciones, llegando a convocar 25.000 personas en Sevilla una semana después, para pedir que sus clubes mantuvieran la categoría. La reacción del gobierno, siempre atento a las necesidades de las masas, no se hizo esperar. Rubalcaba tras un consejo de ministros dijo: “El gobierno espera encontrar una solución a los descensos del Sevilla y el Celta a la segunda B, que no se sancione a las aficiones”.
Lo mismo que el Museo del Prado, el fútbol también es de interés nacional. Pero, ¿por qué tanto interés?, ¿por qué interesarse por algo tan corrupto?

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