El mito de Normandía, el día D

Juan Manuel Olarieta
¿Qué país contribuyó más a la derrota del III Reich en la Segunda Guerra Mundial? En 1945 cualquier encuesta de opinión pública hubiera respondido a esa pregunta de una manera unánime: la URSS. Medio siglo después le han dado la vuelta a la historia: en un reciente sondeo realizado en Francia el 58 por ciento de los encuestados opinó que el artífice de la victoria fue Estados Unidos (1).

La propaganda logra resultados milagrosos. Es capaz de sacarnos hasta la evidencia de los ojos para poner otra cosa en su lugar y, a medida que pasa el tiempo, la historia deja de ser un asunto político para convertirse en cosa de los archivos, los bibliotecarios, los historiadores y las universidades. Pero para entonces la verdad importa una mierda porque necesitamos la verdad como presente, para la lucha de clases, no como fósil.

Suele ocurrir cuando alguien se ve acorralado y parece que te pregunta, cuando en realidad afirma: ¿te crees en posesión de la verdad? Pues si alguien era poseedor de la verdad, se la han robado, como ese sondeo demuestra. Puestos a robar, la burguesía te roba hasta la verdad. Pero si te roban la verdad es porque existe, lo cual contradice a los agnósticos, esos que van por ahí acusando a los demás de dogmáticos por decir que la verdad existe. Ellos creen que sólo hay opiniones subjetivas, que nada es verdad ni es mentira, que todo es del color del cristal con que se mira…

El robo de la verdad es igual que el de la cartera, es decir, no es una opinión, no es discutible. Lo que ocurre es que cuando la propaganda burguesa va logrando sus objetivos, te ponen contra las cuerdas, te convierten en un bicho raro. En historia a eso le llaman «revisionismo»: cuando hay un canon histórico impuesto por los investigadores, cualquier otro criterio se mira con malos ojos y entonces ocurre lo de siempre: al historiador lo tachan de autor «polémico», «discutido» y «controvertido». Le ocurre a Grover Furr, por ejemplo. A diferencia de los demás historiadores, no se apoya en hechos sino en teorías que no están bien demostradas; no tiene pruebas de lo que sostiene…

¿Os dáis cuenta? Ya podéis poneros a la faena ahora mismo y demostrarles a esa mafia de historiadores, periodistas y tertulianos que fue la URSS quien llevó a cabo el peso decisivo en la derrota del III Reich. ¿Tenéis pruebas o no? Da lo mismo. Una vez que tengáis las pruebas en la mano no cantéis victoria: vuestras pruebas os convencen a vosotros pero no a ellos. ¿Os habéis creído muy listos o qué?, ¿Acaso sabéis vosotros más que un catedrático de la Universidad de Princeton?

Normandía fue el origen de un mito contemporáneo que dura 70 años: el de Europa «occidental», el del mundo libre y Estados Unidos como su guardián. Si en España le debemos la libertad al rey, en Europa se la debemos a Estados Unidos. El primero nos libró del franquismo y el segundo del nazismo. A ver si os enteráis de una vez. Eso es lo que pone en los libros de historia y no hay más que hablar.

Las universidades no son diferentes a Hollywood, los comics o las tertulias de la tele. Los héroes de la libertad son los que todos conocemos: generales como Eisenhower, Patton, MacArthur y, en segundo plano, el inglés Montgomery. ¿La resistencia? ¿La guerrilla? ¿Las masas son las protagonistas de la historia? Ni hablar. Quien liberó a Francia de la ocupación nazi fue De Gaulle hablando por la radio desde Londres. Sin pegar un tiro. Fue la mejor demostración de que, por difíciles que se pongan, las cosas se pueden cambar pacíficamente, lanzando soflamas por los micrófonos de la BBC.

Stalin, la URSS y el Ejército soviético no salen en las películas. ¿Es posible convencernos de que es a alguien como Stalin al que Europa le debe lo que conquistó en la posguerra? ¿Stalin puede ser el artífice de la libertad? No nos entra en la cabeza. Lo que hizo Stalin fue repartirse el mundo en 1945 con Roosvelt y Churchill como si fuera un pastel de cumpleaños. Porque una vez que estéis a punto de convencer a vuestro interlocutor, se escapará de esa manera: son todos iguales. Cualquier cosa antes que reconocer la verdad.

Es así de curioso. Si en lugar de discutir sobre algo concreto, como Normandía, el debate es más general, no cabe duda de lo que te van a decir: la verdad siempre resplandece por sí misma, estoy dispuesto a dejarme convencer por tus argumentos… Es mentira. Como todo, la verdad es una guerra, una lucha o, por decirlo de otra manera, una contradicción. Ni siquiera es un acto de la inteligencia o del conocimiento, sino también de la voluntad, como decía Gramsci (2). Dejaros de bobadas: no sólo hay quien no quiere saber la verdad sino que no quiere saber nada de nada. Hay quien vive mejor con la mente en blanco. ¿Como os creéis que vais a convencer a alguien así, que no quiere saber nada? Ahora empezar a preguntaros por qué no quiere saber nada…

Ya habéis escuchado las noticias, ahora os contaré la verdad: si las cosas siguen como hasta ahora, los niños en el futuro creerán que la Segunda Guerra Mundial se desató porque la URSS atacó alevosamente al III Reich, que fue derrotado porque Estados Unidos se equivocó de bando, porque Roosvelt debió aliarse con Hitler. Lo leerán en un manual de historia contemporánea de la Universidad de Princeton que escribirá un prestigioso profesor de la misma. Los que no leen ese tipo de libros lo verán en un documental de la tele, o en una entrevista por la radio, o en el Facebook, o en un artículo de la revista Muy Interesante, o en… No se en dónde; de lo que estoy convencido es de que se lo harán leer por cojones.

(1) Frédéric Dabi: 1938-1944: Des accords de Munich à la libération de Paris ou l’aube des sondages d’opinion en France, febrero de 2012, http://www.revuepolitique.fr/1938-1944-laube-des-sondages-dopinion-en-france/

(2) Hay que poner a la voluntad en la base de la filosofía, escribió Gramsci (Antología, pg.435).

comentarios

  1. Puede que la historia sea muy distorsionada, pero si hubo un golpe de timon con el ingreso de USA al conflicto, en primer lugar hasta ese instante, El reino unido estaba solo, a punto del colapso…

    1. Te falta indicar que, naturalmente, ´no existía la Unión Soviética, ni Stalingrado, ni millones de soldados soviéticos y miles de saboteadores y resistentes comunistas existían. Y si existieron, peor para ellos. Los dejamos debajo de la alfombra. Lo importante es un desembarco cinematográfico al ritmo de marcha militar. Que no influyó en prácticamente nada para romper el nervio del III Reich. Queda tan mona la falsificación….

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