¿Es Trump el Gorbachov USA?

Darío Herchhoren

Desde su llegada al gobierno USA, Donald Trump ha mantenido una conducta incoherente en cuanto a su política exterior, que ha desconcertado a sus más íntimos y a los aliados y lacayos de los USA. Pocos días después de su nombramiento Trump despidió a su Secretario de Defensa, y nombró en su lugar al general James Mattis, bautizado por sus conmilitones como “perro rabioso”, que es bien revelador de su accionar violento. Siempre se dice que el perro es reflejo de su amo, y este nombramiento parece hecho como anillo al dedo.

Un segundo paso desconcertante fue el abandono del pacto comercial del Pacífico, que de hecho dejó a merced de China todo el comercio del área del Pacífico.

Otra de las medidas tomadas por Trump ha sido la imposición de grandes impuestos al acero y al aluminio como medida de protección de la industria norteamericana, así como el despido de su hija y su yerno.

Todos estos hechos han llamado la atención en forma negativa en la Unión Europea y en Japón, donde la tradicional política USA era el permitir el ingreso de esas mercancías al mercado USA.

Pero si miramos con atención veremos que estos hechos aparentemente incoherentes y contradictorios con la política tradicional americana no son tales.

Trump ha entendido que es indispensable un cambio político de calado, y hay hechos conexos que avalan esta opinión.

Hace muy pocos días Vladimir Putin dio a conocer en una comparecencia solemne ante el Parlamento ruso una serie de armas nuevas que dan a Rusia una enorme preeminencia en materia de armamentos, tales como el cañón de riel, los misiles hipersónicos, que pueden viajar a velocidades de 5 ó 6 mil kilómetros y que son invulnerables ante cualquier escudo antimisiles, un dron submarino, capaz de acercarse a las costas de cualquier país del mundo, y atacarlo con esos mismos misiles, y un nuevo sistema capaz de recorrer todo el globo terrestre sin ser detectado.

Todo este nuevo armamento pone a Rusia en ventaja sobre los USA, y a ello hay que sumar el hecho de que un grupo importante de senadores norteamericanos tanto republicanos como demócratas han enviado a Trump una carta donde le piden que llegue a acuerdos con Rusia, ante la gravedad de la situación de desequilibrio entre ambos rivales, y que ponen a los USA en segundo o quizá en tercer lugar como gran potencia.

Si a todo esto agregamos el anuncio de la disposición de Trump para reunirse con Kim Yong Un, presidente de la República Popular y Democrática de Corea, lo que implica que todos los portaaviones y maniobras que los EEUU han realizado junto con Japón y Corea del Sur, las amenazas de arrasar a la vecina Corea del Norte, las sanciones, la campaña de descrédito y ridiculización de Kim Yong Un, no han servido para nada.

Donald Trump es sin duda un tipo impredecible y correoso; ha prometido una serie de cambios en los Estados Unidos, ha prometido hacer a “América más grande”, y todo ello revela que se trata de un hombre inteligente que ha comprendido que no tiene más salida que un acuerdo con Rusia y con China, y ello le ha llevado a rebajar los impulsos imperiales. Trump es tan imperialista como sus antecesores, pero tiene el convencimiento  de que enfrentarse a Rusia y a China lleva a un callejón sin salida para los Estados Unidos. La comparación con Gorbachov es evidente. Gorbachov liquidó la URSS y junto con ella todo el campo socialista, y Trump ha sido realista, y va a acabar con la política imperial, al menos como la conocemos hasta ahora.

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