Damasco se opone a que los criminales de guerra acaben convertidos en jefes del gobierno

Mohamad Allouche, dirigente terrorista sirio
Richard Labévière

La liberación de Palmira constituye sin ninguna duda un duro revés para el Daesh. Rodeados por la aviación de Moscú, los “Halcones del Desierto”, grupo paramilitar sirio formado por las fuerzas especiales rusas y en alianza con tres grandes familias de la región, ha hundido literalmente a las unidades del Daesh, deshaciendo el mito de su excelencia militar. Los guerreros del Estado Islámico se desbandaron, lo mismo que la última de las milicias de barrio, sin previsión ni respuesta organizada. Pero esta liberación, coincidente con la celebración de la Pascua y sus fastuosas celebraciones damasquinas, reviste ciertamente una importancia simbólica más fuerte que un cambio real de situación estratégica.

En el aspecto militar, la reconquista de Palmira abre dos perspectivas importantes: hacia el sur la de Deraa, y hacia el este la de Deir Ez-Zor. Permite al ejército sirio retomar la iniciativa de las operaciones y reafirmar que el objetivo final sigue siendo la liberación total del territorio sirio en sus fronteras históricas, incluyendo la meseta del Golán, que sigue ocupada por Israel. Así mismo, reafirma la existencia de la vieja ruta Damasco-Bagdad-Teherán. Pero, en este nuevo contexto, la cuestión de Alepo sigue en toda su extensión. Desde el verano de 2012, la prioridad manifiesta del ejército sirio es el control del “país útil”: el gran Damasco, y el eje Homs-Hama-Alepo, siendo ésta última la capital económica del país, una doble puerta abierta al Kurdistán sirio y a Turquía.

El anuncio de la parcial retirada militar rusa ha sucedido antes de la reconquista total de Alepo que, según Damasco, constituye la prioridad estratégica del ejército sirio. Si este último controla ahora las tres cuartas partes del conjunto, aún quedan en manos de los salafo-yihadistas numerosas rutas vitales. Estas constituyen otros tantos cordones umbilicales hacia las bases de retaguardia en territorio turco, hacia las cuales los servicios especiales de Erdogan continúan dirigiendo armas y mercenarios chechenos, chinos, magrebíes y europeos… El mantenimiento ruso de este status quo en Alepo se dirige hacia tres objetivos que se insertan uno dentro de otros como muñecas rusas: evitar el hundimiento completo de la rebelión armada a fin de permitir su participación en las negociaciones de Ginebra, mantenidas de forma conjunta por Moscú y por Washington; torcer un poco el brazo de Damasco para llegar a algunas concesiones políticas; y, en fin, finalizar la reconfiguración de un ejército sirio bajo tutela rusa.

Moscú ya no esconde su irritación ante un gobierno sirio que continúa pensando que, una vez recuperada Alepo, la vida política podría desenvolverse como antes, como si nada hubiera pasado… Según Moscú, las autoridades sirias se retrasan en proponer las aperturas y reformas susceptibles de gestionar una salida de la crisis, mientras que Damasco considera todavía que esto no se contempla hasta que esté reconquistada y asegurada la totalidad de su territorio.

El anuncio de retirada parcial tiene como meta abrir esta cuadratura del círculo. A estas alturas (30 de marzo) el presidente Bachar Al Assad ha reiterado su llamada a la formación de un gobierno de unidad nacional que tendría la misión de preparar una nueva constitución, proposición también rechazada por la oposición. “Assad no debe permanecer ni una hora tras la formación de un órgano de transición, dotado de plenos poderes, incluyendo poderes presidenciales”, afirma Assad al-Zoabi, jefe de la delegación del Alto Comité de Negociaciones de Ginebra. Simultáneamente, la Casa Blanca excluiría toda posibilidad de un gobierno de unidad en Siria, que incluiría al presidente Assad.

La forma del órgano ejecutivo que debe dirigir el país, todavía en guerra, hasta las próximas elecciones (previstas por la ONU en el próximo año y medio) sigue siendo la principal manzana de la discordia entre las partes. En su resolución 2254, el Consejo de Seguridad de la ONU propone el establecimiento de una “gobernanza” a cargo de la “transición política”, pero permanece indefinido respecto a su materialización. El “proyecto de constitución” también reclamado por la hoja de ruta de la ONU, podría por el contrario estar dispuesto en las próximas semanas, ha añadido Bashar Al-Assad. Moscú y Washington esperan un primer proyecto de aquí al próximo mes de agosto.

Sobre el terreno, las tropas sirias prosiguen su ofensiva contra Al-Qaryatein, localidad de mayoría sunita a 120 kilómetros al oeste de Palmira. La aviación siria machaca también Sokhné, al este de la ciudad museo, a fin de abrir la carretera de Deir Ez-Zor bajo el control del Daesh, Al-Nosra, y otras facciones salafo-yihadistas. Al final, la reconquista de esta ciudad permitirá preparar la ofensiva sobre Raqqa, que alberga uno de los principales estados mayores del Daesh. Estos desarrollos sucesivos se acompañan de una profunda reorganización del ejército sirio.

En este plan los consejeros militares rusos juegan un papel esencial. La seguridad del gran Damasco está ahora encomendada a las unidades suplentes de proximidad, cuyos miembros se reclutan en el barrio del que ellos mismos se encargan, al haberse incorporado la famosa Guardia Nacional a la 4ª Brigada del ejército convencional. El conjunto de cuerpos de ejército se ha recolocado en las principales líneas del frente. Los consejeros iraníes y las fuerzas especiales del Hezbollah libanés conservan sus posiciones, a lo largo de la Bekaa y el ante-Líbano, principalmente en Qalamun, así como en el Golán frente a los yihadistas de Al-Nosra, apoyados por el servicio del ejército israelí. En este profundo movimiento de reestructuración que abarca a 60.000 hombres, Bashar Al-Assad no incluye el abandono del control político. Sus fieles, entre ellos el general Talal Makhluf (45 años), acaba de ser puesto a la cabeza del 3º cuerpo de ejército. Con el 4º cuerpo, esta fuerza de élite asegura sobre todo la seguridad del gran Damasco; el general Alí Aslan, jefe del 2º cuerpo, defiende el frente oeste de Damasco, en dirección a Homs.

En este nuevo marco, que promociona jóvenes y aguerridos generales con conocimiento del terreno y experiencia en el combate, se añaden los comandantes de las unidades militares de los diferentes servicios de inteligencia y seguridad. De forma paralela al ejército convencional, estos últimos constituyen otras fuerzas pequeñas y bien equipadas, con mucha movilidad y dependiendo únicamente del mando de la presidencia siria. Partiendo de la principal base aérea de Dumer (afueras de Damasco), que alberga la joya de la corona del ejército del aire (los aparatos Sujoi 24 y 25), se continúan efectuando prioritariamente las misiones marcadas por la Presidencia. En definitiva, el esfuerzo ruso de poner bajo tutela a las fuerzas convencionales sirias no puede abarcar a la totalidad de las unidades operativas, cuyo compromiso nacional y estatal es más decidido que nunca.

En este contexto, ahora más favorable a Damasco, la cuestión kurda suscita otros encajes. Por ahora, Moscú y Washington están de acuerdo en oponerse a las ofensivas unilaterales de Ankara que arman a las diferentes facciones kurdas, incluyendo a las del YPG, ala siria del PKK. Temiendo un contagio militar en las zonas kurdas de su territorio, Teherán ha multiplicado los intercambios de informaciones con Ankara, que considera que el PKK busca ahora movilizar el conjunto de regiones kurdas, en Irán, en Siria, y en Turquía, para arrancar si no la independencia si al menos estatutos de autonomía interna en nuevas entidades “federales”. Esta perspectiva federalista es rechazada claramente por Damasco, que defiende su total y completa territorialidad nacional, avanzando los diferentes decretos de “descentralización administrativa” de su Constitución.

Sobre esto mismo, el día de Pascua el presidente Bashar Al-Assad repitió que “esta solución, avanzada por muchas capitales regionales, y más lejanas, no contempla la instauración de un modelo helvético bajo control de Damasco, sino más bien el cuarteamiento territorial de la Siria histórica”. La opción, muy en boga también entre los representantes de la oposición invitados a Ginebra, es muy apoyada por Tel Aviv, que no quiere renunciar a su ocupación de la meseta del Golan. Según muchos informes del Departamento de Estado norteamericano, esta “federalización” no afectaría solamente a Siria, sino que también incluiría Irak y Líbano, que no consigue elegir a su presidente de la República. “Conseguida en Irak, esta cantonalización de Siria permitiría la partición de Líbano que está, de hecho, en gestación desde los acuerdos de Taef (1989-1990)”, explica un alto funcionario norteamericano destinado en Beirut. ¡Realmente, la balcanización de Oriente Próximo es un vasto proyecto!

Esta perspectiva sombría está con toda seguridad en el espíritu de los opositores invitados a las discusiones de Ginebra, y recuerda extrañamente la dinámica de los acuerdos de Dayton (14 de diciembre de 1995), que congelaron los conflictos inter-étnicos de Bosnia-Herzegovina. Además de la fragmentación de la región, con la creación de micro-Estados como Kosovo, esta dinámica eleva a los “señores de la guerra”, verdaderos criminales de guerra, al rango de responsables políticos, cuando no de jefes de Estado.

Se recuerda principalmente a Hashim Thaçi, (que sedujo limpiamente a la secretaria de Estado, en la época Madeleine Albright, y a Bernard Kuchner), antiguo jefe de la banda de asesinos de la UÇK, convertido en presidente de la República de Kosovo, micro-Estado mafioso dedicado al tráfico de órganos humanos y armas destinadas a las redes de la gran delincuencia europea. Estos mismos pasos están hoy implicados en el armamento de las redes islamistas belgas y francesas…

Uno de los negociadores de la oposición siria al mando, invitado a Ginebra, es Mohamed Allouche (45 años), miembro del buró político de Jaish Al-Islam, de obediencia salafista, que no es más que el ejército terrorista saudí destinado en Siria. Otros miembros de esta extraña delegación representan oficiosamente al Daesh, Al-Nosra y otros componentes salafo-yihadistas, que no conmueven mucho a los defensores profesionales de los derechos del hombre, siempre prestos a denunciar los abusos del ejército sirio.

Junto al proyecto federalista para el conjunto de la región, el blanqueo de una banda de criminales de altos vuelos, que se preparan para transformarse en responsables políticos, se añade al malestar del ajuste de muñecas rusas. Por la parte que está en juego en el bando sirio, ciertamente Moscú es cuidadoso al integrar otros componentes que sobrepasan el Oriente Próximo, como Ucrania, los países bálticos, el Ártico y Asia-Pacífico.


Simultáneamente, Rusia debe evitar un estancamiento militar a lo Afganistán, y negociar con los países de la OPEP, entre los que están Arabia saudí y Qatar, una rebaja en el precio del barril para mejorar una situación económica preocupante. Si el coste de su esfuerzo militar sirio no es desmesurado, y si su proyecto de disciplinar Siria se queda en una hipótesis de trabajo, Moscú busca conservar el control de un calendario militar y diplomático que ahora depende de las próximas elecciones presidenciales norteamericanas. Buscando combinar plazos cortos y más largos, Rusia tiene todo el interés en trabajar con Estados Unidos a fin de construir una salida pacífica a la crisis siria, consolidando su asociación estratégica con China. En este aspecto, está claro que el camino de Damasco no es la única vía…
Fuente: http://prochetmoyen-orient.ch/lenvers-des-cartes-du-4-avril-2016/

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