El ‘agujero de la araña’ en el que se escondía Saddam Hussein nunca existió

Firas Ahmad es un seudónimo que oculta la verdadera identidad de un irakí, traductor de la 101 División Aerotransportada del ejército de Estados Unidos en el momento de la invasión de su país.

Si, la 101 División Aerotransportada es la misma que intervino en la Guerra de Vietnam y en la película “Apocalipse Now”.

Cuando su colaboración con el enemigo acabó, Ahmad se fue tras él a Estados Unidos, con los demás traidores, a los que les dieron la nacionalidad.

Si, les hablamos de ese mismo país que no deja entrar a emigrantes procedentes de los países musulmanes…

Los mandos estadounidenses celebraron la captura de Saddam Hussein por todo lo alto en el
Palacio Ar Rahab, convertido en cuartel general de las fuerzas de
ocupación del Pentágono. Entre ellos había algunos personajillos de la
farándula política irakí que se preparaban para tomar las riendas del
nuevo Estado.

En aquel ambiente festivo, los unos contaron a
los otros delante de Ahmad los detalles de la detención de Saddam, los verdaderos,
mientras se burlaban del montaje paralelo que llevaron a cabo para
consumo de los medios de comunicación.

Saddam no estaba enterrado en un hoyo subterráneo, como se publicó entonces y como muestran las fotos. Tampoco vivía en un búnker a prueba de bombas. No tenía un aeródromo para salir huyendo del país… Nada de lo que contó la prensa sobre él es verdad; absolutamente nada, dice Ahmad, que prepara un libro narrando su experiencia durante la invasión.

Cada vez más, las guerras son lo más parecido a un plató de televisión; de cartón piedra y mobiliario de atrezzo.

Saddam fue capturado gracias a la traición de uno de sus allegados. Dirigía la guerra desde el sótano de una casa que servía para que se reuniera el Estado Mayor de la defensa irakí, un lugar sobrio, con una pequeña habitación, una litera, dos armas, tabaco, sacos de alimentos liofilizados, un corán y una alfombra para rezar.

Los soldados estadounidenses volaron la puerta de entrada y arrojaron gases lacrimógenos. Saddam perdió el conocimiento y le metieron en “el agujero de la araña” para hacer las fotos que luego exhibieron para la prensa del mundo entero.

La sombra de la masacre de Irak, que no ha acabado, pesa como una losa sobre Firas Ahmad y los demás irakíes que colaboraron con los ocupantes. Tres de ellos ya se han suicidado en tres Estados distintos, mientras Ahmad ha vuelto a Bagdad, donde trata de sobrevivir a sus fantasmas.

Fuente: http://www.shabiba.com/News/Article-81366.aspx

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