Gustave Le Bon |
En 1895 Gustave Le Bon escribía “Psychologie des Foules” preocupado por los amplios movimientos de masas que a partir de las legislaciones de la Tercera República, en 1880 habían aparecido los primeros sindicatos socialistas y anarquistas, aprobado el derecho de huelga, de asociación y reunión y seguramente impresionado por el amplio movimiento político de masas encabezado por Georges Boulanger de 1887 a 1889. Así lo expresaba:
“El advenimiento de las masas marcará seguramente una de las últimas etapas de las civilizaciones de occidente, un retorno hacia aquellos periodos de confusa anarquía que preceden a la eclosión de las nuevas sociedades. Pero, ¿cómo impedirlo?”
El profesor Florencio Jiménez Burillo explica cómo la ideología reaccionaria de un autor condiciona y altera de manera profunda el estudio de la realidad social. Tal es el contenido de la obra de Le Bon, dedicada a diagnosticar el fracaso de la democracia ya que para él la psicología tenía que consistir en el descubrimiento de un conjunto de leyes que rigen la mentalidad individual y colectiva. La idea de Le Bon es que el individuo sufre una transformación cuando está inmerso en una situación multitudinaria:
“Miles de sujetos separados entre sí, en un determinado momento y bajo la influencia de ciertas emociones pueden adquirir características de una masa psicológica… La imaginación representativa de las masas, al igual que la de todos los seres en los que no interviene el razonamiento, puede ser profundamente impresionada… ¿Cómo impresionar la imaginación de las masas? No son los hechos mismos, en sí, los que afectan la imaginación popular, sino la manera de como se presentan. Tales hechos tienen que dar lugar a una impresionante imagen que obsesione el espíritu. Conocer el arte de impresionar la imaginación de las masas es equivalente a conocer el arte de gobernarlas”.
“Para vencer las masas se tiene que tener en cuenta primeramente los sentimientos que las animan, simular que se participa de ellas e intentar después modificarlas… La afirmación de las cosas, de forma simple, desnuda de todo razonamiento y de toda prueba, constituye un medio seguro para hacer penetrar una idea en el espíritu de las masas. Cuanto más vacía de pruebas y demostración, tanta más autoridad posee… Y cuando una afirmación ha estado suficientemente repetida, con unanimidad en la repetición, se construye aquello que se llama una corriente de opinión e interviene el potente mecanismo de contagio. En las masas, los sentimientos, las emociones poseen un poder contagioso tan intenso como el de los microbios. El contagio no exige la simultánea presencia de individuos en un solo punto, se puede verificar a distancia bajo la influencia de determinados acontecimientos… El contagio es tan potente que impone a los hombres, no solo ciertas opiniones, sino también determinadas maneras de sentir”.
Hasta aquí una breve reseña del pensamiento de Le Bon, que sirvió de base al nazismo en cuanto a la estructura del discurso, en el cual muchas de las expresiones en “Mein Kampf” son copiadas de la Psicología de las Masas.
Durante el siglo XX, la experimentación sobre el comportamiento humano fue una constante, y sobresaliendo podemos citar el “Experimento de Milgram” del año 1961 para medir la disposición de las personas a obedecer las órdenes de la autoridad aunque estas entraran en contradicción con su conciencia personal, y diez años después, en 1971 el “Experimento de la Prisión de Stanford”, financiado por el ejército de los Estados Unidos, en el cual Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford, dio las siguientes instrucciones a los que hacían de “guardianes”: “Podéis producir en los ‘prisioneros’ aburrimiento, miedo hasta cierto punto, podéis crear una noción de arbitrariedad y de que su vida está totalmente controlada y que no tendrán privacidad. En general todo esto conducirá a un sentimiento de impotencia. Es decir que en esta situación tendremos todo el poder y ellos no tendrán ninguno”.
Estoy seguro de que hemos vivido, y todavía vivimos un gran experimento sobre comportamiento social a escala planetaria como no se había realizado nunca. Todos los ingredientes presentes en la obra de Le Bon y los resultados de Milgram y Zimbardo: aceptación de la autoridad (OMS), mentiras, carencia de razonamiento, discurso vacío de pruebas, afirmación repetitiva, contagio emocional, disposición a obedecer, vida controlada, miedo, sentimiento de impotencia, han sido puestos a prueba en la gran operación llamada pandemia COVID, la finalidad de la cual todavía tardaremos en conocer, pero que no está alejada de los grandes cambios previstos en un futuro no lejano. Cambios a todos niveles: económicos, sociales, políticos y culturales en el camino de la llamada “cuarta revolución industrial” o industria 4.0, todo a mejor gloria del capital y su pervivencia.
Los experimentos controlados requieren la manipulación de diferentes variables independientes para examinar el efecto sobre una variable dependiente. Pero, las muestras pequeñas utilizadas en experimentos controlados típicamente no tienen mucha validez externa, es decir el grado en que estos experimentos pueden ser generalizados en la población en general. Un experimento a escala mundial que estuvo probado anteriormente para buscar consenso y sumisión bajo el nombre de “amenaza terrorista” no tuvo los efectos esperados, ya que desde su inicio quedó demostrada la implicación de los servicios secretos de varios países en las oleadas de atentados. Solo una parte de la ciudadanía creyó las explicaciones “oficiales” a pesar de que junto al discurso se legislaran un cúmulo de leyes represivas iniciadas a partir de la norteamericana “Ley por la unión y el fortalecimiento de América por medio de la provisión de herramientas adecuadas requeridas para interceptar y obstruir el terrorismo” más conocida como “Patriot Act” el 28 de octubre de 2001 y posteriormente copiadas en todo el mundo. El Presidente George Bush en el discurso sobre el Estado de la Nación el 29 de enero de 2002 inventaba un nuevo concepto estratégico para justificar cualquier cosa: “La Amenaza Inminente”, y en 2003 la “National Strategy for Combating Terrorism” definía que el enemigo a batir era “el terrorismo”, término difuso en el que se podía encorsetar a cualquier persona.
En España ya había una larga tradición de leyes antiterroristas desde el franquismo y que fueron todas homologadas por la “democracia” y aumentadas por la Ley Orgánica 1/92 (Ley Corcuera) y la última, la ley 4/2015 de Protección de la Seguridad Ciudadana (Ley Mordaza) que es la que ha estado en vigor para reprimir las personas que han disentido del discurso oficial sobre una supuesta pandemia, ley utilizada para abatir el nuevo enemigo, todavía más difuso que el terrorismo, invisible, llamado virus.
Más que nunca se aleja la revuelta, y la demostración de esta afirmación ha sido el comportamiento sumiso, masivo, ante un estado de excepción. Hecho inédito pues en los muchos estados de excepción vividos en diferentes lugares y tiempos, siempre ha habido colectivos, organizaciones que ha hecho frente, encarando las posibles represalias, incluyendo la muerte. No ha ocurrido así en este caso a pesar de la posibilidad de buscar información seria, cuantificada, confirmada y correcta, avalada por científicos que no están al servicio de las grandes corporaciones del complejo farmacéutico – militar – industrial, ni subordinados a las prebendas de los gobiernos de turno.
¿Cómo ha sido posible?
Hay que reflexionar sobre esto, puesto que organizaciones de cariz popular, aparentemente contrarias al sistema político y económico se han reunido alrededor del discurso dominante haciendo suyo un prejuicio, entendido este como la actitud tomada después de un proceso en el que se “pre–juzga” algo antes de conocer su evidencia, tal vez aceptando la persuasión de “quien” lo dice, si este es de la confianza ciega del que escucha, con independencia de su veracidad. Y quien lo ha dicho ha sido primeramente la Organización Mundial de la Salud, organización financiada fundamentalmente por los grandes consorcios químico–farmacéuticos y subordinada a ellos, han seguido los diversos gobiernos poniendo en práctica una operación cívico–militar en la cual los garantes de la salud han sido las fuerzas de orden.
Pero, más allá de la persuasión y la coerción ligada con ella, tenemos que prestar la atención en otro aspecto que ha sido olvidado o ninguneado por las organizaciones herederas de Marx que han estado, y están limitadas en el estricto campo de los procesos “objetivos” de la economía (los salarios, la carestía de la vida, el precio de los alquileres, el paro, los contratos de trabajo,…), descuidando los factores subjetivos de la ideología de las masas en su evolución y en sus contradicciones, pues tal como nos recuerda Wilhelm Reich en la “Psicología de masas del fascismo”:
“La victoria sobre el elemento reaccionario está asegurada si se va a la raíz, si se es consciente de su proceso contradictorio, puesto que si se hace de otra forma, se cae en posiciones mecanicistas, economicistas y metafísicas, dicho de otra manera: al desastre… El ‘marxismo vulgar’ pretendía que una crisis económica de la magnitud de la de 1929-1933 tenía que desembocar ‘por fuerza’ en una evolución ideológica hacia la izquierda de las masas afectadas. Mientras que en Alemania se hablaba de un ‘auge revolucionario’, incluso después de la derrota de enero de 1933, la realidad era muy diferente: la crisis económica inició, de hecho, un viraje hacia la derecha que se apoderó de todas las capas proletarias de la población. De este modo aparecía una divergencia entre la evolución de la base económica, que empujaba hacia la izquierda y la ideología de las masas atraídas por el extremismo de derechas. Por este motivo no se ha planteado el problema de saber cómo fue posible que las masas depauperadas se pasaran al nacionalsocialismo… el ‘marxismo vulgar’ establece una cámara aislante entre el ser económico y el ser social, pretendiendo que la ideología y la conciencia de los hombres están determinadas exclusivamente y directamente por el ‘ser’ económico. De este modo deduce la ideología de la economía de forma esquemática y unilateral. En lugar de deducir su manera de pensar y actuar de la realidad social, transforma la realidad en su imaginación, a fin de hacerla coincidir con sus deseos”…
“… Para explicar el robo de alimentos o la huelga provocada por la explotación, no hay que recurrir a la psicología. La psicología reaccionaria se dedica a descubrir motivaciones irracionales para explicar el robo o la huelga, recurriendo a argumentaciones típicamente reaccionarias. En la psicología social, el tema se presenta de forma diferente: no se ocupa de las motivaciones que impulsan al hombre hambriento a robar o a hacer huelga, sino que intenta explicar por qué la mayoría de los hambrientos no roba, y porque la mayoría de los explotados no va a la huelga”.
Ahora tendremos que intentar explicar por qué la mayoría no se ha enfrentado al estado de excepción y ha aceptado la versión de un enemigo invisible, se ha recluido en su casa, se ha contagiado psicológicamente del discurso oficial, ha tenido miedo del vecino, del compañero de trabajo, o ha quedado impregnado de un sentimiento de culpabilidad si no hacía caso a las órdenes recibida, pues estas anunciaban la responsabilidad personal de contagiar a otras personas.
Por un lado el individualismo, el miedo al otro, la segregación, la supervivencia del más apto, todos ellos conceptos estrechamente ligados a la concepción liberal se han puesto de manifiesto durante este ejercicio de control social, y dentro de las voces que disienten se encuentran dos concepciones totalmente antagónicas:
a) Los que hacen mención a las llamadas libertades individuales y basándonos en este principio del ideario liberal, construido desde la moral resultante del principio del individualismo, utilizan la máxima de que “el derecho de los otros empieza allá donde acaba el mío” y en este principio, la limitación del derecho individual es la presencia de otro individuo y no la convivencia social. Estas expresiones las han llevado a cabo varios grupos de extrema derecha en varios países.
b) Los que podemos considerar una escisión ética de las formaciones regidas por lo que Reich denomina “marxismo vulgar” y por personas diversas o pequeños colectivos que, sin base organizativa y por tanto invisibles socialmente, han sentido la necesidad de buscar información suficiente sobre este enemigo virtual, han estado libres de “pre–juicios” y han adoptado una posición crítica una vez analizado todo el proceso y todos los datos disponibles. A medida que han pasado los días este abanico de voces se ha ido ensanchando e incorporando profesionales, científicos, técnicos de todas las disciplinas: pedagogía, medicina, biología, física, química,… y militantes comunistas consecuentes.
Lo que queda por analizar es la ceguera que no deja ver la deriva social hacia el fascismo a nivel mundial. Lo que no consiguió el NSDAP alemán y el Töhökai japonés en los años 30 del siglo pasado lo está consiguiendo la OMS, la GFATM (The Global Fund) y la “Alianza GAVI”, socios todos ellos del complejo químico–farmacéutico y en estrecha colaboración con los grandes medios de comunicación y las tecnologías de la información en un intento de conformar un macro gobierno mundial que dicte cualquier tipo de directriz de obligado desempeño. Podemos decir que es la aspiración de los grandes defensores de la total globalización aunque algunos Estados sean reticentes a esta apuesta política – económica – social y cultural, pero en este caso los ejércitos mundiales ya procurarán de convencer a los disidentes.
¿Qué datos podemos utilizar para dar un vistazo a los “ataques” de este nuevo enemigo número uno y su relación con la “gran mortalidad” anunciada?
Quizás sea la base de datos Euromomo que reúne 24 países (Austria, Bélgica, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania(Berlín), Alemania (Hesse), Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, Holanda, Noruega, Portugal, España, Suecia, Suiza, UK (Inglaterra), UK (Irlanda del Norte), UK (Escocia), UK (Gales). Y establece unas proyecciones semanales de personas fallecidas por todas las causas. A partir de las desviaciones sobre estas proyecciones en un periodo homogéneo en cuanto a duración de los picos anuales de unas 22 semanas, que no necesariamente tienen coincidencia temporal, se pueden extraer los datos siguientes:
En el período 2016-2017, de la semana 41 de 2016, que es cuando empieza la desviación, hasta la semana 10 de 2017 que retorna a índice normales, en el grupo de los 24 países de referencia, se produjeron 1.296.145 defunciones de las cuales 959.502 (un 74,02%) correspondían a mayores de 75 años, y en el pico más alto de la serie (semana 2 de 2017) de un total de 70.692 defunciones, 52.573 (un 74,36%) correspondían a mayores de 75 años.
En el período 2017-2018, de la semana 47 de 2017, que es cuando empieza la desviación, hasta la semana 16 de 2018 que retorna a índice normales, se produjeron 1.319.312 defunciones de las cuales 944.305 (71,57%) correspondían a mayores de 75 años, y en el pico más alto de la serie (semana 1 de 2018) de un total de 66.067 defunciones, 47.765 (un 72,29%) correspondían a mayores de 75 años. En el período 2019-2020, de la semana 1 de 2020 que es cuando empieza la desviación hasta la semana 22 del mismo año que retorna a índice normales, se produjeron 1.366.265 defunciones de las cuales 988.562 (un 72,35%) correspondían a mayores de 75 años, y en el pico más alto de la serie (semana 14) de un total de 88.581 defunciones, 65,678 (un 74,15%) correspondían a mayores de 75 años.
Hasta aquí los datos facilitados por esta institución en los cuales podemos ver que del total de defunciones desde el año 2016 hasta junio de 2020, entre un 72 y 74% corresponden a personas mayores de 75 años sin muchas diferencias entre un año y otro, datos que tienen una gran lógica, puesto que se corresponde con la duración de los ciclos vitales de personas nacidas durante la segunda parte de la guerra mundial o al acabar ésta. Así pues, del análisis de estos datos podemos extraer alguna conclusión radicalmente diferente de la campaña de terror anunciada por los gobiernos europeos y por todos los medios de comunicación que viven de las subvenciones públicas o que son dependientes de grupos financieros. Del mismo modo podemos negar la “necesidad” del establecimiento de estados de excepción y control militar de la población, de los arrestos domiciliarios, del aislamiento social y de lo que ha sido más perjudicial social, psicológica y pedagógicamente hablando: el aislamiento de las criaturas y el cierre de las escuelas; y por otro lado el aislamiento y reclusión forzada sin régimen de visitas a las personas que vivían en geriátricos.
Pero la respuesta que tendremos que encontrar es por qué hijos e hijas, nietos y nietas han permitido que sus padres, madres, abuelos y abuelas se murieran dentro de los geriátricos u hospitales en plena soledad. ¿Cómo es posible que no se hayan abatido las vallas de los geriátricos y las puertas de los hospitales para poder acompañar y despedir a los seres queridos en el último aliento de sus vidas?. ¿Cómo ha sido posible tanta deshumanización? o, ¿Esta deshumanización también forma parte del experimento de comportamiento social?, pues si una persona es capaz de mantenerse impasible encerrada en su casa, ante el hecho de saber que sus progenitores se están muriendo en la más absoluta tristeza y soledad, ¿Que no será capaz de hacer en relación con una persona extraña?
Se ha superado la máxima darwinista de “supervivencia del más apto” por la máxima neodarwinista de los nuevos brujos de la ingeniería genética encabezados por Richard Dawkins y su invento del “Gen Egoísta” (The Selfish Gene) símbolo bioquímico de la competencia feroz en todos los aspectos de la vida. Por todo ello, no son descabelladas las consideraciones hechas a comienzos de este escrito sobre la perspectiva de implementación de un fascismo global ya que no ha habido ninguna resistencia colectiva a este macro experimento de control social, y al decir colectiva es para descartar las “huelgas virtuales”, las “manifestaciones virtuales”, las “protestas virtuales”, las “reuniones virtuales” que no son otra cosa que la sumisión y exaltación del individualismo. Reencontrar de nuevo la confianza entre las personas, el contacto humano, la protesta material, y pensar qué formas organizativas y ofensivas serán las más adecuadas ante el nuevo panorama que se presenta.
Se agradece el artículo, la mayoría disidente de la autoridad de la OMS la encuentro en la ultraderecha, necesitaba un artículo así desde la izquierda. En mi muro de facebook comparto mucha info y opinión desde este punto de vista, agradezco el contacto con el autor por puro apoyo mutuo en este desierto de voces disidentes desde la izquierda, un saludo!
Estoy tan agradecido de leer cada día este hermoso blog de periodismo transparente y sin ningún interés socio-político-económico detrás. Aguante!!! Me encantó éste artículo! Había leído algo de Le Bon hace mucho tiempo… y hoy es tan vigente como hace 100 años atrás. Gracias! Gracias! lo comparto!
Este artículo tiene aroma a Tío Gilito, por lo manso y vendehumo. Es una monserga donde el autor sanciona quién triunfa y quién muerde el polvo.